"Descalza, en shock y temblando", así encontraron a la canguro que denunció a su jefe por violarla

La fiscal pide más de 40 años de cárcel, diez de libertad vigilada y otros 25 de alejamiento de la joven para el empresario kuwaití afincado en Alicante y juzgado por tres agresiones sexuales prevaliéndose de que la niñera estaba sola aquí y no conocía a nadie

El acusado en primer  plano y, de izquierda a derecha, el exfiscal y abogado Ignacio Gordillo y el tribunal.

El acusado en primer plano y, de izquierda a derecha, el exfiscal y abogado Ignacio Gordillo y el tribunal. / HÉCTOR FUENTES

Mercedes Gallego

Mercedes Gallego

Descalza en mitad de la calle, temblando, sin parar de llorar y en estado de shock. Así fue como el 12 de septiembre de 2019 encontraron agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local de Calp a la joven de marroquí de 30 años que asevera haber sido violada en tres ocasiones por el empresario kuwaití que la contrató para que cuidara de sus dos hijos.

Casi sin poder articular palabra hasta que apareció una guardia, a la que se abrazó nada más verla, la chica contó como pudo, con su poco español, su francés y su algo de inglés, que se acababa de escapar de la casa en la que trabajaba y en la que su jefe la había violado en tres ocasiones desde que llegó, a mediados de julio, para trabajar.

Coincidieron en el relato los efectivos de ambos cuerpos que este jueves comparecieron ante el tribunal de la Audiencia de Alicante que está juzgando estos hechos. Una sala que está haciendo gala de un garantismo extremo, hasta el punto de permitir la declaración de un testigo de la defensa, vecino del acusado, que no estaba citado y que, causalmente, se encontraba en bar cercano a la Audiencia.

Esta es la segunda ocasión en que se celebra este juicio después del que el Supremo anulara el anterior, donde el acusado fue condenado a 36 años de prisión, por haberse inadmitido pruebas de la defensa. 

El Ministerio Público no tiene duda de que a lo largo de las tres sesiones del juicio, visto para sentencia desde ayer, «ha quedado sobradamente acreditado que el acusado forzó a la víctima con violencia e intimidación sirviéndose de su superioridad física y de la extrema vulnerabilidad de la joven». 

«Estaba sola aquí, no conocía a nadie, vivía en la misma casa que el acusado y dependía de él para conseguir el contrato con el que regularizar su situación», describió la fiscal en un brillante informe en el que hizo hincapié en el valor de la declaración precisa y sin fisuras de la chica como prueba de cargo en delitos como las agresiones sexuales, «que acostumbran a cometerse en una clandestinidad que dificulta las pruebas y donde el testimonio de la víctima suele ser el único modo de que no queden impunes». 

Después de más de tres años negando la existencia de las relaciones sexuales, el que ahora el acusado las atribuya a que la joven estaba enamorada de él y que si le denunció fue por despecho al dejarla para no perder a su novia, asegura la fiscal que «me tiene sin salir del asombro».

«La explicación del acusado carece de toda lógica frente a la coherencia y rotundidad del testimonio de la víctima y la inexistencia de un móvil para denunciar, ya que ella no ha sacado nada haciéndolo. Al contrario, ha rechazado ofertas de dinero por retirar la denuncia y por su condición de musulmana creyente teme el descrédito de su entorno si se enteran de lo que le ha sucedido», precisó.

En la misma línea se expresó el acusador particular, el letrado Francisco Javier Salvá, quien recordó cómo el acusado se negó a entregar el móvil para su análisis presentado ahora las transcripciones de unos mensajes, que la defensa atribuye a la joven, habiéndose obtenido sin control judicial. Sin olvidar que los agentes le sorprendieron cargando el coche en lo que apuntaba ser una huida en toda regla.

Más de 40 años de prisión, diez de libertad vigilada y 25 de alejamiento por tres delitos de violación con la agravante de prevalimiento y uno de lesiones es la petición de pena a la que se enfrenta este empresario kuwaití cuyo abogado planteó ayer sin éxito que le devolvieran el pasaporte. 

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El letrado afirma que la chica, en tratamiento psicológico desde que ocurrieron los hechos, buscaba «los papeles y una pensión»

Si la chica que denunció por tres violaciones al hombre que la contrató como canguro hubiera estado presente durante el alegato de la defensa del empresario kuwaití acusado de forzarla, seguro que habría tenido que contener la arcada. Como le ocurrió al relatar ante el tribunal las agresiones sexuales, los insultos, los golpes y las amenazas de muerte que, según viene detallando con precisión desde de inicio del proceso, recibió del encausado.

Habría vomitado al escuchar cómo, parapetado tras el derecho de defensa, el exfiscal y ahora letrado Ignacio Gordillo no tenía reparo en referirse ella como «una señora que le gustaba el gin tonic» y que por su condición de víctima «ha conseguido lo que quería cuando llegó a España: una pensión de 400 euros y los papeles». Y a la que, obviando que rechazó los 10.000 que le ofrecieron para que retirara la denuncia, acusó de «hacer teatro» (en alusión a su declaración el martes, que hubo que suspender durante unos minutos por la crisis de ansiedad que sufrió) para conseguir una indemnización de 30.000. 

Así lo soltó Gordillo sin ruborizarse pese a que durante el juicio haya quedado constatado el delicado estado de salud de la joven, en tratamiento psicológico y con medicación desde que ocurrieron los hechos, entre julio y septiembre de 2019.

 Con un «estoy aquí por convencimiento personal en la inocencia de mi cliente» arrancó el letrado su intervención en lo que fue toda una declaración de intenciones del espectáculo que iba a ofrecer a continuación cual si de un plató de televisión, y no de una sala de la Audiencia provincial, se tratara. 

De nada sirvió que de sobra supiera que el informe con miles de mensajes de Whatsapp supuestamente escritos por la joven (lo que ella tajantemente niega), dibujándola primero como una enamorada del acusado y después como una amante despechada, es una prueba pagada por su cliente que carece del cotejo judicial preceptivo para que la siguiera esgrimiendo como un valor absoluto. Y sin dar una explicación creíble de por qué el acusado se negó a entregar su móvil y después apareció con las transcripciones. «Los mensajes no están inventados», agregó Gordillo sin que nadie le hubiera preguntado, lo que sonó a la vieja locución latina de «excusatio non petita...».

Pero Gordillo tuvo para todos. A los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local de Calp que socorrieron a la chica y que relataron que como apenas hablaba español se entendieron con ella en inglés, les espetó «¿pero ustedes saben inglés?», a lo uno de ellos le indicó con suma educación hasta el título que tenía.

Y en cuanto a los anteriores abogados del kuwaití soltó que si no fuera por su despacho, que consiguió que el Supremo anulara el primer juicio en el que fue condenado al 36 años por inadmitirse pruebas, entre ellas el informe de los mensajes, «aún estaría en la cárcel».