La comunidad científica ha alertado de que el riesgo de contagio por coronavirus es veinte veces mayor en espacios cerrados que en exteriores. La Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche se toma muy en serio esta advertencia y, por este motivo, cuenta con un minucioso protocolo para la correcta ventilación en las más de cien aulas que tiene en sus campus. La receta de la Universidad ilicitana cuenta con tres elementos claves: sobreventilación, medición de los niveles de CO2 y primar la emergencia sanitaria sobre la eficiencia energética y el confort. Así que ante el dilema de pasar frío o correr el riesgo de contagiarse, la respuesta es evidente: hay que evitar la propagación del virus a toda costa.

El protocolo de ventilación de la UMH sirve de ejemplo para la comunidad educativa, hasta el punto de que está siendo imitado por otras universidades, así como por colegios e institutos. La institución académica toma como base para la prevención del coronavirus por el aire el manual de 17 recomendaciones que ha elaborado la Asociación Española de Climatización, cuyo presidente del comité técnico es el vicerrector de Infraestructuras de la UMH, Pedro Vicente Quiles. Estas recomendaciones han sido adoptadas por el Gobierno en la guía que ha difundido para evitar que una persona contagiada pueda propagar el virus a otros usuarios de un mismo edificio.

La primera clave que aplica la UMH es la de maximizar la ventilación para evitar que las gotas que se emiten al respirar permanezcan durante horas en el interior de las aulas y puedan pasar de unas personas a otras por vía aérea. «Se han documentado casos de empleados que han contagiados a 90 compañeros en una oficina y nos tenemos que proteger contra eso», señala Quiles. El vicerrector apuesta para ello por las corrientes naturales, siempre que sea posible, aunque en el campus hay muchas aulas que no cuentan con ventanas. Por este motivo, se ha cambiado la forma de trabajar de la maquinaria de los edificios para que ventilen al máximo.

«Este invierno va a haber que sobreventilar y, si por ello, no se alcanza una temperatura de confort habrá que asumirlo. Es mejor tener aulas a 15 grados que brotes entre nuestros estudiantes», resuelve el vicerrector, quien también prioriza la cuestión sanitaria a la eficiencia energética ante el momento excepcional que se vive a nivel global. Otra cuestión clave es contar con equipos que miden el CO2 en el ambiente. «En la calle tenemos 420 partes por millón de CO2, que es lo ideal, y si la ventilación no es buena en los edificios podemos irnos a 1.000 o 1.500 ppm. A partir de 700 u 800 ppm el riesgo es grande», explica Quiles, quien también cuenta que la UMH ha hecho un barrido en todas sus aulas para corroborar que los niveles de CO2 son óptimos.

Más allá de la sobreventilación a través de corrientes naturales o de manera artificial y el control de los niveles de CO2, la UMH también recomienda reducir la recirculación del aire en los equipos interiores y tener los extractores de baño encendidos día y noche.