La transformación digital en las Administraciones Públicas es una necesidad reconocida por todos que se ha hecho más evidente en la nueva normalidad provocada por la pandemia.

Términos como blockchain, IA, Smart City, Smart Campus, Smart Watch, están presentes en el día a día. Pero los ciudadanos no pretendemos ser digitales simplemente en el ámbito laboral o de ocio, y tenemos derecho a poder relacionarnos con la Administración Pública de la misma manera que nos comunicamos con nuestros amigos o familias, a través de WhatsApp y Redes socia­ les, o interaccionar con las mismas herramientas con las que lo hacemos con nuestro banco, gracias a una firma digital segura.

Esto no es algo sencillo. Las Administraciones Públicas se mueven de forma lenta, condicionadas por leyes y normativas, o con la limitación presupuestaria en las áreas tecnológicas, y esto hace que la adaptación a las necesidades de la ciudadanía sea compleja y precise de ayuda de expertos, recursos financieros e iniciativas que apoyen su transformación.

Actualmente está en vigor el Plan de Transformación Digital de la Administración que, dadas las dificultades para implementarlo con éxito, se ha ampliado hasta el 2 de octubre del 2020. Es la fecha límite para que el conjunto de administraciones disponga de una serie de servicios digitalizados. De esta forma, los ciudadanos de cualquier municipio deberíamos poder hacer cualquier gestión con nuestro ayuntamiento de manera tradicional, yendo físicamente a la sede municipal, o de manera digital, por Internet, siendo nosotros los que decidamos cuál de las opciones utilizamos.

Hoy día, la mayoría de los Ayuntamientos ya tienen trámites digitalizados. El 86% de las administraciones declaraban estar en un nivel intermedio o avanzado en sus procesos de digitalización, por lo que llegar a octubre de 2020 con buena nota no va a ser difícil. El reto está en la esencia del significado de Digital o de Sociedad Digital, que se caracteriza por varios factores que debemos tener en cuenta:

  1. Los ciudadanos somos usuarios con derechos y debemos ser el centro de la digitalización. Si una administración no tiene en cuenta al conjunto de la ciudadanía, cualquier plan de transformación será un fracaso.
  2. Seguridad y más seguridad en todos los ámbitos. Es imprescindible la inversión en herramientas que eviten los ataques de virus y hackers. Los ciudadanos tenemos que tener la seguridad de que nuestros datos están seguros y a salvo de las manos y los ojos de los bandoleros del siglo XXI. También se debe invertir en equipamiento para almacenarlos, los llamados Centro de Procesos de Datos o CPDs, un buen circuito de Internet con mucha velocidad y, de nuevo, más seguridad.
  3. Legislación. Las administraciones tienen a la rigidez legislativa como espada de Damocles. Y esta legislación debe ser eficaz, realista y actual y tener en cuenta a los empleados públicos, que son los que interactuarán con ellas y los que velan por nuestros intereses. Los empleados públicos necesitan ser oídos, formados y dotados de equipos informáticos de primer nivel.
  4. Inmediatez. La Sociedad Digital es cambiante de forma constante y exige una capacidad de adaptación muy alta. Los cambios tecnológicos se pueden producir en poco tiempo. Los cambios tecnológicos producen cambios sociales y las administraciones tienen que anticiparse a ellos.

Es fundamental realizar un estudio serio sobre el estado real de las administraciones, si tienen infraestructuras capaces de soportar los servicios, sus aplicaciones y seguridad, las competencias de los empleados públicos, su formación o los medios técnicos que dispone. De esta manera, podremos hacer una evaluación real de las necesidades e implementar un plan de medidas para paliarlas y avanzar hacia el futuro con bases sólidas. Construyendo una presencia digital que sea útil y real y que nos permita alcanzar nuevos retos futuros, la evolución a una Smart City que integre y dé respuesta a nuestras necesidades, haciéndonos ganar en calidad de vida y salud.

El conjunto de administraciones precisa de compañeros de viaje y socios independientes, líderes en campos de conocimiento como la investigación, la innovacwn, el emprendimiento, la arquitectura, la ingeniería, la psicología, la sociología o la salud. Aquí las Universidades y sus centros de transferencia tecnológica tienen un papel clave a realizar.