INVESTIGACIÓN

Así viven en la urbanización en la que el guardia civil descuartizó a su esposa Loli: "Seguimos asombrados"

Recorrido por los lugares de Playa del Inglés que frecuentaban Miguel Gallego y María Dolores Illan antes de su desaparición

Miguel Gallego y Loli Illan, en sus tiempos felices. /

Miguel Gallego y Loli Illan, en sus tiempos felices. / / REDACCIÓN

R. T. G.

San Bartolomé de Tirajana

Cinco días después de conocerse el crimen de María Dolores Illan, la mujer descuartizada por su marido en Playa del Inglés en 2020, los vecinos siguen sin explicarse cómo Miguel Gallego fue capaz de trocear el cuerpo. En el centro comercial Tropical los empresarios también están impactados tras el hallazgo de huesos en sus cercanías.

El guardia civil jubilado Miguel Gallego y su pareja María Dolores Illan, a la que la semana pasada reconoció haber descuartizado hace cinco años, vivían en un apartamento ubicado en el número 1 de la calle Helsinki de Playa del Inglés, en un entorno tranquilo y con un importante trasiego de personas. Se trata de un complejo de 40 apartamentos ya residencializados donde ayer, cinco días después de conocerse el crimen, sus vecinos continuaban impactados con la noticia. "Los vecinos están asombrados", explicó ayer un trabajador del complejo.

La investigación de la Policía Nacional continúa a la espera de los resultados de los análisis y del cotejo del ADN para determinar si los huesos hallados la semana pasada en el entorno del centro comercial Parque Tropical son humanos y si, efectivamente, pertenecen a la fallecida. Y mientras, en Helsinki sus residentes siguen sin comprender cómo Miguel pudo desmembrar el cuerpo de su mujer en trozos muy pequeños, hervirlos, congelarlos y esparcir sus restos por varios puntos del sur de Gran Canaria.

En este complejo de propietarios viven en su mayoría ciudadanos alemanes, italianos y franceses que pasan mitad del año en su país y la otra en la isla, por lo que para buena parte de ellos Miguel y María Dolores eran dos desconocidos a los que solo les unía la cordialidad de los saludos a pesar de haberse mudado allí hace seis años, procedentes de Vilassar del Mar.

Y ninguno esperaba encontrarse el pasado jueves las puertas de su finca llena de policías cuando fueron a realizar los registros. "Quienes lo conocían estaban impactados porque Miguel tiene cara de no haber roto un plato", indica el empleado, quien reveló que los inquilinos actuales del piso donde Miguel vivió hasta mudarse a la calle Juan Rejón de Las Palmas de Gran Canaria "están muy impactados". "No quieren saber nada; ha sido un duro golpe para la comunidad", apunta. Otros vecinos relatan que Miguel era un hombre con una vida tranquila.

Asesino confeso

El asesino confeso dejó restos de María Dolores en un parterre junto al centro comercial Tropical. Allí ayer empresarios y trabajadores se mostraron conmocionados por aterrador del óbito. Los empresarios consultados explicaron que el miércoles todos estaban inquietos porque veían a los policías inspeccionando los parterres, una circunstancia nada habitual.

"Era extraño ver a los agentes buscar ahí, pero ninguno sabíamos qué estaban buscando hasta que nos enteramos al día siguiente por la prensa", señala uno de los propietarios, "nadie se espera una noticia así tan cerca". Junto a él, una trabajadora de un restaurante cercano relató que la noticia la había dejado perpleja porque la pareja comía habitualmente en el establecimiento. "Era una pareja de lo más normal, pero ya una nunca sabe a quién tienes delante".

Miguel fue detenido y encarcelado el pasado martes después de confesar el crimen tras un interrogatorio al que estaba citado como testigo para valorar si había novedades sobre la supuesta desaparición de su mujer. Hasta ahora había defendido que su pareja desapareció voluntariamente después de una discusión, pero esta semana confesó haberla matado y descuartizado.

Ocurrió el 18 de marzo de 2020, durante el confinamiento; tras una discusión, según relató, ella le dio una bofetada y él la empujó y al caer la mujer se desnucó. En dos días la troceó y repartió sus restos por varios puntos del Sur. La Policía registró su antiguo domicilio en la calle Helsinki y encontró restos de sangre que, tras realizar obras, quedaron detrás de unos azulejos. También registró su actual vivienda en la calle Juan Rejón de la capital. Ayer la Delegación del Gobierno guardo un minuto de silencio en memoria de la víctima. No constaban denuncias previas.

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