Decenas de personas se concentraron ayer a las puertas de la notaría, en la céntrica y concurrida calle Ramón Gallud de Torrevieja a la espera de un desenlace feliz del suceso que nunca llegó. Los nervios de no saber quién había en el despacho ni la gravedad de la herida de Martínez Román arrancaron las lágrimas de muchos conocidos. Pero entre quienes miraban atónitos el ir y venir de policías, guardias civiles y ambulancias, también había muchos peatones que vieron salir a los atracadores corriendo.

En concreto, un vecino de una calle cercana, explicaba haber visto claramente a ambos: "Me he chocado con uno de ellos, iban dos chicos altos y flacos, uno con gorra, y han salido corriendo uno por la calle Apolo y el otro por Juan Mateo García. Pensé que habían robado un bolso o algo así y de pronto hemos visto salir a una chica muy nerviosa de la notaría. Gritaba desesperada "¡Han disparado a mi jefe, han disparado a mi jefe!", y por la ventana decían "¡Al ladrón, al ladrón!"". Otra vecina confirmaba esta versión mientras esperaba noticias sobre la salud del notario, a quien muchos de los presentes conocían en persona.

Una de las empleadas del despacho, que rehusó dar su nombre y pidió no ser grabada por las cámaras de televisión, afirmó haber llegado a la oficina segundos después de haber ocurrido el trágico encuentro entre Juan José Martínez Román y los atracadores, sobre las 12.30 horas. "Estaba tendido en el suelo, aún no había llegado el SAMU y le intentaba atender gente que decía que sabía. Le presionaban la herida, en el abdomen, creo que le han disparado en el hígado. Han estado tres cuartos de hora por lo menos intentándolo...".

Unas veinte personas esperaban en diferentes salas de la notaría para ser atendidas y pudieron escuchar lo ocurrido. Una de las clientas explicó que cuando oyó el disparo, "me habían dicho que iba a ser atendida para firmar unos papeles". Sin embargo, al salir de la sala de espera se encontró con Martínez Román tendido ya en el suelo. Más de dos horas después del disparo, el personal y los clientes salían escoltados por la Guardia Civil de la oficina. Unos se marchaban directamente a declarar y otros se abrazaban a amigos y familiares que se habían acercado al conocer la noticia, comentando "Le pedía "dame más" y no había, ya tenían el dinero, no tenían que haberles disparado".