El llano de inundación de la Vega Baja recibió en tan solo 72 horas del episodio histórico de gota fría del pasado mes de septiembre 129 hectómetros cúbicos agua. Es una de las conclusiones del estudio encargado de urgencia por la dirección general del Agua de la Generalitat Valenciana -cuando el episodio de lluvias torrenciales ni había finalizado- para realizar una radiografía del volumen y flujos del agua que tuvo que afrontar la comarca durante esos días. Un caudal impresionante teniendo en cuenta que una parte importante de la cuenca, la del Guadalentín, a través del Reguerón, tradicionalmente causante de grandes daños, no experimentó crecida y tampoco ocurrió en la cuenca vertiente del Vinalopó en el Hondo, y que los expertos aseguran que podría confluir en el futuro en la desembocadura del Segura en episodios de gota fría extrema.

El objetivo de este estudio es exponer la situación en que se encuentra la comarca frente a fenómenos de lluvias intensas, analizando la morfología, las infraestructuras y sus afecciones, así como los daños que sufrió la Vega Baja del 11 al 13 de septiembre de 2019.El informe termina proponiendo alternativas de soluciones al problema y una guía para elaborar el plan de defensa contra inundaciones exclusivo para la comarca y al margen de las actuaciones que debe abordar la Confederación Hidrográfica del Segura en el propio río a través del Ministerio de Transición Ecológica.Inversiones que el estudio no cuantifica pero que la Generalitat estima en 500 millones de euros y que se circunscriben a la cuenca del Segura en la Vega Baja.

La llanura de inundación en la Vega Baja se extiende sobre 250 kilómetros cuadrados. Es extremadamente plana -apenas un metro de pendiente a lo largo de la margen izquierda-, con un único punto de drenaje la desembocadura de Guardamar del Segura. Algo que provocó que de esos 129 hectómetros más de 30 inundaran el terreno agrícola y algunas zonas habitadas hasta 25 días después de la gota fría.

Del total de ese volumen destaca la aportación de la rambla de Abanilla-Río Chícamo: 74 hectómetros. Con una cuenca que nace en la Sierra del Carche murciano y un cauce que desemboca en Orihuela sin conexión al río y ocupado por un polígono industrial y actuaciones fuera de ordenación . Otros 19,4 hectómetros se sumaron por la precipitación acumulada en la propia comarca, con registros que la estadística fijaba que se iban a dar una vez cada 500 años. La rotura del cauce del río en Almoradí Por último, las aportaciones de las ramblas de Albatera, la sierra de Callosa de Segura y Crevillent supusieron otros 17 hectómetros. Normalmente estos últimos caudales son recogidos por la red de riego tradicional pero en septiembre inundaron toda la llanura de la margen izquierda del Segura hasta Guardamar.

El documento indica que los grandes daños provocados pro la DANA se derivaron, sobre todo, de las aportaciones de la Rambla de Abanilla y, en menor medida, de las de las ramblas de la sierra de Crevillent y de los aportes del río y sus azarbes en la Vega Media -en especial tras la rotura del cauce en Almoradí-. Son los cauces de estas ramblas donde no se han realizado apenas actuaciones previas como laminar las escorrentías antes de entregarlas en el llano de inundación y conducir los caudales no laminados hasta un punto de vertido donde no se provoquen daños sustanciales.

La dirección general del Agua , a cargo de Manuel Aldeguer lleva trabajando en la elaboración de un plan contra las avenidas específico para la Vega Baja desde 2017. La Generalitat considera la comarca como una cuenca propia al margen del Segura. Es un sistema mucho más complejo donde las inundaciones se producen por la aportación de ramblas y la especial configuración de la llanura de inundación de la Vega.

Este plan de infraestructuras debe estar concretado antes de finales de este año para plantear su ejecución en 2021 con la aportación de ayudas europeas. Siempre en coordinación con las actuaciones de la CHS, y estudios en marcha como el Plan Renhace Vega Baja de la Generalitat o el Plan de Acción Territorial para la comarca, también en periodo de redacción.

Encuentro con agricultores

Las actuaciones, según la exposición que Aldeguer hizo el viernes ante los representantes de 17 sindicatos, comunidades y juzgados de Agua se deben central en el control de caudales externos que llegan al llano fluvial procedentes del río Chícamo-Rambla de Abanilla, y de la sierra de Albatera- Crevillent, y red de azarbes que desembocan en el mar. Aumentando la capacidad del propio cauce del Segura y pero también uniendo los distintos azarbes y ampliándolos. También creando zonas de retención y almacenamiento, con un plan de construcción de bombeos y compuertas de elevación y distribución de caudales; políticas de mantenimiento y limpieza de azarbes, y de la desembocadura del río Segura, y la reducción del efecto pantalla de carreteras. En especial, la N-332 a su paso por Guardamar, la CV-91 y la autopista de Ausur. Para alcaldes y vecinos esta última causó un daño irreparable al bloquear la evacuación del agua del Segura, pero el estudio apenas le dedica una frase.

El trabajo entregado en enero a la administración autonómica indica que en la rambla de Abanilla, con una solución de evacuación al río compleja, lo que sí se puede ejecutar son espacios de laminación y reforestación y los azarbes que recogen las ramblas de la sierra de Albatera y Crevillent pueden intercomunicarse y ampliarse para soportar las avenidas. Los técnicos sugieren que la capacidad real de los cauces urbanos del Segura en Orihuela y Rojales, ampliados en los 90, no es la que figura en el proyecto de 400 m3 por segundo. En los últimos episodios con la mitad de ese volumen se han desbordado o han estado a punto de hacerlo, según los propios datos de la CHS.