Colocado para devolver a las ciudades algo de su pasado añejo, los adoquines han comenzado a ser un problema para la mayoría de ayuntamientos que se decidieron a ponerlo en los años de bonanza económica, algo que ni ha sido barato ni ha sido una buena decisión ni mucho menos tiene una fácil solución.
Orihuela ha sido el último, como lo demuestran los alrededores de la Plaza de Santa Lucía y del Marqués de Rafal, en las inmediaciones de los juzgados, donde el tráfico de los vehículos sólo ha hecho que empeorar un problema que se ha venido agudizando, especialmente, en el último año y después de las obras de canalización del gas ciudad, según explican los vecinos.
La calle Pintor Agrasot ya sufrió este mismo problema hace más de dos años y la entonces concejala Antonia Moreno (PSOE) decidió levantarlos por completo y colocar un asfaltado levantarlos por completo atendiendo la queja de los ciudadanos que estaban hartos del mal estado en el que se encontraba. El mismo fue reutilizado para la plaza de Sara Montiel, donde quedó a la perfección. Pero el problema es ahora mucho más complicado, según admite el concejal de Infraestructuras, Víctor Ruiz (PSOE), quien sabe que la solución no podrá llegar esta legislatura. La zona es especialmente sensible porque es paso obligado desde el Rincón Hernandiano a la Catedral para miles de turistas cada año.
El peso de los camiones, principalmente, y la mala colocación del mismo son dos ingredientes para los cuales no está preparado ni mucho menos esta superficie. Además, en las inmediaciones se encuentra el Museo de la Semana Santa.
