Como los caracoles, bajo un tímido sol de un marzo que recordaremos aunque no queramos, muchos torrevejenses han intentado salir a la calle este jueves con una excusa sólida bajo el brazo. Que si la farmacia, que si el supermercado, que la vuelta con el perro. Pero el más contundente, sin duda, era el banco. En el centro se han visto colas en las sucursales del paseo Vista Alegre y en otras de Ramón Gallud. La pensión esperaba, pero los pensionistas no. Y ahí es donde ha intervenido oportunamente la Policía Local para evitar que se incumplieran las normas de distanciamiento social. Aunque era de cajón (por previsible), no se ha podido evitar que muchos jubilados terminaran por dejar el confinamiento y reclamar lo que es suyo.

Demasiada gente en la calle todavía. Y muchas obras. Iberdrola justo al lado del Ayuntamiento. Agamed a lo largo y ancho de la avenida de las Cortes Valencianas -y contrarreloj para que, encima, no nos inundemos-. Hacia el sur del término municipal, en la Coronelita, Punta Prima y Villa Amalia, los promotores siguen a lo suyo, con docenas de trabajadores de la construcción expuestos a lo que sea, levantando vivienda turístico residencial. El ladrillo sabe que, tarde o temprano, llegarán tiempos mejores.

El muy mejorable servicio de transporte público hace de las suyas. Como la frecuencia de paso de las siete líneas no es en ningún caso inferior a media hora -cosas de aquella ocurrencia de hacerlo gratis para los empadronados-, en la espera de las paradas más importantes diez e incluso quince personas esperan a mediodía, en hora punta. Doce días de confinamiento...a medio gas.