A buen seguro que el líder nacional del PP, Pablo Casado, nunca imaginó que, en su visita a Orihuela en 2019 para comprobar los estragos que causó la DANA en el polígono Puente Alto, fuera a estrechar la mano a un presunto asesino y a su víctima. Casado comprobó los destrozos de la gota fría en una de las empresas punteras de Orihuela, que llegó a tener más de 300 empleados, y entre cuyos clientes estaba la todopoderosa Disney. Rocas & Design, una empresa cofundada por dos socios que han acabado en el cementerio, uno asesinado presuntamente por el otro antes de suicidarse.

«Desdentao», el entrañable dragón de la película de animación «Cómo entrenar a tu dragón» preside la entrada de la empresa en Orihuela, hoy cerrada y sobre la que pesa un ERTE. La enorme figura parecía presagiar lo que se ha convertido casi en una historia de película, tan negra como ese dragón. Orihuela aún sigue conmocionada por la muerte de los dos socios. Los hechos se remontan al miércoles 10 de febrero cuando, según la investigación policial, José Antonio G. V. (62 años) acudió al domicilio de Francisco Javier R.M. (52 años) en la pedanía murciana de El Palmar. Allí, presuntamente, disparó a su exsocio con una pistola que habría adquirido en el mercado negro. Dejó a la víctima, aún con vida, tirada en el garaje con un gran charco de sangre. Murió horas después en el hospital. Junto a Francisco Javier, dejó una pistola para simular un suicidio. Pero el análisis balístico comprobó que la bala que le atravesó la cabeza tenía otro calibre. Las pistas no tardaron en llevar a la Policía hasta la vivienda de José Antonio en La Manga, tras las desavenencias personales y profesionales que habían tenido en los últimos tiempos. Allí lo encontraron muerto de un disparo que realizó con la misma arma con la que habría asesinado a su exsocio.

El líder del PP, Pablo Casado, visitó la empresa tras la DANA y en la imagen saluda al socio asesinado, Francisco Javier. Tony Sevilla

Para los amigos de ambos ha sido todo un shock. José Antonio no estaba atravesando un buen momento y culpaba a Francisco Javier. Se había separado de su mujer, algo que no encajó, y la puntilla fue que ella, que tiene una parte de la sociedad, junto a Francisco Javier y su excuñado (hermano de su exmujer), socio también, hicieron valer su mayoría societaria para echarle del negocio el pasado verano, sustituyéndole uno de sus hijos, a quienes había cedido su parte de participación en la empresa. «Llevaba un tiempo desquiciado, su mujer se había separado de él, le habían sacado del negocio y acusaba a sus hijos de darle la espalda, estaba yendo al psicólogo», cuenta un amigo de José Antonio.

La firma era líder en el sector de la industria de parques de atracciones y ocio, pero rodeada de impagos a empleados y proveedores. «A los jefes no les preocupa la gente, se están deshaciendo de nosotros sin contemplación, todo fruto de su mala cabeza y mala gestión», señala un extrabajador. «No pagan , te gritan y luego te echan sin explicaciones», dice otro.

Los impagos aumentaron tras la gota fría que arrasó la nave. La pandemia hundió el negocio al cerrar parques y hoteles, sus principales clientes. Francisco Javier llevaba la mayoría de contratos internacionales, desde el parque Legoland en Dinamarca, a Disneyland Paris o a Dubái. José Antonio estaba más en Orihuela, donde crearon un enorme castillo para sus fiestas de Moros y Cristianos, que destrozó la DANA. Dos días antes de su asesinato, Francisco Javier cerró en París contratos con Disney, ya sin José Antonio. Habían empezado a producir en la fábrica que la mercantil tiene en Rumanía, tras el parón de la pandemia. «José Antonio se sentía traicionado», señala su amigo. Un negocio próspero, que ha acabado a tiros.

El presunto asesino, José Antonio, con camisa. Tony Sevilla