Tecnologías disruptivas

La IA revoluciona la ciencia y la docencia

ChatGPT ya publica artículos científicos y es mejor que un MBA medio: lo cambia todo

La Inteligencia Artificial ha entrado en las aulas.

La Inteligencia Artificial ha entrado en las aulas. / Alexandra_Koch en Pixabay.

Eduardo Martínez de la Fe

Eduardo Martínez de la Fe

La IA ha irrumpido en el campo de la ciencia y la docencia, obligando a reinventar los protocolos de generación de conocimiento y los mecanismos para evaluar la formación de alumnos en la enseñanza secundaria y superior.

El chatbot de inteligencia artificial (IA) ChatGPT, que ha arrasado en todo el mundo, ha hecho su debut formal en la literatura científica, acumulando al menos cuatro créditos de autoría en artículos publicados y preprints, informa la revista Nature.

Chat Generative Pre-trained Transformer (ChatGPT) es un generador de textos basado en Inteligencia Artificial (IA) que se alimenta con grandes cantidades de datos de Internet: puede ensamblar información y fabricar oraciones gramaticales coherentes, tanto en inglés como en otros idiomas.

Esta capacidad le permite crear textos que apenas se pueden distinguir de los producidos por los seres humanos, lo que genera nuevos desafíos importantes para una serie de sectores de actividad, entre ellos las escuelas y universidades.

Solo el principio

El problema es que este software, lanzado el pasado noviembre por la empresa OpenIA, está todavía en su infancia y que seguirá aprendiendo y mejorando por sí mismo, lo que sugiere que el impacto que tendrá en la sociedad está todavía en sus inicios.

Hace unas semanas, Darren Hick, profesor de filosofía en la Universidad de Furman en Greenville, Carolina del Sur, descubrió que uno de sus alumnos le había presentado un ensayo bien construido por ChatGPT y comprobó en carne propia lo mal que está preparado el profesorado para lidiar con los generadores de textos a través de la IA.

Autor científico

Ahora le ha tocado el turno a la comunidad científica. El pasado diciembre, un artículo elaborado por un grupo de científicos y publicado en medRxiv, desató las primeras alarmas.

medRxiv es un sitio de Internet que distribuye documentos electrónicos inéditos sobre ciencias de la salud, que todavía no han sido revisados por pares (preprints). Fundado en 2019, ha tenido un rápido crecimiento y, junto con su sitio hermano bioRxiv, han sido fuentes importantes para la difusión de la investigación sobre COVID-19.

En ese artículo, del que es primer autor Tiffany H. Kung, del Departamento de Anestesiología del Hospital General de Massachusetts, Escuela de Medicina de Harvard (Boston, MA), se explica que ChatGPT fue capaz de superar los tres exámenes necesarios para obtener una licencia médica en Estados Unidos, sin necesidad de haber adquirido ninguna formación especializada.

Lo más destacado es que ChatGPT figura como un autor más de este sesudo artículo: concluye que estas herramientas de IA pueden tener el potencial de ayudar a la educación médica y, potencialmente, a la toma de decisiones clínicas.

Más beneficios que riesgos

Como decía Nature, no es el único caso: ChatGPT aparece firmando también, junto a otro autor de la Universidad de Manchester, un artículo publicado este mes en la revista Nurse Education in Practice, así como otro artículo científico publicado en diciembre en la revista Oncoscience.

Un cuarto artículo, coescrito por un chatbot anterior llamado GPT-3 y publicado en el servidor de preimpresión francés HAL en junio de 2022, pronto se publicará en una revista revisada por pares, según su coautora Almira Osmanovic Thunström, neurobióloga de Sahlgrenska, citada también por Nature. Este artículo plantea que los beneficios de usar estas herramientas superan a los riesgos.

La herramienta IA que se ha extendido rápidamente.

La herramienta IA que se ha extendido rápidamente. / ChatGPT.

Debate editorial

La reacción no se ha hecho esperar: los editores de revistas, investigadores y revisores de artículos están debatiendo el lugar de las herramientas de IA en la literatura científica, y si es apropiado citar al robot como autor.

Y la división de opiniones está planteada: unos piensan que ChatGPT o cualquier otro de su generación tecnológica no deben firmar artículos científicos, porque no pueden asumir responsabilidades sobre los contenidos generados ni sobre su integridad. Y otros sugieren reconocer su contribución de forma específica e independiente a la de los autores humanos. El debate está bastante extendido en el mundo de las editoriales científicas, constata Nature, sin poder ofrecer una conclusión clara.

También en la enseñanza

No menos relevante es el impacto de ChatGPT en el mundo de la enseñanza, tal como revela la revista The Week: el caso del estudiante que presentó un trabajo elaborado mediante IA ha sacudido los cimientos de la institución académica.

Se espera un desembarco masivo de trabajos de clase presentados por alumnos y desarrollados con estos programas de IA, para los que los profesores no están preparados, ni tampoco saben cómo encajar.

Unos profesores piensan que ya es demasiado tarde para frenar este desembarco y aseguran que la escritura, tal como está planteada en la escuela secundaria y superior, está condenada.

La alternativa que se sugiere es integrar estas herramientas en el sistema educativo y que se tardará al menos una década en hacer la digestión de este impacto tecnológico en la enseñanza.

Por otra parte, se considera también que este desafío viene bien para trascender una rutina docente que desde hace tiempo viene dando signos de agotamiento. Algunos profesores reconocen que el chat de OpenAI es francamente mejor que el MBA promedio.

Reinventarse

La conclusión es que esta tecnología obligará a reinventar tanto la investigación científica como la docencia: la primera deberá revisar los protocolos de generación de conocimiento aprovechando el potencial de esta tecnología, y la segunda se plantea integrar su extraordinaria capacidad para potenciar el pensamiento crítico entre los alumnos.

Nunca el ser humano se había visto tan acorralado por la tecnología como en este caso, que afecta a un factor crítico de nuestra especie como la generación y difusión del conocimiento científico, del que depende todo lo que sabemos de nosotros mismos y del mundo en el que vivimos.