La creatividad musical se cuela en las aulas del CEU de Elche para formar a los maestros del futuro

Un grupo de alumnos de Magisterio vive una experiencia didáctica basada en la construcción de instrumentos, el trabajo en equipo y la expresión artística a través del ritmo y la improvisación

Durante la primera parte de la sesión, los alumnos construyeron sus propios instrumentos.

Durante la primera parte de la sesión, los alumnos construyeron sus propios instrumentos. / INFORMACIÓN

La Universidad CEU Cardenal Herrera ha desarrollado una experiencia pedagógica innovadora con estudiantes de los grados en Educación Infantil y Primaria en su campus de Elche. Bajo la coordinación de las profesoras Teresa Hernández y Gemma Quirant, de la Mención de Música, el alumnado ha participado en una dinámica de creación sonora donde la experimentación, el ritmo y la colaboración han sido los pilares fundamentales del aprendizaje.

Impartida por el músico y pedagogo Gabriel Mirelman, la propuesta ha combinado dos enfoques: la fabricación manual de instrumentos musicales con materiales reciclados y la creación de una performance grupal en la que los participantes utilizaron esos instrumentos junto a recursos como boomwhackers, piano o ukelele. Más allá del resultado artístico, el objetivo ha sido acercar a los futuros docentes a herramientas didácticas que podrán aplicar en el aula para enseñar contenidos curriculares desde la música y la emoción.

Un momento del taller de música.

Un momento del taller de música. / INFORMACIÓN

Aprender música construyendo y tocando en grupo

Durante la primera parte de la sesión, los alumnos construyeron sus propios instrumentos: panderos cuadrados, palos de lluvia o shakers elaborados con madera, tubos de cartón o cinta de embalar. En la segunda, todos los elementos se integraron en una creación musical colectiva, en la que cada estudiante aportó su “granito de arena” sonoro para dar forma a una obra común.

La experiencia permitió repasar conceptos básicos como el pulso, la clave rítmica o la armonía a través de la creación de acordes, pero, sobre todo, reforzó valores esenciales como la escucha activa, la coordinación grupal y la creatividad compartida. “Hacer música en grupo ayuda a colaborar, a respetar los tiempos del otro y a disfrutar del proceso”, destaca la profesora Teresa Hernández.

Una vivencia con impacto didáctico y emocional

La propuesta ha servido además para desarrollar varias de las competencias clave que deben adquirir los estudiantes del Grado en Educación: desde la competencia didáctica, mediante el uso de metodologías activas, hasta la gestión de aula, aprendiendo a organizar tiempos, espacios y dinámicas de ensayo. También se reforzó el dominio de contenidos curriculares de música, así como las habilidades expresivas de comunicación a través del lenguaje sonoro.

La experiencia permitió repasar conceptos básicos como el pulso, la clave rítmica o la armonía a través de la creación de acordes.

La experiencia permitió repasar conceptos básicos como el pulso, la clave rítmica o la armonía a través de la creación de acordes. / INFORMACIÓN

La música puede ayudar a formar personas más sensibles y equilibradas, más felices”, subraya Teresa Hernández, citando a su padre, el pedagogo Juan Hernández Freixinós, figura de referencia en su vocación como docente y en su concepción de la música como recurso educativo transversal.

Un facilitador de experiencias musicales inclusivas

Gabriel Mirelman, encargado de guiar la sesión, es músico intérprete, docente de improvisación y creador del juego didáctico Baraja Ladomi. Aunque actualmente no ejerce como maestro de música, su perfil combina la formación artística con una sólida experiencia educativa en propuestas innovadoras vinculadas a la música moderna y a la enseñanza no convencional.

Esta colaboración responde al compromiso del CEU de ofrecer a su alumnado experiencias vivenciales de calidad con profesionales del sector educativo y artístico. “Aunque no todos nuestros estudiantes vayan a especializarse en música, es fundamental que conozcan su valor pedagógico y puedan integrarla como una herramienta transversal en sus futuras aulas”, concluye Hernández.

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