Los vecinos de La Murada y Abanilla ya no aguantan más. Los olores que desprende el vertedero de Proambiente y los supuestos enterramientos de basura en fincas agrícolas han llevado a un grupo de residentes a montar un campamento con una treintena de tiendas de campaña en las inmediaciones de la planta de basuras propiedad de Ángel Fenoll para que "por fin alguien tome medidas". No ser irán hasta conseguirlo. Llevan allí cinco días, instalados sobre un terreno cedido por un vecino en el que han habilitado incluso una cocina con nevera, congelador, microondas, cafetera...

Dormirían más cómodos en sus casas, pero no renuncian al objetivo de verificar si -aunque se haya ordenado el cese de vertidos en los vasos- la planta sigue desarrollando su actividad de forma irregular, por lo que piden su "cierre definitivo". Los campistas se han instalado de forma permanente, las 24 horas del día, a las puertas del vertedero, donde recogen todos los datos de los vehículos que entran y salen de las instalaciones. Matrícula, empresa a la que pertenecen, procedencia o la hora de entrada y salida son los principales datos que anotan sin descanso. Diariamente, la información recabada se traslada al equipo jurídico que asesora a los vecinos, a la Policía Autonómica, a la Guardia Civil y a la Policía Local de Orihuela.

La empresa afirma que, a pesar de no tener permiso para verter los residuos en sus instalaciones, sí puede recibir basura para trasladarla a otros vertederos. Sin embargo, el "Campamento de la Salud", tal y como se ha bautizado a esta iniciativa, persigue demostrar lo contrario con este exhaustivo registro de entrada y salida. La idea es muy simple: Si entran 100 camiones llenos de basura, y 95 salen sin carga, esa basura tiene que estar en algún sitio, aseguran. Proambiente mantiene que si entran 400 toneladas diaria de basura es normal que sólo salgan 80 porque el resto se puede "valorizar"a través de distintos procesos sin necesidad de enviarla a otros vertederos para enterrarla.

Presencia policial

Sobre las 10 de la mañana de ayer, tres coches de la Policía Medioambiental de la Región de Murcia acudieron a Proambiente, donde permanecieron más de tres horas. De la misma manera, la Guardia Civil de Callosa de Segura se presentó en el campamento para dar información a los vecinos con el fin de garantizar su seguridad. Al parecer, se ha incrementado el control policial, pues los residentes aseguran tener constancia de que la Guardia Civil ha efectuado controles a los camiones llegando a interponer multas por irregularidades en los vehículos.

Durante la noche del viernes, contabilizaron alrededor de 150 camiones entrando a Proambiente. Si bien el fin de semana fue menos intenso (hay municipios que no tienen recogida de basuras los domingos), ayer por la mañana, desde las 6 horas hasta el mediodía, se registraron más de 80 camiones, cifra que "ha disminuido desde la instalación del campamento".Según el presidente de Vertivega, Vicente Pérez, (quien apoya esta iniciativa aunque no la organiza la asociación), "a raíz de nuestra estancia aquí se han empezado a ver camiones que salen cargados de basura, supuestamente para trasladarlos a otro sitio. Antes ni eso". Cada vecino ponía su grano de arena, aportando comida o bebida al recinto, labor en la que incluso participan agricultores y comerciantes.

Turnos rotativos de 8 horas para no perder de vista ni un camión

Los residentes de La Murada y Abanilla que están llevando a cabo el "Campamento de Salud" para lograr el cierre definitivo del vertedero de Proambiente no descansan ni un segundo. Se han establecido turnos de 8 horas cada uno (como si de una jornada laboral se tratase). El primer turno comienza a las 6 horas, al mediodía, entran los nuevos "vigilantes", que supervisan cada uno de los camiones hasta las 22 horas, cuando entra el último turno hasta las 6 del día siguiente. En el mismo campamento se puede observar una tabla con los horarios ordenador por días y tramos, de forma que todo queda bien organizado. Quienes tienen que ir a trabajar cogen el turno de noche o aportan lo que pueden, por ejemplo llevando la comida y la bebida a los campistas (incluso algunos comercios aportan alimentos). Para amenizar las largas jornadas de vigilancia, algunos afirman entretenerse con "campeonatos de chinchón" o jornadas de convivencia, en la que están presentes hasta los más pequeños. i. j. i.