A medida que se acercan las fechas navideñas, cada uno de nosotros empieza a reflexionar sobre su verdadero yo: gruñones o amantes. Por cada persona que decora su casa con todo tipo de luces brillantes, Papás Noel colgando de las ventanas y adornos navideños, encontramos al menos otra persona en el mundo que odia lo mismo que tú. No te sientas raro, es normal que pienses en algo que no te gusta.

  •    Odio las luces rojas y verdes que se cuelgan por todas partes, mientras a 4,5 millones de españoles les afecta la pobreza energética.
  •    Odio que factura de la luz suba cada día más y llevamos ya un 44% este año y se atisba un invierno complicado.
  •    Odio el espumillón y las velas con olor a pino. Odio la música navideña que me hacen tragar, y odio las películas de Navidad que ponen en la televisión.
  •    Odio cuando no encuentro un lugar donde poner todas las tarjetas de Navidad que recibo. Sé que dicen: «Salva el planeta, recicla», pero yo no quiero salvarlas.
  •    Odio la sobrecomercialización de todo ello. Odio el hecho de que la Navidad sea un momento para que la gente compre cosas y muestre su riqueza.
  •    Del inicio de este año 2021, odio los desastres naturales con la borrasca Filomena en Madrid y otros puntos de España, y las erupciones volcánicas en La Palma, que ya han dejado más de 6000 personas damnificadas y daños naturales.
  •    Odio el ranking de los más ricos del mundo donde Elon Musk se ha convertido en el hombre más rico del mundo, superando a Jeff Bezos, mientras el número de personas que viven en la pobreza extrema supera más de 150 millones debido a la pandemia del covid-19.
  •    Odio que España no ganara la Eurocopa o que Messi se marchara del FC Barcelona después de 17 temporadas y 35 títulos.
  •    Odio que Charlie Watts, batería de la banda The Rolling Stones, nos dejara, aunque su música siempre sonará.
  •    Odio la situación de Afganistán con el doble atentado suicida en el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai de Kabul, en agosto, con al menos 183 fallecidos.

Pero al igual que el año pasado, sigo odiando una cosa por encima de todo: la Pandemia del covid-19, con más de 100 millones de casos acumulados. La pandemia ya alteró el 2020 y 2021 y será también protagonista en 2022.

Aunque algunos países ya han empezado a recuperarse, incluida China, la mayoría seguirán contando contagios y muertes y sufrirán un retroceso económico histórico. La crisis ha empezado a aliviarse con la vacuna, pero no al mismo tiempo para todos: en algunos países en desarrollo, especialmente en África y el sudeste asiático. Mientras seguimos ola tras ola, como si fuéramos surferos, y con conflictos morales entre vacunados y negacionistas. Una mezcla de cocktail político y sanitario que nadie es capaz de resolver, pero del que todo mundo opina cuál experto en la materia a golpe de Google, fakes news, redes sociales o cuñados 2.0.

Se vienen debates, momentos y reacciones interesantes en las quedadas y cenas navideñas para ver qué tipo de sociedad queremos, y donde seguramente sacaréis vuestro lado más «grinch».

Realmente, no odio la Navidad, sino la manera de entenderla. No odio el mundo, pero lo veo de otra manera. Yo no soy así, lo veo de otra manera y se sorprenderán. Os lo resumo parafraseando a mi amigo Andy Stalman en una conversación reciente: «Creo en las personas que creen en las personas. Creo en las personas que no bajan los brazos, que no se abonan a la palabra renuncia y luchan contra las adversidades. Creo en la gente que no busca tener razón, sino aportar valor».

Aportemos valor al próximo año 2022, y hagamos mejor la vida de otras personas. Creo que todos, y cada uno de nosotros, podemos aportar para hacer del mundo un lugar mejor, ese es el verdadero sentido que sigo buscando año tras año de la Navidad.

Feliz 2022, feliz mundo.

FIRMADO: El Grinch