«Arriba no llegan ni muertos». Echando mano del humor negro más popular, un vecino de Torrevieja miraba ayer la «quinta planta» de hileras de nichos de la ampliación del camposanto que permanecen vacíos. Aunque más que vacíos lo que están es sin estrenar. Ninguno. Y eso que demanda no falta en un municipio residencia y paraíso para miles de pensionistas y jubilados que viven sus últimos años al sol.

Mucho nicho nuevo, pero imposible utilizarlos porque el que en la práctica es el último servicio que ofrece la ciudad a sus residentes españoles y extranjeros, no cuenta con una plataforma elevadora que alcance la altura a la que fueron construidos.

Esta última ampliación del camposanto fue puesta en servicio a finales de 2012. Se invirtió casi un millón de euros para habilitar 1.200 nuevas sepulturas. Pero se ve que no se hizo con suficiente «altura de miras», y ahora que esos nichos son más que necesarios, resulta que los nichos se ven, pero no se tocan. Ocho años de margen no han sido suficientes para tramitar la adquisición de una elevadora que facilite su ocupación. Qué son ocho años más o menos en un lugar de descanso eterno, pensaría alguno. En quienes seguro no se pensó fue en los operarios del cementerio. Estos empleados municipales se juegan el tipo para realizar algunos enterramientos «a pulso» en el cuarto nivel. La única máquina de la que disponen apenas alcanza para realizar ese trabajo. Y las escaleras disponibles, utilizadas para que los familiares puedan adecentar las lápidas en esta zona del cementerio, que imponen también por su altura, no están para hacer equilibrios.

En estas ya lleva dos años el Ayuntamiento de Torrevieja intentando adquirir una plataforma elevadora de féretros que llegue donde tiene que llegar. Y no hay forma. Este tipo de elevadora autónoma tiene un coste de 40.000 euros (impuestos incluidos), que no parece un desembolso excesivo para el artilugio. Y por dinero no es. Esa cantidad es casi una anécdota financiera para un municipio que funciona con más de 90 millones de euros de presupuesto anual, sin apenas deuda con los bancos, que suma en este primer trimestre del año cien millones de euros en depósitos y cuyo superávit anual no baja de los diez millones en los últimos cuatro ejercicios. Y si cuarenta mil euros no son nada, entonces ¿por qué no hay elevadora todavía?

El primer contrato se licitó a principios de 2018. Una única empresa tramitó su oferta. Pero, qué casualidad, en la fase de completar la documentación y formalizarlo no presentó un DNI compulsado. Un argumento tan válido como pueril para renunciar definitivamente a algo que no interesa demasiado. Fue en febrero de 2019. Se había perdido un año completo y se emprendió otro procedimiento en abril de ese mismo año. El cielo debía esperar (un poco más).

Este segundo concurso, sin embargo, acaba de quedar desierto. Ninguna empresa se ha interesado por suministrar este tipo de maquinaria. Tampoco se pide mucho. Una herramienta autónoma capaz de elevarse un mínimo de 4,30 metros y cargar un máximo de 700 kilos, con algunas adaptaciones propias del trabajo de enterramiento y exhumación. Pero nada del otro mundo.

La concejala de Servicios, Sandra Sánchez (PP) no se lo explica. La edil indicó a INFORMACIÓN que la ley de Contratos permite, tras un resultado tan desolador, iniciar un nuevo expediente -será el tercero- pero esta vez negociado sin publicidad aunque con las mismas condiciones económicas. Es decir, es más rápido y directo, y en él es el Ayuntamiento el que propone a empresas del sector el suministro de la maquinaria para terminar escogiendo una.

Según fuentes municipales, este tipo de plataformas elevadoras tienen gran demanda en el mercado de alquileres y para usos muy diversos en construcción y empresas de servicios e industrias. Y las mercantiles que se dedican a su provisión no están muy por la labor de cumplir farragosos procedimientos administrativos y plazos de entrega si les sobran pedidos en el «mercado libre y directo».

Ampliación

Por su parte, Sánchez explicó que parte de esos nichos, situados en la zona noroeste del recinto, se están utilizando para el traslado de restos, mucho más manejables para el trasiego de sube y baja, baja y sube, desde la parte de la necrópolis donde se han realizado derribos de enterramientos antiguos. De propiedad municipal, el cementerio lleva varios años enfrascado en la renovación de su parte más antigua.

Es una de las construcciones civiles más antiguas de la ciudad con más de 140 años de historia. El Ayuntamiento acaba de aprobar el proyecto de ampliación para acondicionar 450 nichos más con una inversión de 250.000 euros y tiene previsto licitar lo que servirá tanto para ocupar nuevas zonas como para habilitar nuevas manzanas en solares donde se derribaron otras -tras un riguroso proceso de traslado y comunicación a las familias-.

Esa inversión contempla nuevas formas de rendir homenaje y recuerdo a los seres que faltan, y que incluirían los cada vez más demandados jardines de cenizas. Pero la plataforma elevadora, visto lo visto, puede que vaya para largo. Total, pocos se van a quejar.