Los testigos del crimen del Tossal: «El acusado tenía cara de endemoniado»

Las víctimas de la agresión en una zona de indigentes aseguran que el procesado estaba fuera de sí y se puso a atacar a todo el mundo

Los dos acusados sentados en el banquillo al inicio del juicio, el lunes.

Los dos acusados sentados en el banquillo al inicio del juicio, el lunes. / J. A. M.

J. A. Martínez

J. A. Martínez

Con cara de endemoniado, fuera de sí y haciendo aspavientos con las manos. Así se han descrito en el juicio algunas de las víctimas al acusado de matar a un hombre y herir a otras tres personas en un campamento de indigentes en El Tossal de Alicante. En el banquillo se sientan en la Audiencia Provincial el presunto autor material de los ataques y otro procesado en calidad de cómplice. Después de que ambos hayan reconocido los hechos, la vista oral se ha acortado y este miércoles está previsto que empiece la deliberación del veredicto por el jurado popular.

Como ya publicó este diario, el suceso ocurrió el 21 de abril del año pasado. Según el escrito de acusación, Boubdellah G. comenzó a atacar con un cuchillo y pedradas a todas las personas que se cruzaban en su camino. Tres de ellas, pudieron escapar, pero una persona con problemas de movilidad recibió una lluvia de golpes en la cabeza con una piedra de grandes dimensiones mientras estaba indefenso en el suelo. El segundo implicado, Youssef A., le habría facilitado el cuchillo con el que se produjeron los ataques.

Algunos de los heridos declararon este martes en el juicio, aunque en el caso de la primera de las víctimas, no pudo ser localizada, motivo por el que se dio lectura a la declaración que prestó en su día ante el juzgado. Este testigo fue el primero en cruzarse con los dos acusados en el momento en que empezaron los ataques. «Tenía la cara endemoniada. Se lanzó a por mí y se puso a tirarme piedras y a intentar apuñalarme», aseguró. Según su testimonio, el atacante no decía nada. «Estaba enloquecido y no reconocía a nadie», dijo. Una de estas pedradas le alcanzó en la cabeza y con la frente ensangrentada fue a pedir ayuda a la tienda de campaña de un amigo.

Este segundo testigo, que también resultó herido, señaló este martes en el juicio que el otro lesionado se presentó con una brecha en la cabeza pidiendo ayuda. «Me han apedreado, viene con un cuchillo», dijo parafraseando al otro agredido. Según relató, le limpió las heridas y llamó con el móvil al 112. «En ese momento me empezaron a llover piedras y vi que el acusado venía», explicó. Una persona a la que tan solo conocía de vista por el campamento y ese día ni siquiera había hablado con él. «Yo llevaba un brazo escayolado y él me hizo un corte en el otro», relató, condiciones en las que se enfrentó a él.

Fue en ese momento cuando llegó la tercera de las personas que resultó herida ese día, una mujer que acudió en ayuda de su compañero de campamento. «El cuchillo me pasó rozando la cabeza», aseguró, a lo que añadió que su agresor «se puso como loco. Me pegó un guantazo y me arrojó al suelo». Con la ayuda del anterior sin techo pudo ponerse de pie y huir corriendo.

Asesinato

Sin embargo, en el lugar se quedó a solas la víctima que acabó asesinada y que en ese momento venía acompañando a la otra mujer. Aunque no era un indigente del campamento, solía frecuentar la zona, donde tenía varios amigos. Una de las víctimas explicó que el fallecido «ese día había ido a llevar un altavoz y había estado comiendo unos pollos asados con sus amigos en el campamento». El hombre tenía problemas de movilidad a causa de una lesión en la cadera, por lo que no pudo levantarse cuando una de las piedras le arrojó al suelo. «Trataba de protegerse con una silla», dijo la mujer herida, que no llegó a ver cómo se produjo la agresión mortal porque salió huyendo del lugar.

El agresor comenzó a golpearle repetidamente en la cabeza con una piedra de grandes dimensiones. Los forenses destacaron que el fallecido apenas pudo defenderse de estos golpes, que recibió mientras estaba inmóvil en el suelo y que estaban dirigidos hacia zonas vitales. La causa de la muerte fue un traumatismo craneoencefálico. 

Boubdellah aseguró en su día que alguien le debía haber puesto algo en la bebida, porque no recordaba nada de lo que había pasado. Los peritos declararon que no había nada en la analítica que reflejara algo que explicara esa alteración. «Había restos de alcohol, marihuana y tranquilizantes», explicó la psiquiatra, que añadió que estas sustancias lo que producen es somnolencia y que de todas maneras «no sabemos cuándo se produjo ese consumo». Tampoco en el reconocimiento se hallaron antecedentes por alteraciones mentales. Por todo ello, las acusaciones concluyen que el procesado se encontraba en posesión de sus facultades ese día y que sabía lo que hacía.

Tras la confesión de los dos acusados de los hechos en el inicio del juicio el lunes, el fiscal aplicó las rebajas en las penas solicitadas negociadas con las partes: 16 años de prisión por el asesinato, más seis años y medio por las lesiones causadas a los tres indigentes; así como una multa por resistirse y causar lesiones a uno de los policías que trató de detenerle en ese momento. Antes se le pedían penas que sumaban 42 años de cárcel. Al segundo implicado se le piden otros seis años como cómplice del delito de lesiones. Los dos acusados aprovecharon su turno de última palabra para pedir disculpas a la familia de las víctimas.

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