Las salinas de Torrevieja han puesto en marcha su tecnología de extracción de sal en la laguna rosa para calibrar si merece la pena iniciar la campaña de producción o dan el ejercicio casi por perdido. La DANA de septiembre de 2019 y la borrasca Gloria aportaron una enorme cantidad de agua dulce a la lámina de agua lo que ha retrasado más de dos meses el cristalización de la sal en el fondo. Algo que solo se produce con una saturación de salmueras que roce los 300 gramos por litro. Con ayuda de las altas temperaturas y los vientos de levante el cuaje se ha producido finalmente -el color rosa intenso del charco lo atestigua-.

La volvedora-cosechadora, los remolcadores, el lavadero, la cinta de transporte, el «pájaro» y la garbera se han puesto en marcha esta semana. Los técnicos de la empresa salinera están evaluando ahora si esas las vetas de sal del fondo -con apenas seis o siete centímetros de espesor- son lo suficientemente gruesas y de calidad para que su extracción sea productiva y pueda comenzar la cosecha. Sería una de las más tardías de la historia reciente de la explotación. Desde principios de los años 70 las salinas de Torrevieja son capaces de mantener actividad prácticamente durante todo el año tras el proceso de mecanización y la incorporación del salmoreoducto de Pinoso. Las labores de extracción comienzan a principios de agosto y terminan en julio siguiente -el parón de apenas unas semanas se utiliza para poner a punto las instalaciones-.

Si finalmente la Nueva Compañía Arrendataria de las Salinas de Torrevieja (NACST), Grupo Salins, decide comenzar la campaña en pleno mes de octubre habría alguna posibilidad de que los trabajadores en ERTE desde el 15 de agosto, los destinados al trabajo específico en la laguna, pudieran reincorporarse a sus puestos de trabajo. En esa situación se encuentran en torno a 29 de sus 80 trabajadores.

El comité de empresa rechazó a finales de agosto las condiciones del ERTE; asegura que no está justificado; criticó públicamente que la empresa no haya construido el cinturón perimetral contra la entrada de agua -previsto desde hace décadas-; ni que haya presionado lo suficiente para que el Ayuntamiento desvíe el torrente de agua que llega de las urbanizaciones cuando llueve -los proyectos para abordar ese problema son eso, proyectos, y las obras realizadas en los últimos años han parcheado el problema en el casco urbano para centrarlo en torno a la laguna-. También teme que el ERTE, al margen de los problemas de producción, sea una excusa para reducir personal y emplear al equipo en la laguna de forma temporal.

Es todavía muy pronto para aventurar si la actividad va a volver a la laguna a pleno rendimiento. Pero plantilla ve con esperanza el chorro de sal que esta semana cae desde «el pájaro» a la zona de apilamiento -las montañas de sal-Algo que se puede observar desde el exterior del complejo industrial. En los últimos meses la empresa ha desplegado una operación importante para abastecerse de sal de otras salinas del grupo. Sal marina de calidad procedente de Túnez y Sicilia. Más de cien mil toneladas han llegado por el puerto, punto desde el que tradicionalmente la sal de Torrevieja hace el camino inverso, el de la exportación vía marítima.

Turismo

La climatología ha malogrado de la cosecha pero las salinas han podido completar una campaña , -la otra campaña, la turística- con mucho más éxito del que se podría esperar en un año con circunstancias tan especiales-. El pasado fin de semana culminó la prestación del servicio de trenes turísticos para las visitas que han ido repletos de turistas durante buena parte de los meses de julio, agosto y septiembre. En una campaña normal, sin lluvias, levantes y calor, en las salinas pueden extraerse hasta 700.000 toneladas de sal marina p0r ejercicio. La demanda de sal ha repuntado desde el estado de alarma por la pandemia para uso alimentario y la industria química. La NCAST facturó 12 millones en ventas en 2018, último ejercicio del que se conocen sus cuentas.

ROSA INTENSO


Un año para recuperar la tonalidad de las aguas


La laguna de Torrevieja ha recuperado en las últimas semanas el rosa de las aguas y el contraste blanco de sal de sus orillas que la caracteriza y que ha convertido su fotografía en una imagen global, sobre todo en redes sociales como Instagram. Las 1.400 hectáreas de lámina de agua perdieron esa tonalidad hace ahora más de un año. Con la gota fría de mediados de septiembre de 2019. La borrasca Gloria y la imposibilidad de evacuar todas las aguas sobrantes a la laguna de La Mata -por limitaciones ambientales- o al mar impidieron que la saturación de salmueras permitiera la proliferación de los microorganismos halófilos, que solo sobreviven en un ambiente hipersalino con presencia de más 280 gramos de sal por litro- y que son los que provocan esa pigmentación rosa.