Por simple precaución o porque nos hemos acostumbrado, la nueva situación que nos toca vivir mantiene a personas de mi condición mucho tiempo en casa. Esto conlleva cosas positivas (leer, oír música, informarte...), otras menos positivas o directamente negativas (comer como si no hubiera un mañana) y alguna otra, como pensar, que no se a qué polo añadirla. Pero bueno, son inevitables.

Informándome me tropecé con una rueda de prensa del número 2 del Partido Popular, Teodoro García Egea, que a una pregunta de una periodista sobre su opinión por la posible imputación de un senador de su partido respondió largo y tendido para expresar su preocupación y la del PP por la situación, según él delicadísima, en la que se hallaba la credibilidad del gobierno por culpa de su vicepresidente segundo.

Todo normal: balones fuera. Los periodistas y los políticos sabemos de esto.

Lo que para mí ya no es tan normal fue la contestación que dio a la periodista cuando le recordó que su pregunta era sobre el senador: "usted me pregunta por el senador y yo le respondo sobre Pablo Iglesias". Así a las claras, sin dudas, demostrando el más absoluto desprecio por la periodista, su medio y la opinión de todos los que pudieran oír su respuesta. Y claro, en mi pensamiento me traslado a respuestas similares de políticos que enfocan su relación con la sociedad sin las ataduras de la democracia; a políticos con la mirada dura de soy el jefe y del porque lo digo yo.

Pero volvamos a Torrevieja que es lo que nos interesa porque esto de la transversalidad es pegajoso. Aquí el gobierno de PP, con mayoría absoluta, corre el peligro de caer en algo parecido si escoge el camino, como parece, del ordeno y mando. Porque resulta que leyes hay, que el Síndic de Greuges trabaja y que los jueces dictaminan, y todo esto hay que acatarlo por muchos votos que se tengan a favor. Hasta ahora, todas estas instancias han dado la razón a las denuncias hechas por la oposición. La última ha sido la decisión judicial del aplazamiento por defecto de forma del pleno en el que se debían aprobar los presupuestos para el año 2020. Ante esta situación el alcalde, Eduardo Dolón, reacciona de una manera muy del PP: no recordando que él mismo consiguió aplazar el pleno de los presupuestos del mandato anterior poniendo una denuncia por defecto de forma, y sí enarbolando la bandera de Torrevieja como propia, pretendiendo intimidar con peticiones de daños y perjuicios personales a concejales a los que un juez con su dictamen ha dado la razón. Llegando incluso a afirmar que si ellos (la oposición) ganan, (su) Torrevieja, pierde. Afirmación tan simplista que me atrevería yo a calificar de infantil si por medio no hubiese un contrato de más de 400 millones de euros.