La única forma de que les crean y de que no se pueda mirar para otro lado es llevar a los políticos a pisar la basura enterrada en fincas agrícolas de La Murada. Llevarles a la finca de Los Corrales, que sientan el intenso olor a metano. Llevarles a Los Randeros, mostrarles las dimensiones de una parcela en la que según las catas del Seprona hay cientos de miles de toneladas de basura enterradas. Llevarles a Los Vives, a escasos trescientos metros del vertedero de Proambiente, y que vean emanar del suelo los lixiviados con su característico color negruzco y asomar entre terrones restos de plásticos, de residuos sanitarios, de desechos informáticos. Que luego se imaginen comiendo las hortalizas que crecen en la zona, respirando el aire contaminado a diario y bebiendo agua de pozos infectados por el avance de los líquidos subterráneos. Y luego, si pueden, que los políticos no les escuchen.

Esa es la estrategia que está siguiendo Vertivega, la plataforma de asociaciones ciudadanas que se ha propuesto acabar de una vez por todas con los supuestos enterramientos ilegales que investiga un juzgado de Orihuela y por los que están imputados los propietarios de la planta de vertido y los de algunos terrenos. Parece que la estrategia da cierto resultado, porque después de años de que este problema que en La Murada fuera un secreto a voces, se haya destapado con los testimonios de muchos vecinos, el asunto se está analizando en sede judicial, el Ayuntamiento se ha puesto manos a la obra para averiguar quién sabía esto y no hizo nada, y ahora también el eurodiputado Andrés Perelló sacará este tema en Bruselas, según les ha prometido, porque "no he visto nada tan gordo ni en los Países del Este en los tres años que llevo en la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria".

Perelló estaba recién aterrizado en Alicante, vestido formalmente con zapatos relucientes. Venía advertido de que lo que le iban a enseñar era grave, pero quizás no sabía que se iría con los zapatos llenos de polvo y con la sensación de haber respirado un aire perjudicial para la salud, con el ceño fruncido como concejales de Orihuela que pese a la cercanía tampoco lo habían visto con sus propios ojos. Durante dos horas, la comitiva que formaban Perelló, diputados nacionales y concejales visitó solo una muestra de las parcelas que el Ayuntamiento ha denunciado ante la jueza. En dos de ellas, la de Los Corrales y la de Los Randeros, el Instituto de Medicina Legal ha estimado que hay 400.000 toneladas de residuos urbanos enterrados. Para que la cifra no se pierda, merece la pena recordar la estimación de la teniente de alcalde de Orihuela, Antonia Moreno (PSOE): "Es como si cada español hubiera venido a enterrar en la huerta de La Murada tres bolsas de basura".

Esa basura que al principio es sólida se trituró y en algunos casos se echó en los campos como abono (un solo vistazo basta para saber que poco se parece al compost, decía ayer el presidente de Vertivega, Vicente Pérez), en otros casos directamente se enterró bajo tierra, en algunas ocasiones hasta el punto de que hay parcelas elevadas más de cinco metros por encima de su nivel natural. Eso es lo que cuentan quienes han denunciado el asunto y se lo muestran a quien quiera verlo. Aseguran que ni la Generalitat Valenciana, ni el Gobierno de la Región de Murcia ni el Ministerio de Medio Ambiente les han escuchado de momento.