La necesidad de establecer un sistema de mediación bien estructurado, en todos los niveles de enseñanza, especialmente en la universitaria. Este es el motivo del libro Mediación y educación en valores. Hacia una estrategia de Desarrollo Sostenible. Una monografía de la profesora de Derecho del CEU de Elche, Rosa García, en la que propone un modelo para generar un ámbito de convivencia.

«Y es que en la Universidad parece que no hay conflictos, pero, al contrario, los hay, y muchos. Entre profesores, entre personal de administración, entre estudiantes. Y luego, las relaciones cruzadas entre ellos». Lo que la autora denomina elementos sociales y sobre los que pivotan los procesos de mediación.

Para lograr esa mediación hay que partir de una evidencia, destaca esta experta: «Dentro de ellos hay que tener en cuenta que unos ocupan cargos de gestión, que otros tienen una categoría y antigüedad que merece equis trato y respeto, hay intereses creados… Y luego lo que existe en cualquier sociedad: cada uno puede tener una ideología, unas creencias, entender la vida académica de un modo distinto… Hablaríamos de personalidades y de creencias. Y es verdad que al final tus creencias sí van a incidir en el modo en que percibes las situaciones. Igual que tu forma de ser».

A partir de este escenario, García Vilardell aclara que el conflicto se puede producir dentro de la universidad desde cualquier ámbito. «Lo más sencillo sería emplear el método para resolver conflictos entre el alumnado. Pero si verdaderamente quieres establecer un clima de crecimiento y confianza, el conflicto se puede dar a todos los niveles: entre el PAS, entre el profesorado, entre el alumnado y en las relaciones entre ellos». No hay que olvidar que las Universidades deberán adoptar la mediación como mecanismo de resolución de conflictos de acuerdo con lo establecido por la Ley de Convivencia Universitaria.

Características del modelo

Por ese motivo, el modelo debe tener en cuenta los puntos esenciales que se producen en cualquier proceso de mediación. En primer lugar, si las partes se encuentran al mismo nivel de poder o si hay una relación de subordinación, que en este caso dificulta el proceso de mediación. «Porque no están al mismo nivel dos catedráticos que un catedrático y un profesor titular. O un director de Departamento y un profesor. Cuando sabes que la distribución de docencia pasa por el director de Departamento y te puedes encontrar cohibido en tu forma de actuar y en las decisiones». Seguidamente, habría que contemplar el tiempo de las relaciones. «No es lo mismo un profesor invitado, que uno de plantilla. Este debe estar conviviendo durante mucho tiempo, porque espera que su vida laboral sea larga, con la otra persona en conflicto».

Posteriormente, habría que establecer qué tipo de procedimiento de mediación emplear. «Habría dos procedimientos, uno formal, que está recogido en los estatutos de la universidad, y otro informal. Es decir, intentar ir acercando las posturas de las partes, pero de un modo menos riguroso, encorsetado». Este sería el paso previo para finalizar el procedimiento. «Que podría resolverse bien con un compromiso entre las partes, que se recogería en un acta. O bien con un acuerdo o contrato, unos puntos con los que se intentaría solucionar ese conflicto».

La profesora del CEU de Elche, Rosa García. ...

Promover una cultura de la mediación

A partir de la elaboración de esta monografía, García Vilardell aboga por consolidar y promover una cultura de mediación. «Aquella que habilite a las personas a responsabilizarse y contar con capacidades para afrontar y resolver sus conflictos, desacuerdos y problemas. Porque es un instrumento sumamente eficaz para elevar los niveles de respeto y armonía en la convivencia. Para generar sociedades más justas, equitativas, empáticas», apostilla.

A su juicio, existe la sensación generalizada de que la agresividad se está haciendo cada día más presente, no sólo en el ámbito educativo sino también en el conjunto de la sociedad. «Puede resultar curioso hablar de mediación como algo novedoso, cuando en realidad se trata de un mecanismo de gestión de conflictos que lleva décadas en nuestro tejido social. Pero, por las razones que fuere, parece que no llega a consolidarse como un medio de entender las relaciones humanas a todos los niveles. Que permita a la persona la gestión de las causas reales de sus problemas, deponiendo cualquier actitud violenta y resolviendo sus conflictos del mejor modo para ella. Y, por ende, para la sociedad».

Por estas razones, la obra de García Vilardell conecta también con los objetivos globales de desarrollo sostenible (ODS) de Naciones Unidas. «Todo ser humano, independientemente de su edad, raza o condición, por poseer dignidad de persona, tiene un derecho inalienable a una educación. Una educación que responda al propio fin, al propio carácter, a la libre formación de la propia conciencia. Y que se acomode a la cultura y tradiciones del país y, al mismo tiempo, se abra a las relaciones con otros pueblos. Se hace patente que el respeto a los derechos humanos y a los principios fundamentales que sustentan la convivencia no son un mero límite, sino que deben conformar el marco de acción pedagógico del sistema educativo».

Sobre la Universidad CEU Cardenal Herrera

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