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El CEU trata el uso delictivo de la tecnología y la expansión silenciosa del crimen organizado en España

La II Jornada sobre Inteligencia, Terrorismo y Criminalidad Organizada reúne a juristas, analistas y profesionales de la seguridad para analizar las nuevas amenazas híbridas y el impacto de los drones y la IA en la criminalidad actual

Según los expertos, la amenaza ya no es visible, pero sí predecible, siempre que se sepa dónde mirar.

Según los expertos, la amenaza ya no es visible, pero sí predecible, siempre que se sepa dónde mirar. / INFORMACIÓN

La lucha contra el crimen organizado ya no se libra solo en las calles, sino también en los servidores, los aeropuertos y los teléfonos móviles. Las redes criminales han encontrado en la tecnología una aliada poderosa para blanquear capitales, espiar objetivos y controlar territorios sin levantar sospechas. Frente a ese escenario cambiante, la Universidad CEU Cardenal Herrera de Elche ha vuelto a convertirse en foro de reflexión con la celebración de la II Jornada sobre Inteligencia, Terrorismo y Criminalidad Organizada, un encuentro que ha reunido a juristas, magistrados, analistas e investigadores de cuerpos de seguridad para analizar los nuevos desafíos que plantea la delincuencia global.

La jornada, coordinada por José Luis Gil Valero, co-delegado en España de la Asociación Europea de Analistas de Inteligencia Criminal (EACA), y por la profesora de Derecho Civil Lola Cano Hurtado, contó con la inauguración del vicerrector del CEU UCH en Elche, Álvaro Antón Antón, y la participación de un elenco de ponentes que abordaron desde distintas disciplinas la evolución del terrorismo, la criminalidad organizada y la inteligencia aplicada a la seguridad pública.

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Las redes criminales han encontrado en la tecnología una aliada poderosa para blanquear capitales, espiar objetivos y controlar territorios sin levantar sospechas. / INFORMACIÓN

Una universidad como foro frente a la desinformación

Lola Cano subrayó la necesidad de abrir espacios académicos donde estos temas puedan debatirse con rigor. Explicó que, en un momento en el que la sociedad se informa mayoritariamente a través de titulares o redes sociales, conceptos tan complejos como terrorismo, inteligencia criminal o radicalización suelen llegar al público distorsionados.

Su propósito, dijo, es precisamente lo contrario: convertir la universidad en un espacio de conocimiento contrastado, donde se escuche tanto la voz de los investigadores como la de quienes están en primera línea de la seguridad y la justicia.

Esta segunda edición de las jornadas, celebrada en el Aula Magna del edificio de Carmelitas, consolidó la línea de trabajo iniciada el año anterior: tender puentes entre el ámbito académico y el profesional. Por ello, junto a estudiantes y docentes del grado en Derecho, asistieron miembros de la Policía Nacional, la Guardia Civil, abogados y técnicos de emergencias. Cano insistió en que “la educación es también una forma de prevención”, y que formar juristas, analistas y ciudadanos con criterio crítico frente a la manipulación informativa es una tarea inaplazable.

Crimen organizado: entre la economía global y las zonas grises

Por su parte, José Luis Gil Valero ofreció una panorámica sobre la evolución del crimen organizado y su creciente hibridación con otros fenómenos, como la corrupción o el terrorismo. Gil explicó que las redes delictivas actuales ya no operan como estructuras jerárquicas y violentas, sino como auténticas corporaciones trasnacionales que se aprovechan de los vacíos legales y de la lentitud de los Estados.

En su intervención, alertó de que España se ha convertido en un punto estratégico dentro de las rutas delictivas europeas: una puerta de entrada y salida de capitales y mercancías ilegales, en la que confluyen intereses de grupos procedentes de los Balcanes, América Latina y el Magreb. Las organizaciones ya no se limitan al tráfico de drogas; diversifican sus actividades hacia el fraude fiscal, la ciberdelincuencia y el control de empresas pantalla.

Gil Valero señaló que la inteligencia criminal europea está enfrentándose a un tipo de criminalidad difusa, donde las fronteras entre lo lícito y lo ilícito son cada vez más borrosas. Estas redes, añadió, recurren a mecanismos de camuflaje financiero, al uso de intermediarios legales y, en algunos casos, a la infiltración en instituciones o corporaciones públicas. El analista también advirtió del uso creciente de menores en actividades delictivas, así como de la radicalización ideológica a través de internet, un fenómeno que, aunque distinto del terrorismo clásico, comparte sus métodos de captación y desinformación.

Para Gil, los analistas de inteligencia criminal deben aprender a leer la información en contexto, filtrar grandes volúmenes de datos y detectar patrones que no siempre son evidentes. En este sentido, la inteligencia artificial se presenta como una herramienta prometedora, aunque también plantea dilemas éticos y jurídicos por la gestión de datos personales y la posibilidad de sesgos algorítmicos.

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La inteligencia artificial se presenta como una herramienta prometedora, aunque también plantea dilemas éticos y jurídicos. / INFORMACIÓN

Tecnología al servicio del crimen: la era de los drones

Entre los ponentes de esta jornada se encontraba el subdirector del Grupo GEES Spain, Alberto Velasco Polo, que dedicó su intervención a abordar un asunto tan novedoso como inquietante: el uso de drones por parte del crimen organizado. Velasco, especialista en inteligencia aplicada y seguridad táctica, explicó que las organizaciones criminales han comprendido el potencial de estas aeronaves ligeras, cada vez más accesibles y con mayor capacidad de carga, autonomía y precisión. En manos delictivas, dijo, se han convertido en herramientas eficaces para el contrabando, la vigilancia de objetivos, el transporte de drogas o el espionaje a fuerzas de seguridad.

El experto enumeró varios casos recientes en España y en Europa donde los drones han sido empleados para introducir sustancias ilegales en centros penitenciarios, realizar seguimientos de convoyes policiales o incluso interferir en operaciones aéreas. Su capacidad para volar sin ser detectados, grabar o transportar pequeñas cantidades de material sensible, los convierte en un vector de riesgo que evoluciona más rápido que la legislación, apuntó.

Velasco puso como ejemplo el incidente que obligó al cierre temporal del aeropuerto de Alicante-Elche hace unos meses por la presencia de un dron en el espacio aéreo, una situación que evidenció la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas ante un fenómeno para el que aún no existen protocolos uniformes.

Durante su exposición, reclamó una revisión urgente de la normativa, la inversión en tecnología antidron y la formación especializada de las fuerzas locales de seguridad, que con frecuencia carecen de medios para identificar y neutralizar estos dispositivos. Su análisis conectó con una idea transversal a toda la jornada: la tecnología puede ser una herramienta de seguridad o una amenaza, dependiendo de quién la utilice y con qué fines.

Entre el terrorismo y la criminalidad organizada: amenazas híbridas

Las intervenciones posteriores de jueces y expertos en inteligencia ahondaron en la convergencia entre terrorismo y crimen organizado. Ambos fenómenos, coincidieron, comparten canales de financiación, logística y propaganda, especialmente en contextos de inestabilidad internacional. Los asistentes debatieron cómo las organizaciones terroristas han incorporado métodos típicos del crimen organizado —como el tráfico de armas o de personas— mientras que los grupos criminales adoptan estructuras propias de la insurgencia para consolidar su poder en determinados territorios.

En ese sentido, la magistrada Laura Cristina Morell Aldana, del Juzgado de lo Penal n.º 2 de Castellón, intervino de forma telemática para explicar los retos procesales que plantea la delincuencia organizada en los tribunales, desde la cooperación internacional hasta la protección de testigos. Por su parte, Carlos Pérez del Valle, catedrático de Derecho Penal del CEU, analizó la evolución del marco legal europeo en materia de terrorismo y la necesidad de adaptar las normativas nacionales a las nuevas formas de radicalización y a los delitos cometidos en el entorno digital.

Desde las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado, el inspector de la Policía Nacional, perteneciente a una unidad de investigación que opera con reserva de identidad, ofreció una visión práctica sobre la conexión entre terrorismo y crimen organizado, destacando cómo ambos fenómenos comparten redes de financiación y métodos de comunicación. En cuanto a Aurelio Delicado Vílchez, inspector retirado de la Policía Local de Elche, centró su ponencia en exponer la importancia de los equipos especializados en la prevención y detección temprana de riesgos.

El papel de la inteligencia: anticipar antes que reaccionar

Uno de los ejes que atravesó todo el debate fue el papel de la inteligencia criminal como instrumento preventivo. Los analistas y profesores presentes coincidieron en que el futuro de la seguridad pasa por anticipar los riesgos mediante la integración de datos y la cooperación entre cuerpos y agencias.

Gil Valero explicó que el trabajo del analista consiste en convertir información dispersa en conocimiento útil, algo que requiere tiempo, contexto y recursos técnicos. A su juicio, los Estados tienden a reaccionar a los delitos una vez cometidos, cuando el objetivo debería ser detectar los indicios tempranos de las actividades criminales.

En este sentido, la formación universitaria en inteligencia aplicada —una disciplina relativamente joven en España— está contribuyendo a profesionalizar un campo donde confluyen la criminología, el derecho y la tecnología. La jornada del CEU de Elche, dijo, ejemplifica esa necesaria alianza entre el saber académico y la experiencia operativa: un espacio donde los analistas pueden contrastar modelos teóricos con la práctica de la investigación policial y judicial.

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Los expertos coincidieron en que la posición geográfica de España convierte al país en un enclave estratégico para el tránsito de personas, mercancías y capitales. / INFORMACIÓN

España en el tablero internacional

Los expertos coincidieron en que la posición geográfica de España convierte al país en un enclave estratégico para el tránsito de personas, mercancías y capitales. Esto, unido a su proximidad a África y al Mediterráneo, lo expone a redes que operan a escala global. En los últimos años, las autoridades han detectado un aumento de grupos criminales procedentes del Este de Europa y del norte de África que se asientan en la península, aprovechando su infraestructura logística y su red de transportes. Estas organizaciones actúan con un perfil bajo, utilizando empresas pantalla y movimientos financieros opacos.

A diferencia de los cárteles tradicionales, su objetivo no es dominar territorios sino flujos: rutas de mercancías, cadenas de suministro y puntos de entrada a la Unión Europea. Esta nueva configuración del crimen organizado —más empresarial que mafiosa— exige, según los ponentes, un enfoque de inteligencia económica capaz de rastrear movimientos de capital y anticipar fraudes complejos.

Un escenario en constante transformación

La expansión de la inteligencia artificial y de los dispositivos autónomos introduce un nuevo campo de riesgo, tanto para la privacidad de los ciudadanos como para la estabilidad de las infraestructuras. En ese escenario, la capacidad de las instituciones para cooperar y compartir información será determinante.

Como recordaron los organizadores, la delincuencia organizada y el terrorismo se adaptan con rapidez; las instituciones deben hacerlo con inteligencia. Y es que la II Jornada sobre Inteligencia, Terrorismo y Criminalidad Organizada del CEU de Elche dejó una idea central: la seguridad del siglo XXI se juega en un tablero global y tecnológico. Los drones, la inteligencia artificial, las redes financieras y la desinformación se han convertido en armas que los Estados y las organizaciones criminales utilizan con estrategias cada vez más similares.

Frente a ello, la formación, la cooperación y la investigación se erigen como los tres pilares que pueden marcar la diferencia entre anticipar el delito o reaccionar tarde. En palabras de los expertos, la amenaza ya no es visible, pero sí predecible, siempre que se sepa dónde mirar.

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