Dice la copla «A San Fernando»... «un ratito a pie y otro caminando», de Manolo García, ex Último de la Fila: «Frótate conmigo hasta que me saques brillo». ¡Qué barbaridad, Manué!. Cuentan nuestros viejos/mayores, quienes lo escucharon/aprendieron de sus padres y abuelos, que, hasta no hace mucho -las cosas parece que están cambiando a pasos agigantados-, la RAE es la que «limpia, fija y da esplendor» a una lengua que, aunque se mire para otro lado y se pretenda descabalgar a los más prestigiosos/reputados hispanoparlantes -que han contribuido a difundirla y hacerla grande- es hablada/utilizada por un montonaso de gentes de diferentes latitudes y condición, además de ser la segunda más estudiada en el mundo mundial. ¿La Ley de la Memoria Histórica dice algo sobre el español, también conocido como castellano, aunque este calificativo acote a una sola autonomía la lengua de Miguel de Cervantes -uno de los autores más leídos en todo el mundo-, la misma que la de los Premios Nobel José Echegaray (1904), Ramón y Cajal (1906), Jacinto Benavente (1922), Juan Ramón Jiménez (1956), Severo Ochoa (1959), Vicente Aleixandre (1977), Camilo José Cela (1989) o Mario Vargas Llosa (2010), cuatro de ellos en Literatura y dos en Medicina, que, de seguro, y al margen de que hablasen el español, también lo hacían en otras, como la de Shakespeare?. ¿Os imagináis a los «hijos de la Pérfida Albión» (Reino Unido) renegando de su lengua, aunque se hablen dialectos en territorios como Gales, Escocia o Irlanda del Norte?.¿A alguien, en Francia, se le ha ocurrido «cuestionar y relegar el gabacho» a un segundo plano, olvidándose de Juana de Arco, Napoleón, Robespierre, Descartes, Alejandro Dumas, De Gaulle, Asterix, D’Artagnan o la Pantera Rosa, por citar a algunos personajes y personajas? ¿Os imagináis a los polacos renegando de su más querida/reconocida conciudadana, Marie Curie o a los alemanes/suizos/austriacos/americanos repudiando a Einstein? ¿Y qué me dices de los venezolanos echando pestes de Simón Bolívar o de los chilenos afeando la figura de Salvador Allende, a los cubanos despotricando contra el Fidel Castro o el Che Guevara?. No digo nada de Premios Nobel latinoamericanos como Gabriela Mistral (Chile), Miguel Ángel Asturias (Guatemala), Pablo Neruda (Chile), Octavio Paz (México) o García Márquez (Colombia), que no escribían en inglés, chino, filipino o cualquier otra lengua, sino en español de España, el mismo que hablan andaluces, extremeños o murcianos/vegabajeros, a quienes critican -por el acento- algunos de nuestros políticos de primera fila. ¡He puesto sólo unos ejemplos!. Podría citar más, pero la lista de gente ilustre que habla nuestra lengua materna -al margen de otras cooficiales- sería interminable. ¿Y a qué viene to esto? Pues viene a «colasión» del «asento» que tenemos los vegabajeros, que es «mu» nuestro y que nos confiere algo así como una personalidad especial, aunque para algunos seamos unos paletos. ¡Coñe, sagal, al salir, sierra la puerta, que se escapa el gato! ¡Y pensar que uno de mis profesores de Lengua y Literatura, Manuel Ruiz Funes, se empeñó en que hablase correctamente una lengua que, como la Constitución, une a los españoles! ¡Cagüentoloquesemenea!, o como diría Angelita, mi madre -y mi tío Alberto-, «en la vi llorar», que nunca he sabido lo que significa. ¡Con lo fasil que es desir mañaco, sangüango, mindango, usicar, bardisa, samordo, mostrenco, manifasero, escorreor, arrejullaera, pesambre, pésoles o alcasil! En la Vega Baja -a no ser que seas más fino quel coral- te entiende tol mundo. Es posible que si lo dises en Alcalá de Henares o San Millán de la Cogolla -cuna del castellano/español-, también, pero no si lo hases en Benicarló, porque allí se nesesita el valensiano pa echarte novia. Por sierto, a un comarcano ilustre -alcalde él- le han dao un disgustaso de muerte tres «sagalones vegabajeros» porque utilisan -en las redes sosiales- el lenguaje autóctono. Otro, almoradisense de cuna, ha escrito un disionario con palabros del lugar. ¡Válgame el Señor! Lo dicho, si subes al castillo de Cox, por el Portichuelo, claro, ves tol pueblo e incluso Callosa y Granja de Rocamora, pero si no lo hases «frótate conmigo hasta que me saques brillo». ¡Ah, Emilio, ponte güeno!