Cumplió con la expectación el encuentro en la Vía Dolorosa y al filo de las once de la noche el esfuerzo de los costaleros de la Esperanza y del Cristo de la Caída estalló en los aplausos del público. La vistosidad de uno de los encuentros más esperados de la Semana Santa torrevejense se vio aumentada este año por el despejado escenario que dejó hace pocas semanas el derribo de un edificio en ruinas en la confluencia de las calles Ramón Gallud y María Parodi. Las dos procesiones, una con Nuestra Señora de la Esperanza y de La Paz, que había salido del templo de la Inmaculada Concepción, y otra con el Cristo de Los Azotes de los Hermanos Blanco escenificaron de nuevo el fervoroso momento de dramático dolor en el que la Madre se encuentra con el Calvario de Cristo.

El fuerte viento de levante no afectó ni a la presencia de un público muy numeroso desde dos horas antes del encuentro y un desarrollo más ordenado que en anteriores ediciones.