Siete fuegos intencionados en la pinada de Guardamar en los últimos quince días han puesto en alerta a las fuerzas de seguridad y llenado de indignación a la población. Fueron los propios guardamarencos, bajo la dirección del ingeniero Francisco Mira, quienes hace menos de un siglo terminaron de repoblar con pinos un cordón de arenas que amenazaba con sepultar al pueblo. Ahora consideran que estos incendios son un atentado a su principal seña de identidad.

Deforestación

Todavía se encuentran en Guardamar protagonistas directos de aquel acontecimiento que marcó para siempre el devenir de una población que iba a desaparecer bajo las dunas. Desde el sur de Santa Pola hasta el norte de Torrevieja, una extensa banda de arena de 16 kilómetros avanzaba imparable desde la costa a poniente tragándose todo a su paso. Enfrentarse a aquel monstruo que recorría más de 8 metros al año, tierra adentro, iba a ser una tarea titánica. Pero se hizo con éxito entre población, autoridades y un ingeniero de montes, Francisco Mira, al que se le debe hasta el último pino de hoy.

La acumulación de arenas venía de atrás en el tiempo. La deforestación que desde el siglo XVII se cebaba en las cuencas alta y media del Segura provocó que aumentaran extraordinariamente los sedimentos en la desembocadura del río. Eso y la arena que dejaba la mar a fuerza de oleajes de levante fueron levantando una muralla en la costa -en algunos puntos de más de 20 metros de altura-,que avanzaba hacia el interior.

Las dunas

La catedrática de Geografía Cristina Montiel afirma que la aparición de esas formaciones de arena es un fenómeno relativamente reciente, ya que cuando fue reconstruido el pueblo tras el terremoto de 1829 «las casas se edificaron a 800 metros de la línea de costa y los cultivos llegaban hasta pocos metros de la orilla del mar». Pero a finales del XIX la extensión de las dunas se consideraba un peligro nunca visto en Guardamar, y su rápido avance otro desastre natural.

Las autoridades encargaron un proyecto de «salvamento» que encontraría en el Ingeniero de Montes Francisco Mira y Botella al director de una obra que duraría treinta años y dejaría para la posteridad el actual paisaje de pinada. Efectiva, brillante o magnífica son sólo alguno de los adjetivos que califican la repoblación del ilustre aspense.

Imágenes de la actual pinada de Guardamar del Segura

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La pinada de Guardamar tiene su origen en una repoblación de principios del siglo XX para evitar que la arena se "tragara" el casco urbano

Tres décadas

En vez de eliminar los arenales, Mira optó por una repoblación forestal que iniciada en 1900, dejaría más de 600.000 árboles en las más de 600 hectáreas de dunas de Guardamar bajo la inspección de su lugarteniente, Ricardo Codorniu, responsable de otra espectacular repoblación, la de Sierra Espuña, en Murcia.

Pino piñonero, pino carrasco, palmeras datileras y eucaliptos fueron adaptándose a la hostilidad de las arenas. También se le encargaría en estos años la reforestación del Benacantil en Alicante. Ya jubilado, el mismo ingeniero asistiría en 1930 a la culminación del proyecto que nos dejó la extensa pinada de Guardamar.

Aunque ahora son otras las amenazas que se ciernen sobre este espacio único. De aquellos 600.000 árboles plantados para fijar la arena,sólo quedan alrededor de 250.000, que soportan los envites del urbanismo turístico residencial y de una presión humana que los especialistas cifran en más de medio millón al año. La reiteración de estos incendios provocados por individuos que se recrean en el exhibicionismo social, es una señal de alarma más para evitar la merma y la degradación de una pinada que un siglo después sigue siendo el salvavidas de Guardamar.