Los trabajos de localización de una fosa común y de vestigios en los terrenos donde se ubicó el campo de concentración de Albatera están empezando a dar sus frutos en los primeros días de investigación. El equipo de cinco arqueólogos, dirigido por el historiador Felipe Mejías, ha localizado ya restos óseos que podrían pertenecer a algunos de los prisioneros que murieron en este asentamiento franquista, además de objetos personales, monedas republicanas y varias balas, así como elementos de las tiendas de campaña y barracones que había en este campo de concentración y que se destruyeron una vez desmantelado, a excepción de una caseta que fue el antiguo horno de pan y que aún se conserva.

En concreto, se han localizado la falange de un dedo, un hueso largo de una tibia o radio y, ayer mismo, lo que parecen los restos óseos de un brazo o tibia, gracias a los potentes detectores que están usando los investigadores para barrer un terreno de 30.000 metros cuadrados de los 140.000 que tuvo el campo de concentración. También se han encontrado otros huesos que generan dudas entre los arqueólogos de si son humanos o animales. Todos los restos óseos hallados han sido fotografiados para que la antropóloga forense que participa en este proyecto, subvencionado con 17.600 euros por la Conselleria de Calidad Democrática, determine su procedencia. «Nos estamos acercando al lugar donde está la fosa común y aquí esperamos encontrar objetos personales y no solo militares», explicó ayer Mejías al diario. La próxima semana los trabajos contarán con la ayuda de un georradar.

Se estima que en el campo de concentración de Albatera, hoy en terrenos pertenecientes a San Isidro, estuvieron internados entre 15.000 y 20.000 prisioneros durante los algo más de seis meses que permaneció abierto, entre el 6 de abril de 1939 y el 27 de octubre de ese año, muchos de ellos importantes cargos del gobierno de la República, además de militares, periodistas, sindicalistas y artistas que fueron capturados en el puerto de Alicante cuando trataban de salir de España. El problema es que no hay ningún listado de prisioneros. El campo de concentración fue durante la República una cárcel y campo de trabajo, hasta que fue ocupado por los franquistas. Hambre, enfermedades, torturas y fusilamientos caracterizaron este campo de concentración, uno de los más duros del franquismo, donde no hay datos sobre el número de personas que murieron por enfermedad y también fusiladas.

Además de los restos óseos, el equipo de investigadores ha encontrado una veintena de vestigios y elementos de las tiendas y barracones, como grifería y tuberías, y sus estructuras, así como parte del camino que cruzaba el asentamiento. Junto a pesetas de 1937, han localizado algún objeto personal y, sobre todo, proyectiles y hebillas de armas. Balas, vainas y cartuchos, algunos con evidencia de haber sido disparados. «Podremos así dibujar sobre el terreno cada elemento del campo de concentración y en un futuro plantear una reconstrucción como homenaje y memoria, tiene todos los elementos para musealizarse», señala Felipe Mejías.

ATAQUE VANDÁLICO CON PINTADAS EN EL CARTEL INFORMATIVO



El cartel que desde hace dos semanas señaliza y muestra la historia y fotos del lugar donde se asentó el campo de concentración de Albatera ha sufrido un acto vandálico con pintadas. El panel fue instalado por la Coordinadora de Asociaciones por la Memoria Histórica de la Provincia de Alicante el 17 de octubre. El ramo de flores que se puso ese día, con los colores de la bandera republicana, también fue atacado con espray rojo.