Con un metodología activa y participativa se busca que los alumnos «trabajen y desarrollen el sentido del ritmo y del oído armónico, habilidades básicas y necesarias para cualquier profesor de música». O lo que es lo mismo, desarrollar la concentración y la creatividad. Y no sólo eso. También pretende, según Hernández, vivenciar los componentes de la música a través de la práctica motivante: tempo, compás, ritmo, técnica instrumental, armonía, forma, etc.

Para ello se cuenta como docente a Gabriel Mirelman Karger, experto en producción musical y composición. Este especialista se ha formado con prestigiosos músicos de jazz internacionales, como el armonicista Antonio Serrano, el pianista Barry Harris o el guitarrista Peter Bernstein. Además, ha escrito un libro para aprender a tocar y ha creado un juego pedagógico (Baraja Ladomi) para trabajar los intervalos y la entonación.

El primer taller se centra en el reconocimiento y construcción de distintas claves rítmicas basadas en la subdivisión del tiempo y su aplicación práctica. Es decir, aquellas «que se pueden crear dentro de un compás de ‘cuatro por cuatro’, incorporando el sentido rítmico de la ‘subdivisión’. Este es un elemento fundamental para la correcta comprensión del ritmo, junto con el pulso y el sentido del compás», advierte Hernández.

La segunda sesión tiene como objetivo el reconocimiento auditivo de los grados tonales fundamentales: tónica, subdominante y dominante, los acordes más importantes de una tonalidad mayor y menor. «Aprenderán a analizar y reconocer de forma auditiva los principales grados armónicos de una audición, bien en una pieza de música clásica, popular o del repertorio infantil». Por último, se desarrollará el Taller de Parámetros del sonido y simulacro de sonorización de un pequeño concierto, en la teoría y su aplicación práctica.

Cristina Rodríguez y Flavia Benito, futuras maestras de Música del CEU Elche.

¿Qué opinan los futuros maestros de Música?

Natalia Ripoll López destaca que «los talleres están siendo bastante útiles de cara a la asignatura y a nuestro futuro como docentes, además de ser dinámicos y entretenidos», al tiempo que considera que «lo más importante es que aprendimos más y se asentaron mejor algunos conocimientos tratados anteriormente en clase».

Además, según explica Flavia Benito Martínez, los talleres les han enseñado cómo ser capaces de crear diferentes ritmos, llevar de manera adecuada el pulso y profundizar sobre los acordes que se pueden formar. «Además, pudimos aprender a tocar una canción en conjunto que nos hizo vivir la música de otra manera, ya que pocas veces he podido ser partícipe de interpretar una canción de esa forma», señala Flavia Benito.

Por ello, Alejandro Mira Navarro pone en valor que estos talleres permiten «ampliar el conocimiento musical y de estilos musicales necesarios para nuestro futuro como docentes». Al mismo tiempo, «hemos aprendido nuevas formas de enseñar y enfocar la enseñanza musical, fomentando un mejor aprendizaje en los más pequeños».

Cristina Rodríguez Peñalver recuerda que todo el proceso «fue muy divertido y aprendimos muchas cosas que solo habíamos visto por encima», describiendo que en el segundo taller interpretamos la canción de “Sofía” con el ukelele y con xilófonos altos y bajos y también utilizamos palos musicales.

Un concierto en directo en el aula

En la clase de Historia de la Música, el alumnado tuvo una clase diferente: Coro Hernández Rodríguez, violonchelista que ha formado parte de varias orquestas filarmónicas y sinfónicas, les contó la importacia de la Suite en la música del Barroco. Y no sólo eso. También interpretó un par de movimientos de la Suite nº2 en Re menor de J. S. Bach, así como un Capricho de otro compositor del barroco (a petición de los alumnos). Para Flavia Benito, esta experiencia ha sido especial. «Pienso que la música se aprende mucho mejor a través de la práctica, aparte de que escuchar todo tipo de música es algo que aporta y te ayuda a crecer y a ampliar conocimientos».

Aída Martínez, alumna de Magisterio.

“Se es maestro para toda la vida”. Aída Martínez, Estudiante del doble grado de Educación Infantil y Primaria.

Aseguran sus profesores que Aída Martínez es un ejemplo de superación, de compromiso con su profesión y de pasión por lo que hace. Para esta joven, que durante los cinco años de carrera universitaria trabajaba en la agricultura para pagarse los estudios y asistía a clase, la iniciativa es su bandera. Curiosa, tímida, risueña, humilde espera incorporarse, cuando finalice su TFG, a una oferta laboral como maestra en Alemania. Todo un reto y un desafío que no la amilana, pese a que reconoce que tiene cuatro meses para alcanzar un nivel de alemán para dedicarse a lo que le apasiona.

 

Pero antes de llegar a este momento, justo cuando tenía que decidirse sobre qué estudiar, a Aída le surgieron las dudas. Y el motivo de su elección dice mucho de su carácter y de su espíritu de mejorar constantemente. «Me gustaban varias carreras, pero al final escogí el doble grado en educación infantil y primaria. Cuando lo pienso, creo que elegí estos estudios por el hecho de que una gran parte de los profesores que había conocido en mi vida fueron más bien el contrario al modelo a seguir. Siempre me gustó aprender, incluso cuando la escuela no promovía ese aprendizaje y tenía que buscarlo por mí misma».

 

Pero una vez tomó la decisión, las dudas se disiparon y apareció su voluntad de ser maestra. «Que los niños puedan ver que aprender es útil y puede ser muy divertido, si se plantea de la forma adecuada», asegura ahora, cinco años después de matricularse en el doble grado de Educación Infantil y Primaria del CEU en Elche.

 

¿Qué te inspira para ser maestra?

Cuando pienso en qué me inspira a ser maestra me vienen varias cosas a la cabeza. Una es la curiosidad de los niños por las cosas, muchas veces por cosas que los adultos pasamos inadvertidas pero que a ellos les generan mil dudas. Y, por ende, tú, como docente, acabas fijándote y aprendiendo junto a ellos.

Otra cosa que me inspira es, por decirlo de alguna manera, su transparencia. Los niños no fingen, son como son y así te lo demuestran, se dan cuenta de quién se preocupa por ellos y a estas personas les otorgan su cariño. Por poner un ejemplo, en las prácticas, a los alumnos a los que más veces llamaba la atención eran los que más cercanía acababan mostrando. Sabían que no les reñía sin razón, sino porque me preocupaba por ellos. Aunque la gente piense que los niños no se dan cuenta de muchas cosas, sí lo hacen. Otra razón es que me gusta aprender y enseñar lo aprendido.

¿Qué papel crees que debe desempeñar un maestro en la educación de niños y niñas?

Para ser maestra, desde mi punto de vista, es primordial que te guste, pues debes seguir haciéndolo de por vida. Los conocimientos cambian gracias a los avances científicos y si no te formases sería imposible enseñar a tus alumnos.

¿Cómo ha sido la experiencia de las prácticas que has realizado durante la carrera?

Los periodos de prácticas que realicé en el colegio San José de Cluny de Novelda fueron de lo mejor de la carrera. En ese tiempo te pones a prueba para saber si es lo que de verdad te gusta y en lo que quieres desarrollarte en el futuro. Y en mi caso, así fue. No es que todo en las prácticas sea perfecto, hay retos a los que te tienes que enfrentar por primera vez, incertidumbre por cómo actuar en determinadas ocasiones, etc. Pero, gracias a eso aprendes, que es de lo que se trata. En clase cada día es diferente al anterior. Aun siendo los mismos niños y las mismas asignaturas, siempre había nuevas curiosidades, nuevas explicaciones, nuevas anécdotas. La verdad es que nunca te aburres.

¿Hacia dónde quieres encaminar tu futuro profesional cuando acabes la carrera?

A través de las asignaturas más prácticas de la carrera, en las que se nos pedía programar sesiones o crear actividades para trabajar temarios concretos, así como los trabajos de fin de grado, he descubierto que me gusta investigar y crear proyectos de intervención. Si bien es cierto que por ahora mi idea es trabajar como maestra de infantil o de educación física, no descarto que en el futuro no intente dedicarme a la investigación. Las cosas cambian y nunca se sabe lo que pasará en unos años. Para muestra un botón: uno de mis sueños desde adolescente era vivir y trabajar en el extranjero y ahora está a punto de hacerse realidad.

Es cierto, ahora te marchas a Alemania.

Durante la carrera busqué formas de trabajar como docente en otros países. E, incluso, me planteé estudiar el master de enseñanza de español como lengua extranjera, puesto que hay países que demandan este tipo de formación. Pero un día encontré por casualidad una oferta del Ministerio de Trabajo Alemán para ser educadora infantil en Alemania y no me lo pensé mucho.

Envié mi curriculum, honestamente, sin muchas esperanzas, pues acababa de terminar la carrera y no contaba con mucha experiencia, pero me seleccionaron. Y así empieza mi aventura: sin saber una sola palabra en alemán tengo por delante cuatro meses de curso intensivo de idioma para alcanzar el B1, requisito para poder trabajar en la escuela infantil alemana. Y tras eso, en verano, la mudanza al país germano para trabajar en lo que me apasiona, seguir aprendiendo el idioma y descubrir otra cultura.

¿Por qué quieres trabajar en Alemania como docente?

Me alegro de poder ir a trabajar a Alemania para poder ver nuevos enfoques didácticos. Allí las escuelas son muy diferentes a las de aquí. Las metodologías son más libres y activas; los grupos más reducidos, para que cada niño sea atendido debidamente. Siento que allí voy a poder cumplir con lo que siempre se nos dice en la carrera: «Guiad a vuestros alumnos, acompañadlos en sus procesos de aprendizaje respetando sus ritmos e intereses».