El Departamento de Salud de Orihuela se ha visto obligado a incrementar la seguridad en sus centros sanitarios por el incremento de las agresiones verbales y amenazas a los profesionales. Desde el 1 de diciembre, los tres centros de salud de este departamento que atienden a más usuarios -los de Orihuela, Callosa de Segura y Almoradí- cuentan con un vigilante de seguridad en el acceso principal, para evitar que se produzcan incidentes. Además, en todos los centros de salud de este departamento sanitario, que atiende a una población de unas 170.000 personas de 18 municipios del interior de la Vega Baja, se han instalado cámaras de vigilancia que pretenden prevenir las agresiones a médicos, enfermeros, celadores y administrativos, que en los últimos meses se han incrementado por parte de pacientes disconformes con la atención recibida y con las medidas impuestas por la pandemia de covid.

Desde el Sindicato Médico, que fue quien solicitó que se ampliara la seguridad en los centros de salud de la comarca por el repunte de agresiones verbales, se muestran satisfechos con la medida «porque los profesionales que están trabajando no tienen que aguantar gritos e insultos de nadie», señala José Manuel Peris, delegado del Sindicato Médico de la Comunidad Valenciana (CESM-CV) y médico de Atención Primaria en la Vega Baja. Peris entiende el «cabreo» de los usuarios por las listas de espera o que tengan que atenderles por teléfono «pero no se pueden consentir las agresiones, y muchos piensan que los sanitarios no estamos trabajando lo suficiente y no es cierto, tenemos en Primaria agendas de hasta 60 pacientes diarios».

Los vigilantes también ayudan a que no se formen aglomeraciones a las puertas de los centros. | TONY SEVILLA

Este médico cuenta algunos de los casos más recientes de amenazas y agresiones en la Vega Baja, como el paciente que llegó a amenazar a un médico en Rafal con poner una bomba. En Orihuela, una doctora del consultorio de Virgen del Camino ha tenido que dejar de ir los jueves, cuando el administrativo no está, «tras ser amenazada por un individuo por una baja cuando estaba sola, lo que le ha creado ansiedad». Por el momento, los vigilantes de seguridad estarán, en turnos de mañana y tarde, en Orihuela, Callosa de Segura (donde hace unos meses una paciente agredió a un celador y a una médico al no lograr que le dieran la baja) y Almoradí, aunque no se descarta ampliar esa vigilancia a otros centros de salud si fuera necesario.

A diario, los profesionales se ven sometidos a gritos, cuando no insultos, sobre todo los que están en los mostradores de atención, por parte de usuarios muy poco pacientes. «Solo hay que ponerse en la cola de un centro de salud para respirar ese clima de agresividad, porque antes entraban los pacientes libremente y ahora hay mucha atención telefónica y lo que quieren es que les vea el médico, por lo que se enfadan y algunos insultan», lamenta Peris. La presencia de vigilantes y cámaras pretende ser una medida disuasoria que evite que los gritos e insultos pasen a agresiones físicas. La Conselleria de Sanidad ha lanzado una campaña de concienciación ciudadana con el lema «Respetemos a quien nos cuida» para combatir las agresiones a sanitarios, más de 400 en 2020 en la Comunidad Valenciana, el 84% verbales y el 16% físicas.