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Audiencia de Barcelona

Exculpado de intentar matar a cuatro excompañeros con un artefacto explosivo

Los jueces solo condenan al imputado, que había sido despedido de la empresa, a cuatro años de prisión por la fabricación del artilugio que escondió en una excavadora

Detención de Francisco Javier P., que colocó un explosivo en un excavadora de la empresa que lo despidió, en Castellbisbal.

Fabricó un artefacto explosivo que escondió en una excavadora, pero no tenía intención de matar a los cuatro excompañeros que estaban en el solar. Solo pretendía causar daños a la máquina, tras su despido. Esa es la conclusión de la sentencia de la Audiencia de Barcelona que impone cuatro años de prisión a Francisco Javier P. por la confección de ese artilugio y le absuelve de cuatro delitos de asesinato en grado de tentativa. El tribunal ha rechazado la tesis de la fiscalía que reclamaba 56 años de prisión, al considerar que "no existe prueba de cargo suficiente" para "enervar" la presunción de inocencia respecto esos delitos.

El fallo de la Sección Tercera, a la que ha tenido acceso EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica, sostiene que Francisco Javier P, que ha permanecido en prisión hasta el pasado 25 de julio, entre la tarde del 5 de marzo del 2021 y las 7.45 horas del día 10 de ese mes, se dirigió a la obra donde trabajaban unos ex compañeros suyos, pues él ya no participada en la misma porque había sido despedido. Tras llegar al solar, colocó en el interior de la zona del motor de una excavadora un artefacto incendiario que previamente había fabricado.

Hallazgo casual

El artefacto consistía en una garrafa de plástico de cinco litros de capacidad llena de gasolina unido a un iniciador construido con un fragmento de filamento de bombilla, cabezas de cerillas y trozos de pastillas de encendido de barbacoas. El sistema se activaba a través de un dispositivo electrónico (circuito Arduino) con un relé y un temporizador programado. La idea es que el mecanismo se pusiera en marcha a las 9.15, aunque no se especificaba el día. Sin embargo, el artefacto no llegó a deflagar quizá por la falta de potencia en la fuente de alimentación (dos pilas) o porque alguna de las conexiones no estuvieran correctamente realizadas. El 10 de marzo del 2021, un trabajador de la obra encontró en explosivo casero escondido en la excavadora y avisó a los Mossos, que se encargaron de neutralizarlo.

Los magistrados reconocen que "probablemente" el indicio más importante y que, además, resultó "esencial" para que la investigación policial se dirigiera contra el acusado, era un fragmento de huella dactilar en la garrafa de plástico que contenía la gasolina y que coincide con la del dedo meñique de la mano izquierda del imputado, lo que demuestra que este "estuvo en contacto y llegó a manipular" el recipiente. Las explicaciones del acusado que esa garrafa la tocaban otros empleados "resultan de todo tipo inverosímil", según el tribunal. Entre otras cuestiones, los trabajadores han desmentido esa posibilidad, asegurando, además, que usaban botellas como máximo de 1.5 litros.

Registro en el domicilio

La sentencia desvela que en el domicilio del acusado se hallaron numerosos componentes electrónicos del mismo tipo que los empleados en la fabricación de artefacto, entre ellos una placa de sistema Arduino y tres temporizadores. También se le intervino un kit de soldadura y un juego de ganzúas que pudieron haberse utilizado para acceder al motor de la excavadora. Asimismo, se ocupó diversa documentación, como facturas de este material, la notificación de la finalización del contrato y notas relacionadas con el montaje de componentes electrónicos. Los investigadores hallaron en búsquedas en internet sobre manuales de aprendizaje del sistema Arduino.

Los jueces rechazan, a pesar de ello, que el acusado cometiera cuatro delitos de asesinato frustrado, pues no comulgan con la idea de que el aparato fue colocado el día anterior o la madrugada en que fue hallado, ya que los trabajadores aseguraron en el juicio que la última vez que fueron a al obra fue cinco días antes. "No existe por tanto prueba definitiva alguna que permita determinar en qué momento dentro de ese periodo el acusado colocó el artefacto", precisan. Y como días antes se había saboteado otra máquina al verter azúcar en el depósito de gasolina, los magistrados no descartas que la intención de Francisco Javier P. fuera la de causar "estrictamente daños materiales". El tribunal aplica la tesis más favorable al reo y subraya que este no tenía intención de matar, ni tampoco de provocar lesiones.

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