La evidencia fósil prueba que el oído medio humano evolucionó a partir de una estructura branquial presente en los peces y denominada espiráculo: ahora, los científicos han descubierto cómo se concretó ese proceso evolutivo.

El oído medio humano evolucionó a partir de branquias de peces, según se ha comprobado a partir del análisis de fósiles, realizados en el marco de una investigación realizada por especialistas de la Academia de Ciencias de China. Se sabe que el oído medio humano, que alberga tres pequeños huesos que vibran, es clave para transportar las vibraciones del sonido al oído interno, donde se convierten en impulsos nerviosos que nos permiten escuchar.

Según una nota de prensa, muchas estructuras importantes de los seres humanos se remontan a los peces, como los dientes, las mandíbulas o el oído medio. Aunque esto puede parecer lógico si tenemos en cuenta que las primeras formas de vida compleja surgieron en los mares de la Tierra, la tarea principal de los paleontólogos es encontrar los eslabones perdidos importantes en la cadena evolutiva de los peces a los humanos. 

Rastreando la historia evolutiva

En ese sentido, se sabe desde hace más de un siglo que el oído medio humano evolucionó del espiráculo de los peces, un pequeño agujero detrás de cada ojo que se conecta internamente a la boca en algunas especies. A menudo, esta estructura se ubica hacia la parte superior del animal, una condición que le permite respirar aunque su cuerpo esté enterrado en su mayor parte bajo sedimentos. 

Algunos investigadores del siglo XX, creyendo que los primeros vertebrados debían poseer branquias con espiráculo, buscaron esta estructura en forma reiterada. Sin embargo, a pesar de la extensa investigación de diferentes expertos, no se encontró nunca hasta hoy un espiráculo en ningún fósil de vertebrado. 

Ahora, según un nuevo estudio publicado en la revista Frontiers in Ecology and Evolution, los investigadores chinos liderados por el académico Gai Zhikun han encontrado pistas que parecen resolver este misterio, concretamente en fósiles de galeáspidos acorazados descubiertos en el país asiático. 

En los últimos 20 años, los científicos hallaron un fósil de caja craneana de la especie Shuyu de 438 millones de años de antigüedad, y el primer fósil de galeáspido de 419 millones de años completamente conservado, con filamentos branquiales en la primera cámara branquial. Los fósiles se encontraron en las localidades de Changxing y Qujing, respectivamente. 

Eslabones perdidos

La especie Shuyu ha sido considerada como un eslabón perdido clave entre los peces y los humanos, tan importante como Archaeopteryx, Ichthyostega y Tiktaalik, según indicaron los científicos. El análisis de estos fósiles ha proporcionado la primera evidencia anatómica de un espiráculo vertebrado que se originó en las branquias de los peces. 

El descubrimiento permite aclarar toda la historia evolutiva de esta estructura: en el Polypterus, el pez óseo vivo más primitivo, los espiráculos se utilizan para respirar. Sin embargo, los espiráculos finalmente fueron reemplazados en la mayoría de las especies que no son peces, a medida que las mismas evolucionaron para respirar por la nariz y la boca. 

En los primeros tetrápodos, el espiráculo se usaba en la respiración y era incapaz de sentir el sonido. Más tarde, el espiráculo evolucionó hasta convertirse en el oído de los tetrápodos modernos, y finalmente se convirtió en el canal auditivo utilizado para transmitir el sonido al cerebro, a través de los diminutos huesos del oído interno. Esta función se ha mantenido a lo largo de la evolución, hasta llegar a los actuales seres humanos. 

Referencia

The Evolution of the Spiracular Region From Jawless Fishes to Tetrapods. Zhikun Gai et al. Frontiers in Ecology and Evolution (2022). DOI:https://doi.org/10.3389/fevo.2022.887172