Cuando Luis Vicente Mateo recibió aquella comunicación de la Conselleria de Educación que le instaba a conseguir titulación de valenciano - la «capacitació»- para continuar con su trabajo como profesor de primaria, debió pensar que aquello no iba con los de Benferri. Continuó haciendo lo que hacía: compaginar sus funciones de regidor con su trabajo de maestro en este municipio eminentemente agrícola de 2.000 habitantes.

Era el año 2013 y el gobierno del PP en la Generalitat concedía a los docentes una moratoria para ponerse al día con la lengua de Jaume I -ser capaz de dar clase en valenciano en cualquier asignatura-.

La consellera popular, Maria José Catalá, consideró entonces que cuatro años darían para que el profesorado consiguiera un nivel óptimo desde las tierras del Norte hasta las huertas del Sur. Pero no debió contar ni con la pérdida del Gobierno, ni con el núcleo duro de oposición al valenciano -del que Benferri es sólo un ejemplo más en la Vega Baja- que iba a surgir en el sur de la Comunidad con el PP castellanohablante como principal abanderado y la consellería de Marzà (Compromís) como centro de las iras.

Por eso cuando Luis Vicente Mateo, «maestro de primaria interino con oposición aprobada pero sin plaza» -y a la sazón alcalde (PSPV-PSOE) de este municipio con salida directa a la autovía Alicante-Murcia-, recibió hace poco otra misiva del conseller Vicent Marzà, conminándole a inscribirse en las listas del paro si no podía aportar titulo de su «capacitació», sintió en primera persona la distancia entre los políticos y la realidad del ciudadano de a pie.

Con veinticuatro años de servicio en la enseñanza pública y diez años en la concertada, el alcalde benferrejo es uno de los 800 profesores interinos de la provincia que han sido «desactivados» -están en el paro- por la Conselleria de Educación, la mayoría de ellos de la provincia de Alicante, al no haber podido conseguir el grado de valenciano exigido por el Decreto de Capacitació. Un grado que paradójicamente tras la paralización del decreto de plurilingüismo en la enseñanza, no hay que llevar a la práctica en los centros educativos porque las clases se imparten en castellano a excepción de la específica de llengua i literatura valenciana e Infantil de 3 años si así lo escogen los centros. En el caso de la Vega Baja solo cinco de los 89.

Paradojas

No es la única paradoja. Muchos de estos maestros, en los años ochenta y noventa, como el propio Luis Vicente Mateo recuerda, impartieron la asignatura de valenciano en colegios de primaria de la Vega Baja, aunque ahora se les aparte de la docencia por no tener la «capacitació». Y otra más, sus plazas son ocupadas por jóvenes profesores con menos experiencia, que sí cuentan con este nivel avanzado de valenciano, pero que sin embargo, ahora, en la Vega Baja, sin líneas en valenciano y con el modelo de pluringüismo bloqueado y en el juzgado, deben impartir sus clases en castellano.

Este profesor afirma que, como otros tantos del Bajo Segura, le «catearon» en el examen oral a la hora de lograr el grado medio (el popular Grau Mitjà) de valenciano, que además es el requisito para entrar a la formación del nivel avanzado que conlleva la «capacitació»..

«Los interinos creíamos que la Conselleria nos daría las herramientas para obtener la capacitación desde el propio sistema», pero lo cierto es que se obtiene fuera de los centros educativos. En Escuelas Oficiales de Idiomas y cursos especializados de las universidades valencianas públicas y privadas -con algunas situaciones de abuso en el precio de las matrículas como garantía de lograr el preciado título-.

La carta

El alcalde, que a su sueldo de docente sumaba el de dos horas de dedicación diarias al Ayuntamiento, se ha dirigido por carta al conseller Marzà solicitando una entrevista «para tratar temas relacionados con la educación que interesan a los vecinos de mi pueblo». En tono didáctico contrapone su experiencia personal al «ostentar el cargo de Alcalde de mi pueblo durante cinco legislaturas» a la del propio Marzà, de quien dice «está demostrando que es un hombre joven sin experiencia política y además con un comportamiento poco dialogante».

Y le pide tanto «reflexión» como «revisión» del decreto de Plurilingüismo, además de afirmar que con la exigencia de la «capacitació» al profesorado «se ha llenado de gloria». Mientras le ofrece un consejo con la autoridad que le dan sus veinte años como alcalde: «en política (...) si en algún momento nos equivocamos hay que tener valentía y saber rectificar a tiempo, porque ahí es donde está la grandeza del político». El pasado jueves el alcalde de Benferri, que gobierna con mayoría absoluta desde hace cinco mandatos y conocido por salirse del guión en innumerables ocasiones del discurso oficial del PSPV, le echaba la mano al presidente Ximo Puig y al secretario autonómico de Educación Miguel Soler en su visita al Instituto de Los Montesinos.

Y les preguntaba cuándo iban a responderle a su carta. Ahora, en el paro, y con 61 años, Mateo se plantea si en los próximos presupuestos de su pueblo, por primera vez, debería incluir una nueva partida de dedicación exclusiva para el alcalde, algo de lo que por cierto, disfrutan sus compañeros primeros ediles en municipios más pequeños.