Un gran paso para los más pequeños

A simple vista, ni el acceso ni su interior permiten deducir que se trata de una unidad de valoración integral forense destinada a hacer más fácil el camino que tiene que recorrer un menor que ha sido víctima de un delito.

Juegos de colores, jardines verticales y dibujos en la paredes para suavizar el duro trago de relatar una pesadilla. Y que, además, ese testimonio pueda incorporarse con todas las garantías legales a un proceso judicial evitando a los niños volver a revivir su calvario para contarlo otra vez ante un tribunal, lo que les libra de una segunda victimización. 

Este es el objetivo de la Casa de Infancia y de la Adolescencia que ha presentado este miércoles en Alicante la directora general de Modernización y Relaciones con la Administración de Justicia, Àngels Bixquert. Un acto que ha contado con una nutrida representación de todos lo que han hecho posible esta dotación, integrada en el Instituto de Medicina Legal (IML) de Alicante, pionera en la península (únicamente existe otra en Las Palmas), y situada a escasos metros del Palacio de Justicia de Benalúa sin que nada en toda la instalación evoque siquiera a un juzgado.

Arropando a Bixquert en ausencia de la consellera Bravo, que no ha podido estar presente por encontrarse en el incendio de Castellón, han estado la directora del IML, Mar Pastor; el presidente de la Audiencia, Juan Carlos Cerón; el fiscal jefe, Jorge Rabasa;el juez decano, César Martínez; el comisario jefe provincial, Manuel Lafuente; el teniente coronel Antonio Darder, por la Guardia Civil; la jefa de la Policía Autonómica, la inspectora Marisa Rodríguez; el comisario principal de la Policía Local de Alicante, José María Conesa; Miguel Ángel García y Luis Mena por el Hospital General Doctor Balmis, designado centro hospitalario de referencia; la fiscal delegada de víctimas, Alicia Serra, y la magistrada María Luisa Carrascosa, entre otros.

Un año ha tardado en materializarse este proyecto operativo de momento sólo para el partido judicial de Alicante pero con la idea de extenderlo a otros puntos de la provincia y de Comunidad.

El ambiente «amable» se complementa con una atención especializada (forman parte de la plantilla tres médicos forenses, un psicólogo y un trabajador social) y personalizada de modo que el menor siempre hablará con el mismo profesional. 

Con dos salas de observación y tres de reconocimiento, se busca «humanizar el proceso penal» y «situar a la víctima en el centro de la intervención» reduciendo al mínimo las actuaciones a las que el menor tiene que ser sometido para ofrecer a jueces y fiscales todo la información que precisan para resolver la causa en la que son las víctimas y, en la medida de posible, resarcirles.