Se estima que existen alrededor de tres millones de naufragios en los fondos marinos de todo el mundo: estas "islas" de madera sumergidas están demostrando ser un caldo de cultivo vibrante para los microbios en las profundidades marinas, modificando la vida en esos recónditos sectores del planeta. Las plataformas petroleras y otras estructuras también incidirían directamente.

Un nuevo estudio, basado en el análisis de restos de madera provenientes de naufragios ocurridos en el Golfo de México durante el siglo XIX, concluye que estas estructuras sumergidas son hábitats prósperos para los microbiomas de aguas profundas. Según la investigación, liderada por la Dra. Leila Hamdan de la Universidad del Sur de Mississippi, en Estados Unidos, los microbios inician profundos cambios que repercuten en toda la vida presente en los océanos.

Microbios que cambian la vida marina

Se sabe que los pecios o restos de madera de un barco hundido aportan información valiosa sobre diversas cuestiones. De acuerdo a una nota de prensa, ahora se ha comprobado que los naufragios alteran las comunidades microbianas del fondo marino: cada uno de los tres millones de naufragios en los océanos del mundo proporciona un hábitat potencialmente nuevo para la vida marina. 

Como los microbios forman la base de los ecosistemas, el estudio publicado en la revista Frontiers in Marine Science es la primera evidencia de cómo las estructuras humanas afectan la distribución y características de la vida en las profundidades del mar. Además de las estructuras de madera, los científicos creen que las plataformas petroleras y otras intervenciones humanas también podrían tener un efecto similar. 

Conocer y comprender las comunidades microbianas proporciona evidencia temprana y clara de cómo las actividades humanas cambian la vida en el océano. Aunque los especialistas saben que la caída de madera y otras superficies duras son a menudo “islas de vida” en aguas profundas, se ha profundizado muy poco sobre la diversidad microbiana de los hábitats creados por el hombre, que también se encuentran en el fondo marino. 

En otras palabras, los científicos oceánicos saben que los hábitats duros naturales, algunos de los cuales han estado presentes durante cientos o miles de años, dan forma a la biodiversidad en el lecho marino. Sin embargo, la nueva investigación es la primera en mostrar que los hábitats construidos (lugares o cosas hechas o modificadas por seres humanos) impactan directamente sobre las películas de microbios o biopelículas, que también recubren estas superficies. 

¿Hasta dónde llega el impacto humano?

En última instancia, estas biopelículas son las que permiten que los hábitats duros se transformen en islas de biodiversidad, amplificando la vida en la profundidad de los océanos. Para arribar a sus conclusiones, los expertos colocaron piezas de pino y roble a distancias variadas entre 0 y 200 metros de un naufragio. Después de cuatro meses, recuperaron estas muestras y midieron todas las bacterias, arqueas y hongos mediante la secuenciación de genes.

Los resultados mostraron que el roble fue el tipo de madera con el mayor impacto en la diversidad bacteriana, aunque fue menos influyente para las arqueas y los hongos. La diversidad microbiana también varió según la proximidad al lugar del naufragio: el mayor incremento en la diversidad de las especies de microbios se hizo efectivo a una distancia aproximada de 125 metros de los restos del naufragio.

Además de comprobar que los naufragios multiplican la expansión de las especies microbianas en su zona circundante, el estudio muestra que los impactos humanos en el lecho marino están aumentando a través de los múltiples usos económicos del océano. Frente a esto, se requiere un mayor esfuerzo de investigación para determinar cómo los hábitats construidos ya están cambiando las profundidades del mar.

Referencia

Historic Wooden Shipwrecks Influence Dispersal of Deep-Sea Biofilms. Leila J. Hamdan, Rachel D. Moseley et al. Frontiers in Marine Science (2022). DOI:https://doi.org/10.3389/fmars.2022.873445