La cetrería, apoyo para la agricultura
Agricultores del Parque Natural de La Mata y Torrevieja usan aves rapaces para salvar sus cultivos de animales que los dañan, como los conejos

La cetrería, un apoyo para la agricultura en la Ve / TONY SEVILLA
Maximum, un imponente macho de azor, divisa a lo lejos, junto a unos viñedos, a un conejo que está dando buena cuenta de las plantas que están ahora en plena cosecha en el Parque Natural de las Lagunas de La Mata y Torrevieja. Sin pensárselo dos veces, se lanza veloz desde el brazo del cetrero para darle caza, mientras en su camino huyen un grupo de estorninos al ver su sombra. Es uno de los guardianes de las cosechas de vid de este parque natural, donde se cultiva la uva moscatel de Alejandría y la Meseguer, que dan un vino único, el de La Mata, muy reconocido, nacido al borde de la laguna salada. Sin embargo, el gran número de conejos, sobre todo, y de aves como perdices, codornices, estorninos, gaviotas o tordos, han mermado la producción de este año dejándola en la mitad. Por eso, los agricultores han decidido acudir a un método que está resultando infalible en la vigilancia y control de sus cosechas: la cetrería.
La Conselleria de Medio Ambiente ha dado permiso este año, por primera vez, al uso de aves rapaces en este espacio protegido para el control de la plaga de conejos, tras solicitarlo los agricultores de estas tierras. «Teníamos muchos daños, de hecho de los 2.000 kilos que puedo sacar de uva, este año apenas llegamos a 1.000, y hemos mirado mil métodos, que se pueden usar aquí al ser parque natural, y no sirven. Entonces decidimos pedir permiso para usar la cetrería y nos está funcionando», explica Simón Pérez, agricultor de La Mata.

La cetrería, apoyo para la agricultura
Evaristo Rodríguez es el cetrero encargado de llevar las aves de presa que vigilan los cultivos materos tres días por semana, jueves, sábado y domingo, que son para los que tienen el permiso. «Evitamos que, por desesperación, los agricultores decidan actuar por su cuenta con otros métodos, como los químicos, para matar a los animales que dañan sus cosechas, lo que produciría un gran daño medioambiental», señala.
Maximum es su fiel compañero. Él mismo crió en su casa este azor, que junto a un águila de Harris y otra de cola roja, ayudan a los agricultores de La Mata a mantener a raya a los animales que dañan sus viñedos. La Conselleria de Medio Ambiente solo ha dado permiso al cetrero para la caza del conejo y la liebre. Por eso, las aves rapaces que utiliza están especializadas en la caza de estos animales, son de vuelo bajo y su alimentación normal es esa. Por eso no matan otros animales que puede haber en el parque como perdices o codornices, también comedoras de las vides, aunque sí los ahuyentan lejos de las cosechas.
Selectivas
«Son aves muy selectivas, solo cazan los conejos, aunque nosotros, con las cuerdas, también controlamos el vuelo que vayan a hacer y evitamos que puedan cazar otros animales», explica Rodríguez.
Evaristo es vocal de cetrería de la Federación de Caza de la Comunidad Valenciana, a la que acuden agricultores de otras zonas, no con tanta protección como el parque natural torrevejense, para vigilar sus cosechas, como toda la Vega Baja, Elche y el Vinalopó. «No cobramos, a nosotros nos sirve para entrenar y volar a las aves, y a los agricultores les ayudamos muchísimo a controlar las plagas en zonas donde no se pueden usar otras artes de caza».
En un papel, Evaristo apunta el conejo que el azor ha cazado en el parque natural, el número 27 desde que en junio empezara a volar aquí sus aves rapaces. «Es para remitirlo a la Conselleria de Medio Ambiente, que lleva un control del daño que causan plagas como la del conejo. Aquí todo está controlado al ser un parque natural y somos muy respetuosos, ya que hay especies protegidas», señala el cetrero, mientras observa como Maximum da buena cuenta de la pieza que ha cazado. «Él se la come, es su alimento». En el caso de otros animales, su simple presencia los espanta. «Cuando pasan las bandadas de tordos, que pueden comerse los frutos de un viñedo en minutos, al ver a la rapaz huyen y no vuelven en una semana», señala Simón.
En el parque natural torrevejense han descendido el número de depredadores, como el zorro. «Hay mucha presión humana por la cantidad de visitantes que recibe el parque y algunos van por caminos no señalizados. Esto hace que esos depredadores hayan buscado otras zonas y, sin su presencia, el conejo se expande», lamenta Evaristo. Suerte que los agricultores cuentan ahora con la inestimable ayuda de Maximum y otras aves rapaces.
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