Buscando historias aun no desveladas de nuestra historia de las procesiones de Semana Santa, encuentro un artículo escrito, en septiembre de 1887, bajo el seudónimo de "Un salinero, que hace un recorrido algunas curiosidades de las fiestas y costumbre religiosas en la villa de Torrevieja":

"El culto católico debe revestir, en mi opinión, esos caracteres de respetuosa seriedad y fe tranquila y apacible que reviste en este rinconcito de España. Nada de fiestas chocarreras en que los santos o las vírgenes representen o bailen como histiones o bacantes [mujeres griegas adoradoras del dios Baco]. Nada que haga meditar al pensador en los dijo y sabores del paganismo que quedan todavía en algunas fiestas religiosas de nuestro país. Nada que recuerde siquiera a aquellos autos sacramentales que en las naves de nuestras basílicas se representaban allá por los siglos XIV y XV, y que fueron la infancia de nuestro teatro. Cierto es que aun no hace muchos años vimos en la plaza de las Barcas [actual plaza de Castelar] y al aire libre a imitación de 'Los Milagros de San Vicente' en Valencia, una representación de la hermosa tragedia del Bautista, y en el siguiente, en la glorieta (entonces plaza de Capdepón) [actual plaza de Miguel Hernández], una especie de ópera mímico-divino-marcial, letra de nuestro malogrado poeta Higinio Gómez, y música del maestro Casamitjana, en la que había frailes, moros, odaliscas, almas en pena, ángeles y, como protagonista, la Virgen del Carmen. Pero bueno es hacer observar para que no se crea que esto contradice mi anterior opinión, que tales fiestas no han tenido nunca en Torrevieja vida propia ni ese carácter consuetudinario que deja entrever que son hijas del espíritu y de las ideas del pueblo que las celebra. No han pasado nunca de tentativas más o menos afortunadas: no han arraigado nunca entre las costumbres religiosas de nuestra patria.

En cambio, ¡qué seriedad, qué respeto, qué justo concepto de lo que es el culto católico respiran nuestra dos magníficas procesiones de Viernes Santo y 8 de Diciembre! De mí sé decir que un año que, acompañando a mis amos, salí de Torrevieja en aquellos santos días y presencié ciertas célebres procesiones de una ciudad que no nombraré, no quedé descontento del parangón que mi mente establecía entre las de aquella opulenta capital y las de mi humilde pueblo. Había allí más lujo, más ostentación, más aparato, pero no más belleza, no más alto concepto de espíritu religioso".

Años después, comenzaría a interpretarse otra pieza sacra torrevejense, la llamada 'La Pasión de la Tía Tortas', considerada como uno de los más antiguos cantos pasionales de Torrevieja, y que tradicionalmente se ha cantado siempre en Torrevieja en los días de Semana Santa. Tras muchos años olvidada, volvió a cantarse en los años cincuenta del pasado siglo por un grupo de cantores bajo la batuta del maestro Francisco Vallejos, y en la Semana Santa del año 1968, bajo la misma batuta. Pero es a partir de la vuelta de las procesiones en la década de los años ochenta del pasado siglo cuando se ha venido cantando por la Coral Francisco Vallejos, el Jueves Santo, a las once de la noche, a la salida del templo de la Inmaculada Concepción de la imagen del Cristo Crucificado, en la llamada 'Procesión del Silencio', años después acompañado por le imagen de María Santísima del Silencio, la Coral Francisco Vallejos

Ya en la década de los noventa también la Agrupación Coral Manuel Barberá, interpreta los cantos «Señor, me cansa la vida» y «Madre del Silencio». A las doce, en la Plaza del Calvario, al norte del centro urbano, desde donde parte la solemne 'Procesión del Descendimiento de Cristo del Calvario', con la ciudad oscurecida; antes de iniciarse la procesión, volviendo a intervenir la Coral Francisco Vallejos para entonar la «La Pasión de la Tía Tortas».

El Viernes Santo de 1982, se estrenó el 'Vía Crucis', composición original de Ricardo Lafuente Aguado, compuesto por catorce estaciones, y que regaló a la Junta Mayor de Cofradías, entonces recién fundada. Era interpretada por la Coral Grupo de Empresa Salinas de Torrevieja; la actriz torrevejense Carmen Alarcón hizo de narradora en los primeros años en que fue interpretada la obra.