¿Es posible que estemos hasta más arriba del moño por la falta de criterio de quienes dicen gobernarnos?. Algunos -por no decir la mayoría- de los que se dedican a la política parecen desnortados, más perdíos que un pulpo en un garaje. El caso es que cuando el macho alfa/dominante la pifia suele pasar que los sumisos -casi tanto como la chica de 50 Sombras de Grey- no saben si van o vienen, si atraviesan una cañada real o se encuentran en una calle sin salida, que es lo más probable.

Nunca nadie -estoy casi convencido de ello- ha dado tantos bandazos/tumbos en la gestión -mala, bajo mi más que discutible punto de vista- de un problema tan importante como es la pandemia que nos está jodiendo a vida. ¿Queréis un ejemplo que demuestra que están más perdios que un garbanso en la boca de un jubilao?. ¿Recordáis que el gobierno, para frenar al virus, decretó el «toque de queda» para, entre otras cosas, evitar botellones, quedadas o fiestas en casas particulares?. Pues nada, pocos días después -por no decir horas- se levantó la prohibición de salir a la calle «by the night» (por la noche) ¿En qué quedamos?. ¡Esa responsabilidad se delegó a los gobiernos autonómicos!. ¡Válgame el Señor!. ¿Y qué me decís de que Cómodo, Señor de Uryula -enfrascao/a la gresca con sus socios de Cs por los presupuestos-, pidiera el cierre perimetral de la Muy Noble, porque era lo mejor, y, sin embargo, Joaquín Puig le negó la mayor, porque, según Sanidad, somos el centro neurálgico de la comarca?. ¡Dulsísimo nombre de Jesús!.

Habremos de reconocer que, con tantos vaivenes -ahora sí, luego no, más tarde ya veremos-, no sabemos qué hacer. ¡No sé si puedo sentarme en la terraza de una cafetería a tomar cañas!. ¡No sé cuánta gente puede sentarse conmigo!. ¡No sé si, estando en la terraza de un bar a las 9 de la noche, puedo seguir consumiendo más allá de las 11, porque ya estoy en el establecimiento, o si, por el contrario, el dueño me echará!. ¡No sé si puedo ir al mercadillo a comprar calsonsillos/gayumbos y «chamarretas panaderas» sin temor a contagiarme, porque el bicho no respeta a nadie y a los periodistas nos tiene enfilaos!. ¡No sé si, en otra vida -en un arrebato/ataque irrefrenable de republicanismo-, fui quien se cargó al archiduque Francisco Fernando de Austria, en Sarajevo, y provoqué la I Guerra Mundial!. ¡Desconozco si alguno de mis ancestros intervino en el atentado que le costó la vida al General Prim o si participó en el asalto al madrileño Cuartel de la Montaña!. ¡Sólo sé que no sé nada!, que dijo el filósofo. Son tantas las dudas que me asaltan -algunas con una vehemencia irreflexiva- que he pedido, casi rogado, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que me vigilen/controlen, no vaya a ser que haga alguna tontá/patochá/charlotá como las que hacen mis gobernantes/próceres, porque ya se sabe que «donde fueres hicieres lo que vieres», sin olvidar que «los niños hacen lo que ven hacer a sus papás». Me da que el karma se le va a volver en contra a alguien y que -aunque no me gusta profetizar- será más pronto que tarde.

Sea como sea, una duda me machaca/martillea la sesera: ¿Puede ser que estemos hasta los colindrones de las tontás que, cual virus mortífero, nos mediatizan la vida?. ¡Soy diabético!. La diabetes no es una enfermedad de morirse, siempre que te cuides mínimamente, aunque Viki, «la jefa» de la Asociación de Diabéticos de Orihuela, me riñe cuando me hace la analítica de «glicosilada» y el nivel de azúcar en sangre sale alto!. La diferencia con la diabetes es que el bicho sí mata, por lo que me gustaría que quienes gestionan la pandemia nos hablasen meridianamente claro, porque, como cantaba Camilo Sesto, «siempre me traiciona la razón y me domina el corazón» o, como Santa Teresa, «vivo sin vivir en mí». Ahora dicen que la hostelería, uno de los sectores más afectados por el puto bicho, no va a cerrar. ¡Siempre que sea para bien, aceptaremos pulpo como animal de compañía!