Los comerciantes que instalan sus puestos en mercadillo semanal de los miércoles en Guardamar llevan dos semanas sin montar como protesta ante la negativa del equipo de gobierno del PSOE en el Ayuntamiento de normalizar la celebración en su emplazamiento habitual antes de la crisis sanitaria, en el centro del casco urbano, en torno a la iglesia parroquial y el Ayuntamiento.

El municipio obligó a los mercaderes, en torno a 200, a reiniciar su actividad en un recinto vallado, de reducidas dimensiones, la Era de la Madaleneta, en la que solo caben 80 puestos. Los vendedores no entienden por qué en la mayor parte de los municipios de la provincia los mercadillos han regresado a sus emplazamientos habituales -con una rigurosa normativa covid- pero en Guardamar no es posible.

El emplazamiento del mercadillo en el centro del casco urbano tiene una historia de 80 años y su realización todos los miércoles no solo es una oportunidad de actividad económica para los vendedores, también para el comercio y la hostelería local

La justificación del gobierno local es que existe un informe de los servicios de emergencia y guardia civil que indica que el antiguo emplazamiento no cumple la normativa de evacuación, sobre todo ahora con la normativa covid, en caso de urgencia. Un informe que el municipio, según los comerciantes, "nadie ha visto" y que el primer edil José Luis Sáez, siempre las mismas fuentes, se niega a entregar.  

Los comerciantes indican en un escrito difundido en los últimos días que supuestamente el alcalde, que se ha pronunciado sobre este asunto en su perfil personal de Facebook, atiende en su decisión de no recuperar la ubicación a una "promesa electoral" derivada de las presiones de vecinos que se quejan de las molestias que genera el mercadillo en el centro urbano -paso de vehículos de madrugada, prohibición de aparcar en la calle durante toda la jornada, ruido y aglomeraciones en verano-. El informe al que aluden formaría parte de ese expediente y cambio de ubicación que el municipio "ha adelantado aprovechando" la crisis sanitaria.

imagen de la protesta del pasado miércoles de los vendedores ambulantes

Los vendedores del mercadillo indican además que cuentan con el respaldo de la hostelería y el pequeño comercio del centro, que en estos momentos de crisis económica, han perdido con el cambio de emplazamiento los ingresos extra que reporta la celebración de la actividad los miércoles. En el nuevo emplazamiento se han resentido además a las ventas, no solo por las reducidas dimensiones del recinto, también porque está alejado del centro.

Este mercadillo es, como en otros muchos municipios de la provincia, una de las principales fuentes de abastecimiento de productos de alimentación frescos -verduras y frutas-, salazones, textil y calzado de la población de con un tipo de género que no se pueden encontrar en las grandes superficies con la misma relación calidad precio, en especial en el caso de alimentacion -hay productores de la Vega Baja que venden directamente en los mercadillos sin intermediarios-. También es un espacio de gran socialización con una tradición de ocho décadas en el mismo emplazamiento, donde se encuentran los guardamarencos una vez a la semana en bares y calles. Con la nueva ubicación, personas con movilidad reducida o mayores han descartado seguir acudiendo al mercadillo. El aforo permitido en la actual ubicación es de solo 300 personas.

Imagen de la protesta de los mercaderes que no instalaron ayer por segunda semana consecutiva el mercadillo semanal

El equipo de gobierno del PSOE propuso el Polígono Santa Ana como emplazamiento alternativo, más amplio pero también alejado del centro. Los industriales del polígono rechazaron esa opción porque implicaba paralizar toda la actividad de la zona industrial durante buena parte de una jornada. Los representantes legales de esas empresas advirtieron al municipio sobre las consecuencias legales de su decisión. Con lo que, según los mercaderes, a los que tampoco convencía el emplazamiento, el gobierno local tuvo que recular.