Recuperar un poblado fenicio de hace más de 2.700 años a través de sus calles, murallas, viviendas, y entender la civilización que llevó a sus habitantes a los alrededores de la desembocadura del Segura. Este es uno de los objetivos de los trabajos que se encuentra realizando el Instituto de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico de la Universidad de Alicante y el Museo Arqueológico de Guardamar, y que ayer se abrió al público para que vecinos y visitantes comprueben una pequeña muestra del poblado que se está recuperando en el Cabezo del Estaño.

Aunque parcialmente destruido por una cantera de extracción de áridos a finales de la década de 1980, los expertos se centran en recuperar una gran muralla de más de dos metros de alto, así como diversas estructuras domésticas que aún se conservan en el poblado fenicio, cuyas primeras ocupaciones están datadas en torno al 770 a.C. Así, durante la jornada, los asistentes pudieron comprobar cómo avanzan los trabajos, repartidos en tres zonas: el bastón meridional, las casamatas de la muralla (lugares de defensa militar), y el área de viviendas.

Episodios sísmicos

A falta de profundizar aún más en las excavaciones, los expertos ya han documentado importantes reformas estructurales que podrían atribuirse a episodios sísmicos, que provocaron un retroceso del hábitat . Además, se han detectado evidencias del abandono paulatino del poblado, que se fecha alrededor del año 700 a.C. El poblado muestra el desarrollo de una arquitectura de tipo oriental muy avanzada, que ocupa un entramado urbano bien planificado que los especialistas atribuyen a la llegada de comerciantes fenicios. Todo un tesoro arqueológico que ayer abrió sus puertas al público en una jornada que sirvió, incluso, para practicar deporte, pues a pesar de que instaló un autobús para llevar a los visitantes hasta el Cabezo de Estaño, se organizó una marcha a pie hasta el lugar, que se encuentra a una distancia de unos tres kilómetros desde el punto de partida.