Confiesan que estafaron 288.000 euros a 15 personas con herencias imaginarias

Tres de los acusados aceptan penas de entre seis y ocho meses de cárcel y a uno le retiran la acusación

Un agente de la Guardia Civil en otra operación contra las redes que utilizan el timo de las cartas nigerianas

Un agente de la Guardia Civil en otra operación contra las redes que utilizan el timo de las cartas nigerianas / Levante-EMV

Ha sido afortunado con una herencia millonaria en un país en el que ni siquiera sabía que pudiera tener familiar alguno. Por sorprendente que parezca todavía la gente sigue cayendo en el engaño ávidos de una avaricia que les lleva a pagar cuantiosas sumas de dinero, un vez metidos de lleno en la parafernalia del embuste, y a desplazarse desde Alemania a España para cobrar su ‘premio’.

Una nueva prueba de ello es la organización juzgada ayer en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de València, quienes lograron estafar cerca de 288.000 euros a 15 personas, la mayoría residentes en Alemania, con el conocido timo de las cartas nigerianas.

Tres de los diez miembros de la trama que figuraban acusados, defendidos por los letrados Jorge Abadía y Víctor Soriano, aceptaron penas de entre seis y ocho meses de prisión de los seis años de cárcel a los que se enfrentaban inicialmente. Además, se retiró la acusación contra la acusada representada por el letrado Juan Molpeceres, para la que la fiscal pedía la misma pena y 20.000 euros de responsabilidad civil.

Los acusados aceptaron pagar las indemnizaciones a los estafados y las costas procesales pero con la gran ventaja de que se les suspende la pena de prisión. El resto de la banda está en paradero desconocido. 

Los ahora condenados contactaban con ciudadanos extranjeros por medio de cartas o correos electrónicos en los que el remitente se identificaba como miembro de un despacho de abogados o una empresa del ramo de seguros ubicados en España, comunicando a sus destinatarios que eran los beneficiarios de cuantiosas herencias de familiares fallecidos que estaban depositadas en España. Para dotar de credibilidad al engaño enviaban documentos falsos de supuestos certificados de depósito de cajas de seguridad o declaraciones juradas de reclamaciones del Tribunal Supremo como pariente más próximo del supuesto fallecido, al que ni siquiera conocían.