De tradiciones y siglos viven los pueblos, y seis siglos ya se cumplen de una tradición que dejó una cruz en un cerro. Es aquella que relaciona uno de los símbolos más visibles de Orihuela, la Cruz de la Muela, con la visita que hace ya seiscientos años hiciera el más famoso predicador bajomedieval, Vicente Ferrer. Es el cronista oficial de la ciudad de Orihuela, Antonio Luis Galiano Pérez, quien aporta la fecha del 26 de febrero de 1411 como la de llegada del santo dominico a la ciudad, convocado por su extendida fama de adoctrinador y pedagogo cristiano de masas y por una oportuna llamada del procurador Jaime Terrés en forma de misiva, que lo invitaba a visitar las fértiles tierras oriolanas. Siendo como era Ferrer un encantador de la palabra de probada solvencia, a él le fueron encomendados una serie de sermones extraordinarios con el objetivo de desterrar los vicios más comunes de la época -que en aquellos siglos del medievo no serían pocos-, y reconducir a las virtudes cristianas a una población falta de moral.

Quisieron Dios y la Santísima Virgen María que en aquellos días tuviera previstas el afamado Fray Vicente predicaciones en las ciudades de Alicante y Elche, y que le viniera de paso Orihuela en el camino hacia la vecina Murcia, donde también tenía concertado algún que otro sermón. De manera que, según la tradición, estuvo predicando en el Salvador, en Santa Justa y en las iglesias conventuales de San Agustín y la Merced. Y quiso Dios y así quedó también en la tradición, que de aquella estancia quedara como recuerdo una cruz que, por recomendación y consejo del santo, predicador se colocó en lo más alto del alto cerro de La Muela, vigilante siempre de Orihuela. Afirma Antonio Luis Galiano en el estudios que dedica a la Cruz de la Muela en 2007, que documentalmente no se relaciona al maestro Ferrer con esta Cruz, pero que tradicionalmente le es atribuída a éste su colocación en este cerro oriolano de esforzadísima subida y excelentes vistas a la vega segurana.

Y que al parecer la cosa de la tradición no iría muy desencaminada porque "existe constancia de la instauración de cruces por mediación de San Vicente Ferrer en ciudades como Arlés, Salamanca y Saint Ló, entre otras". Nos dice también el cronista que desde lo alto del cerro "se bendecían los términos y en la citada Cruz se colocaba palma bendita para conjurar contra las tempestades y malas cosechas".

600 años después

Despertaba la prédica del santo Ferrer el entusiasmo de las multitudes y a buen seguro que una marea de moralidad, rectitud y fervor religioso se extendería por Orihuela toda, donde las crónicas cuentan que "se dejó de blasfemar, se firmaban paces entre familias o bandos enfrentados, se cerraban burdeles y se clamaba contra el adulterio o el juego". De todas estas buenas intenciones dan fe las ordenanzas municipales de la época.

Y seiscientos años después el pueblo de Orihuela continúa dando fe de su historia manteniendo en el cerro de la Muela una cruz convertida en símbolo de su propia tradición, un símbolo para llevar muy cerca del corazón.