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Arquitectura de autor para el barrio Miguel Hernández

Estudiantes de la Universidad de Alicante proponen reconstruir los edificios con un diseño moderno y adaptado a las necesidades actuales

Un grupo de alumnas trabaja en su proyecto. PILAR CORTÉS

Tirar algunos bloques y ganar alturas en los restantes para liberar espacio y crear zonas verdes, un centro sociocultural y huertos urbanos. Conservar los inmuebles pero rehabilitarlos completamente por dentro adaptándolos a sus residentes añadiendo o quitando módulos en función de las necesidades. Derribar todos los edificios y construirlos nuevos y de mayor altura alrededor de la rotonda con una pasarela que los conecte y con los coches pasando por debajo.

Estas son algunas de las ideas que han propuesto 48 alumnos de quinto de Arquitectura de la Universidad de Alicante (UA) para rehabilitar y reactivar el barrio Miguel Hernández, antes llamado de la División Azul.

El Instituto Valenciano de la Edificación solicita los proyectos de cara a la futura rehabilitación de la zona

La actividad forma parte de un taller de dos días integrado dentro de la Semana Internacional de la Arquitectura que se celebra en el campus. Los alumnos, divididos en grupos de cuatro, trabajaron en el desarrollo de sus ideas tras visitar el barrio el jueves y ver el estado en que se encuentran las viviendas. El taller lo dirige el coordinador del grado y profesor de Estructuras Antonio Maciá y los proyectos contarán para la nota final. Y también contarán para el Instituto Valenciano de la Edificación, encargado de acometer la reforma del barrio, y cuya directora, Begoña Serrano, fue la que lanzó el reto a la Escuela de Arquitectura y ya ha solicitado los trabajos por si alguna de las ideas se puede aplicar en un futuro en las obras.

El barrio de viviendas sociales se levantó en 1952 con el diseño del entonces arquitecto municipal Miguel López, que contó con la colaboración del arquitecto ilicitano Antonio Serrano. Está compuesto por 20 bloques que albergan 521 viviendas y 21 locales comerciales. Su estado actual es lamentable y la conselleria ya ha licitado el proyecto para rehabilitar al menos dos de los edificios tras años de reivindicaciones.

Triple problemática

Maciá destaca que los estudiantes deben enfrentarse a una triple problemática. Por un lado el propio deterioro de los inmuebles, los problemas de estructura y las humedades. Por otra, la configuración del espacio urbano que esconde calles entre bloques sin uso para la ciudad. Y, además, la problemática social de la zona.

«Para el IVE las aportaciones de los alumnos pueden resultar de utilidad porque son ideas frescas, sin contaminar y aunque algunas son utópicas otras son perfectamente realizables», indica el coordinador.

Para ayudar a los alumnos en el taller también participó el profesor Ángel Velasco que ha acometido recientemente la rehabilitación de un antiguo mercado en Melilla que ha transformado en un conservatorio, escuela de idiomas y centro social con espacios pensados para fomentar la relación entre cristianos y musulmanes. Velasco guió a los alumnos para que no se limitaran sólo a arreglar los edificios sino que pensaran más allá y definieran cómo quieren que sea la vida del barrio.

Raquel Miralles, José Espinosa, Estefanía Mira y Paula Murcia se han centrado en la remodelación interior de los inmuebles. «La comunidad que vive en Miguel Hernández es muy dinámica en el sentido de que puede vivir una persona sola y que de repente le lleguen su hijo con sus nietos a vivir allí. Por eso hemos ideado construcciones modulares con las que una vivienda disponga de más o menos espacio en función de las necesidades partiendo de unos metros cuadrados que sean privativos y otros comunes. También es importante crear espacios comunes que atraigan al comercio y a gente de diferentes edades y culturas», explican.

El grupo formado por Ana Santos, Ángel Mateo, Pascual Escorza y Laura Pérez ha realizado una intervención urbana rebajando las alturas de los bloques y creando zonas de esparcimiento y un centro para mayores que sirva también como punto de encuentro artístico para que se beneficien ambas partes y con un vivero de empresas que dinamice el acceso al mercado laboral de los residentes, al tiempo que atraiga a personas ajenas al barrio.

«La disposición en paralelo de los edificios no invita a pasar por allí al resto de ciudadanos. Nuestra idea es abrir la zona y liberar las plantas bajas para revitalizarla», indican Irene, Nerea, Luz y Raquel.

Una de las propuestas más utópicas y modernas es la de Claudia Conejero, Pau Luna, Manuel Muñoz y Daniel Gil. Ellos lanzan la idea de construir un gran edificio circular en altura en la rotonda y liberar el resto de espacio para el colegio y una gran zona deportiva. En el edificio dispondrían de anillos de conexión interiores y el tráfico pasaría por debajo de las viviendas.

Proyectos de alumnos que pueden cambiar normas

El Instituto Valenciano de Edificación (IVE) ya ha lanzado retos en otras ocasiones a los universitarios. Y tiene en cuenta sus ideas. El curso pasado este organismo sacó un concurso para rehabilitar una vivienda del parque público de València y participaron alumnos de la Universidad de Alicante y de la Universidad Politécnica de València que presentaron propuestas innovadoras.

Ahora el IVE planea introducir algunas de sus ideas en el marco del cambio de normativa de la edificación en la que están trabajando. En algunas cuestiones se ha quedado desfasada si se tienen en cuenta las nuevas formas de vida y de las soluciones habitacionales que demandan los jóvenes y es posible que algunas de las propuestas de los alumnos sirvan para replantearse algunas prohibiciones. Así, las normas de la edificación de la Comunidad Valenciana se irán adaptando a la nueva realidad.

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