La Comunidad Valenciana lo tiene todo, y lo mejor, que los planes que ofrece se pueden disfrutar en cualquier época del año teniendo como base una ciudad tan fascinante como Benidorm. Se trata del destino número uno del turismo de la Costa Blanca. Destaca por ser el urbanismo hecho turismo, un espacio lleno de sorpresas, emoción, diversión, ocio, playas… Como ocurre en toda la costa alicantina, Benidorm goza de un clima perfecto todo el año. Además, conserva la esencia del pequeño pueblo costero que fue en su día. Entre el conglomerado de rascacielos, el casco histórico es un laberinto de calles peatonales con gran animación.

Cova dels Arcs en la cala del Moraig.

Una constelación de playas

Un clima templado, largos arenales y aguas cálidas del Mediterráneo convierten esta comunidad en un destino privilegiado. Algunas de las playas más naturales se concentran en la Costa Blanca, que ocupa en el litoral de la provincia de Alicante más de 200 km de playas y calas únicas, un contraste de paisajes abruptos, de pinos y encinas, con el mar Mediterráneo de compañía. A 45 kilómetros de Benidorm, la Cala del Moraig es un ejemplo de este tipo de playas. Dado su ubicación, desde ella no es visible el empuje urbanístico, por lo que se puede disfrutar de un día de baño en contacto con la naturaleza. Granadella, Llebeig o cala Ambolo son otras de las joyas playeras de la corona.

Acantilados imprescindibles

De ruta de Dénia a Jávea, el acantilado de 160 metros de altura del Cabo de San Antonio es una parada imprescindible. Lo es porque se trata de una atalaya natural con vistas espectaculares y porque a sus pies nace la Reserva Marina del Cabo San Antonio, un área protegida con un elevado interés ambiental, científico y ecológico. La Reserva Marina del Cabo de San Antonio es uno de los paisajes más bellos de la costa levantina. Vale la pena alcanzar el faro, encendido por primera vez en 1855, para disfrutar de este prodigioso entorno formado por barrancos y grandes acantilados que se precipitan al mar de forma abrupta.

Barranco Bolulla.

Altea, principal adalid de los pueblos blancos

La magia del Mediterráneo se encuentra concentrada en su casco antiguo, una delicia de calles de piedra y fachadas de blanco impoluto, en su puerto pesquero y en el siempre animado Paseo Marítimo. Es un placer deambular por sus callejuelas, buscar un rincón donde descansar en la Plaza de l'Aigua, o la Plaza de la Cruz, subir a la zona alta, hasta la Iglesia Nuestra Señora del Consuelo, de inconfundible silueta por sus características cúpulas azules. Junto a la plaza de la iglesia se encuentra el mirador para contemplar el municipio desde arriba en un prodigioso espectáculo visual.

Barranquismo en el interior

Los amantes de los deportes de aventura están de enhorabuena en Alicante, donde diversos barrancos hacen las delicias de los más aventureros, desde aficionados a más experimentados. En Alicante se hace barranquismo de agua en el barranco de Mela, Barranco de l'Estret del Pantà o en el de l’Estret de les Penyes y salto de Bolulla. Este último regala una de las excursiones a uno de esos rincones secretos de la Comunidad Valenciana que no acostumbran a aparecer en las guías de viajes.

Valle de Guadalest.

Senderismo con vistas

Los amantes de la naturaleza también encontrarán aquí su pequeño paraíso, ya que podrán disfrutar de numerosos parques naturales. La mejor forma de disfrutar de estos es practicando senderismo. En plena Costa Blanca, destaca el ascenso al Castellet. Se trata de una de las rutas con mejores vistas de la provincia de Alicante. Se asciende a más de mil metros sobre el nivel del mar, hasta el Castellet, una antigua fortificación de origen árabe que se asoma a los salientes rocosos de una peña de la Serrella.

Desde lo alto, las vistas espectaculares permiten contemplar el Valle de Guadalest, su famoso embalse turquesa y la sierra de Aitana de fondo.

Además, la Comunidad Valenciana también goza de una excelente oferta de alojamientos hoteleros donde desconectar y disfrutar de los días libres, puedes consultarla en esta web.