Un gusano acorazado del Cámbrico es similar al antepasado de tres importantes subgrupos de animales modernos: los científicos creen que se trataría de un eslabón perdido, capaz de llenar un vacío que existe actualmente en la evolución de las especies. El gusano fósil, de aproximadamente 1,27 centímetros de largo, fue descubierto en China y pertenecía a una clase extinta de animales con caparazón.

Un equipo internacional de investigadores ha descubierto que un gusano fosilizado y conservado en excelentes condiciones, que data de hace 518 millones de años, se asemeja notablemente al antepasado de tres grupos principales de animales vivos. Denominado Wufengella y desenterrado en China, el gusano contaba con una coraza protectora en su espalda, compuesta por una densa matriz de placas superpuestas. 

Además, Wufengella contaba con un cuerpo carnoso dotado de una serie de lóbulos aplanados que sobresalían de cada lado. Estos lóbulos y el caparazón integrado por placas que se superponían son una evidencia concreta de que el gusano presentaba en vida una apariencia segmentada, como podría ser en la actualidad una lombriz de tierra. Los hallazgos se resumen en un artículo publicado recientemente en la revista Current Biology.

Un gusano reconstruye la historia evolutiva

Estas características hicieron posible que el gusano, de algo menos de un centímetro y medio de largo, fuera catalogado dentro de un grupo extinto de organismos con caparazón, llamados tommotiids. Según una nota de prensa de la Universidad de Bristol, en Reino Unido, que lideró la investigación, su ubicación dentro de este grupo lo posicionaría como un eslabón perdido en la evolución, que derivó en algunas variedades importantes de organismos que actualmente existen en el planeta.

Se sabe que el reino animal consta de más de 30 configuraciones corporales o filos, cada uno de los cuales comparte un conjunto de características que permite diferenciar claramente a algunos animales de otros. El filo podría definirse como una agrupación de animales, basada en que estas especies comparten un plan general de organización corporal

Algunas pocas características se comparten entre más de un grupo o filo, evidenciando la rápida evolución que derivó en la creación de los grandes grupos de animales contemporáneos, en el marco de la llamada Explosión Cámbrica, hace alrededor de 550 millones de años. Precisamente, el gusano Wufengella sería un representante de ese período crucial de la evolución: perteneció a los tommotiids, un grupo de fósiles que es vital para comprender cómo evolucionó otro segmento de animales, los lophophorates.

El pariente más lejano

Los estudios moleculares, que reconstruyen árboles evolutivos utilizando secuencias de aminoácidos, concuerdan con la evidencia anatómica de que tres grupos claves de la evolución animal, los braquiópodos, los briozoos y los foronídeos, son los parientes vivos más cercanos de los los lophophorates, que a su vez derivan de los tommotiids. Sin embargo, hasta el momento no se había encontrado un organismo como Wufengella, que pudiera “unir el rompecabezas” y entender cómo evolucionaron los lophophorates. 

Todos estos filos o grupos de animales evolucionaron hasta conformar especies que hoy conocemos en la actualidad. Los braquiópodos, por ejemplo, se asemejan a los bivalvos (como las almejas) por contar con un par de caparazones y vivir adheridos al lecho marino, las rocas o los arrecifes. Los foronídeos, por su parte, tienen características comunes a algunos gusanos actuales, como un cuerpo segmentado o su tendencia a vivir en tubos o túneles. Los briozoos, en tanto, se muestran hoy como musgos marinos que viven en colonias y sirven de alimento a peces y erizos de mar, entre otras especies. 

En resumen, los científicos indicaron que fósiles como Wufengella son cruciales para rastrear cada linaje animal hasta sus raíces, permitiéndonos observar cómo alguna vez las especies que hoy conocemos se veían completamente diferentes y tenían modos de vida muy distintos en el pasado. Estos comportamientos, a veces únicos y a veces compartidos con parientes aún más lejanos, permiten reconstruir la historia evolutiva de la vida en el planeta.

Referencia

A Cambrian tommotiid preserving soft tissues reveals the metameric ancestry of lophophorates. Jin Guo et al. Current Biology (2022). DOI:https://doi.org/10.1016/j.cub.2022.09.011