Claves para fomentar el emprendimiento de los universitarios

Silvia Codony, ejecutiva en el New York State Venture Capital Fund, imparte un taller al alumnado de Empresa, Marketing y Derecho de la Universidad CEU UCH

Silvia García Codony se conectó desde Nueva York

Silvia García Codony se conectó desde Nueva York

Fomentar el emprendimiento entre el alumnado es uno de los retos de las universidades. Y dentro de los desafíos se encuentra el de guiarlos de la mano de profesionales en activo. En la Universidad CEU Cardenal Herrera en Elche los gestores del Club de Emprendimiento Internacional-CEICE lo tienen claro. La pasada semana estuvo con los estudiantes de Derecho, Empresa y Marketing, Silvia García Codony, ejecutiva en el New York State Venture Capital Fund, fondo de capital riesgo perteneciente al Estado de Nueva York.

Esta experta, que gestiona inversiones por un valor de 135 millones de dólares con tickets entre 250.000 y 3.000.000 de dólares, en empresas de cinco verticales distintos, les aportó diferentes claves para su futuro profesional. Especialmente porque ella, tras ocho años en Suiza, se desplazó a Estados Unidos para crear su propia start-up, dentro del sector de la sanidad, para solucionar problemas psicológicos asociados a los flash-backs negativos.

Los primeros pasos

Entre otras cuestiones, les señaló cuáles son los aspectos en los que más se fija un inversor a la hora de tomar la decisión de invertir. En este sentido, Silvia les sugirió que los inversores no invierten en ideas, que estas ideas deben tener un reflejo en algo más tangible. «Ahí es cuando entra la figura del MVP (acrónimo del español Producto Mínimo Viable). El nivel de desarrollo de este depende, lógicamente, del nivel de desarrollo de la start up. Ellos invierten en startups desde nivel Seed (semilla) hasta Series A. En este último caso, se debería de disponer ya de una prueba de mercado, es decir, se debe haber medido ya la capacidad del producto o servicio de generar beneficios en el mercado real».

Finalmente, también destacó como absolutamente fundamental para que un inversor invierta, el que la start up tenga un equipo directivo. Especialmente los fundadores de la misma, que sea el adecuado para el éxito del proyecto. «Si no creen en el equipo, no invierten».

Por otra parte, también abordó cómo se gestiona y amplía la cartera de contactos, algo que para ella es vital para el desarrollo de ambas partes del emprendimiento. «Desde el punto de vista del emprendedor, para tener posibilidad de pedir ayuda a gente más experta en cuanto al desarrollo del negocio o para encontrar inversores. Por parte del inversor, para encontrar nuevas oportunidades de inversión y para encontrar fondos con intereses afines con los que coinvertir».

La importancia de las relaciones

Asimismo, les informó sobre cómo se valora una startup y los tipos de controles e hitos que marcan los inversores a los fundadores de ésta. Según García Codony, al final, todo es una negociación entre el valor que el emprendedor cree que tiene su startup y el potencial de generar beneficios que el inversor considera que tiene el proyecto. «Eso sí, ese potencial debe ser exponencial y generar una expectativa de beneficio en venta futura de esa inversión de X10. Por supuesto, todo empieza por un plan de negocio a 5 años donde los emprendedores tienen que detallar rigurosamente hasta el último dólar que se va a ingresar y gastar».

A juicio de esta experta, los hitos a cumplir que marcan los inversores son muy diversos. La colaboración con el fondo puede ser muy estrecha, pero el fondo siempre va a ser muy riguroso y exigente con esos hitos a cumplir por parte de la start up. Pueden ser sobre desarrollo de producto, time to market, ingresos generados, personal clave a emplear, desarrollo del software, etc.

Otro aspecto vital en el emprendimiento es diferenciar la relación personal y profesional con los ejecutivos de las empresas en las que se invierte. «Se debe diferenciar. Según la naturaleza del fondo, el apoyo constante a la start up es más o menos intenso, y lógicamente, en un período de 3 a 5 años que suele durar la relación, se mezclan por momentos las relaciones personales y profesionales. Pero la relación es fundamentalmente profesional».