Investigación

"¡No me sueltes!": la muerte de un buzo de Granada en Malta muestra la cara oscura del paraíso del buceo

Giovanni, de 45 años, falleció tras una controvertida inmersión y un caótico rescate, con su novia como testigo

Los andaluces se quejan de inseguridad en un país donde han muerto más de 10 buceadores en los últimos años

Los buceadores bajaron a ver un remolcador hundido lllamado MV Rozi.

Los buceadores bajaron a ver un remolcador hundido lllamado MV Rozi. / CEDIDA

David López Frías

"Cuando vas a bucear a Malta, asumes que estás en Europa. Esperas unos mínimos de seguridad. Lo que no puede ser es que al final te encuentres con unas condiciones que te hagan pensar que has ido a bucear a Gambia o a Nigeria",

Lo lamenta Enrique Bedmar, un instructor de buceo sevillano que la semana pasada acabó practicando técnicas de reanimación cardiopulmonar a Giovanni, un hombre de 45 años, tras un accidente. No lo consiguió. El chico, de nacionalidad holandesa pero residente en Granada, que había bajado unos 30 metros de profundidad para ver un barco hundido, fallecía poco después en un hospital maltés. Su novia, que no quiso hacer esa inmersión, fue testigo de toda la escena desde el exterior.

La mayor parte de los buzos que había en el agua en ese momento procedían de Andalucía. Enrique fue uno de ellos, y estuvo desayunando con Giovanni esa misma mañana: "Yo no lo conocía de antes. Coincidimos en el avión y luego antes de las inmersiones. Que fueron dos: la primera la hizo con su novia. En la segunda, la chica decidió no bajar. Él tampoco se iba a meter. Pero, tras hablarlo durante un rato, él decidió entrar en el agua".

Barcos hundidos

Eran dos expediciones; un total de 18 personas. Habían llegado a Malta a pasar una Semana Santa de buceo. Iban a ver barcos hundidos, que es lo que se suele ver en el fondo oceánico de ese país: "El gobierno de Malta ha hundido, por toda la costa, un montón de barcos desprovistos previamente de elementos contaminantes o peligrosos para los buzos. Y ese es el principal encanto del buceo en ese país, que se ha convertido en un paraíso de las inmersiones en Europa. Además, antes de ir te venden que allí las condiciones son muy seguras y con buenas infraestructuras", le cuenta Enrique a este diario.

El barco está hundido en la zona de Cirkewwa, una de las más complicadas de Malta.

El barco está hundido en la zona de Cirkewwa, una de las más complicadas de Malta. / CEDIDA

Al llegar allí, lo que se encontraron los buzos procedentes de Andalucía fue "un panorama bastante diferente a lo que nos habían pintado. Una sola ducha para todos, un único WC, unos bancos de piedra para sentarse... algo muy distinto a lo que nos habían dicho en un principio". Pero eso no fue lo peor.

Entraron los buzos en el agua, en una zona que tiene uno de esos barcos hundidos. Era martes 26 de marzo, en torno a las 12 de mediodía. Se adentraron en las profundidades para ver el MV Rozi, un remolcador británico hundido que se ha convertido en la principal atracción de la zona de buceo de Cirkewwa. Y al salir de nuevo a la superficie, se encontraron con unas condiciones meteorológicas adversas; un oleaje fuera de lo normal.

Rescate caótico

"No entendimos lo que pasó. Si yo llevo a alguien a bucear a Tarifa, es porque confía en mí. Yo me encargo de mirar el viento y todo lo demás. Ellos (los instructores malteses) juran que no saben lo que pasó, que no es normal. Pero lo que encontramos allí fue un oleaje que hacía imposible salir", recuerda Bedmar.

Tal vez los instructores juran que no sabían lo que iba a pasar, pero lo cierto es que la Oficina Meteorológica de Malta sí que lo advirtió: a las 10:30 de la mañana predijo que el viento soplaría del sur-suroeste con fuerza cinco y se desviaría hacia el suroeste con fuerza seis. A las 13 horas emitieron un "aviso amarillo" por la fuerza del viento. Y a las 13:20 empezó el rescate.

El barco de rescate "estaba preparado para remolcar, no para rescatar", cuenta un testigo.

El barco de rescate "estaba preparado para remolcar, no para rescatar", cuenta un testigo. / Cedida

"Tardaron, calculo yo, 37 minutos en venir a ayudarnos. La cosa es que salimos a la superficie y nos encontramos unas olas de 3 metros". Bedmar es un instructor experimentado e intentó replegar al resto de los buceadores lejos del riesgo: "Gritábamos "vámonos adentro". Y por adentro nos referíamos a aguas abiertas. Porque algunos hicieron el amago de ir hacia la zona de salida, buscando la escalera de piedra para intentar escapar. Y eso era peor, porque si en ese momento te vas a esa zona, que es todo roca, corríamos el riesgo de que el oleaje nos lanzase contra las piedras", explica.

"Fueron momentos críticos. Había gente con menos experiencia que alteró mucho; recuerdo a una chica que estaba en mi grupo y tenía mucho miedo. La tuve que agarrar de la mano y ella me decía "¡no me sueltes, por favor!", porque el oleaje le había arrancado hasta las gafas. Yo le quitaba hierro diciéndole que es que en Malta, las olas son muy chorizas y te roban. Intentaba tranquilizarla, porque estaba muy nerviosa".

El rescate, en palabras de Bedmar, "fue caótico. Éramos dos grupos, con dos guías. Yo también soy guía en España y, si me encuentro con una situación así, yo voy a ser el último en irme del agua. No salgo hasta que vea que todos los buzos del grupo que está a mi cargo han salido y están a salvo". Pero el guía maltés actuó de otra forma.

Sobreexpansión

Apareció un barco para rescatarlos, "que es un barco que está pensando para remolcar cosas, pero no para rescatar a personas. Iban tirando de nosotros de cualquier manera. Y el guía que iba a cargo del otro grupo, del que formaba parte Giovanni, salió el primero. Antes que el resto de sus buzos. Luego, en su declaración ante la policía, explicó que alguien lo sacó. Que no sabe quién, pero alguien le tendió una mano", cuenta Bedmar a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA.

Bedmar, en primer plano, antes de entrar en el agua.

Bedmar, en primer plano, antes de entrar en el agua. / CEDIDA

El último cuerpo en subir fue el de Giovanni, ya sin conocimiento. "Uno de los rescatadores preguntaba en inglés "qué le hago". Un enfermero empezó a darle tortitas en la cara y hacerle el boca a boca, mientras otro chico con la camiseta de "Rescue" y yo empezamos a hacerle el masaje de reanimación cardiaca". La novia de Giovanni estaba presenciando toda la escena desde el malecón.

No se pudo hacer nada por salvar la vida del hombre, que fue trasladado al hospital Mater Dei de la capital (La Valleta), donde ingresó ya cadáver. Según la autopsia, "murió de una sobreexpansión pulmonar. Eso es lo que en el argot del buceo llamamos "un globazo". Pasa cuando aguantas la respiración a medida que vas subiendo. La presión del agua disminuye y el aire en los pulmones se expande. Eso hace que acaben reventando", ilustra el instructor sevillano.

"Fue una serie de fallos en cadena que no esperas en un lugar así. Al resto de buceadores nos tuvieron allí esperando, en el puesto policial, un montón de horas. No nos dejaron irnos al hotel a cambiarnos, ni ir a comer algo o a beber agua. Eso pasó a mediodía. A las 7 de la tarde aún nos tenían allí, prestando declaración. También llamamos a la embajada española, pero nadie nos atendió. Nos salió una locución en maltés".

Christine Gauci, una de las buceadoras muertas en Malta en los últimos años.

Christine Gauci, una de las buceadoras muertas en Malta en los últimos años. / CEDIDA

La larga lista

La lista de buceadores muertos en Malta es larga. En julio de 2023 fallecieron dos: un polaco de 67 años en Wied iż-Żurrieq y otro israelí de 50 que perdió la vida en Cirkewwa, la misma zona en la que sucedió este último incidente. Un mes antes, en junio de 2023, murieron otros dos: un ruso de 44 años en la isla de Manoel y un alemán de 67 en la zona de Għajnsielem, en la isla de Gozo.

En agosto de 2022 fue hallado muerto un militar maltés llamado Christian Degabriele, tras ser atropellado por un barco mientras buceaba en la bahía de Saint Paul. En noviembre de 2021 feneció un hombre de nacionalidad italiana, en la zona de Bizebuggia, tras bajar a ver otro barco hundido. En enero de 2020 murió una soldado maltesa llamada Christine Gauci. Y eso sólo en lo que llevamos de década. En 2018, por ejemplo, fallecieron un polaco, un alemán y tres británicos entre mayo y noviembre.

Este diario se ha puesto en contacto con la embajada española en Malta y con las dos empresas de buceo que están implicadas en el suceso que acabó con la vida de Giovanni. No hemos recibido respuesta de ninguna de ellas.