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Las cien mil caras del Trasvase

José Vicente, Antonio y José Manuel Hernández Saura, y Andreu Luis Gómez

Cuando se le pregunta a un empresario agrícola de la Vega Baja por cómo era el campo de secano de la comarca antes de la llegada del trasvase esboza ese tipo de sonrisa que solo puede dibujar el tiempo. La de quien ve con perspectiva una época durísima por sacar adelante almendros y garroferos de una tierra seca y áspera como pocas. Por eso cuando Antonio y José Manuel Hernández, empresarios del transporte agrícola y regantes, José Vicente Andreu, productor de cítricos y representante de Asaja en la comarca, o Luis Gómez, agricultor y subastador, ven en peligro un recurso vital para seguir adelante, hablan de miedo e inseguridad. No solo quien trabaja los bancales depende del agua. Una extensa red de tejido productivo se ve amenazado cuando escasea. Las cifras están ahí. Regantes y organizaciones empresariales avisan lo que se juega la provincia con la previsión de recorte mensual del trasvase el Tajo: 110.000 empleos directos en el sector agrícola en las provincias de Murcia, Alicante y Almería, 38.000 de ellos en la provincia de Alicante. No son los únicos.

Detrás de esta industria agrícola innovadora se articula una cadena de transformación y comercialización de última tecnología que, literalmente, va desde el bancal hasta los supermercados del norte de Europa. Lejos de la estampa del agricultor con el legón -que sólo se encuentra ya en la huerta tradicional-, el empresario agrícola reconvirtió el secano en una mayoría de zonas regables, empezando de cero y arriesgándolo todo para transformar el sector. Cuando recibieron autorización y vieron que el pequeño mar de agua del embalse de La Pedrera se hacía realidad, reconvirtieron el erial tradicional para plantar cítricos y hortalizas. La mayor parte de ese empleo, no hay que olvidarlo, se cubre por migrantes que han encontrado en el campo un medio de vida digno para subsistir. Los españoles no quieren el trabajo agrícola. Tampoco en sectores derivados como el de transporte, carga y transformación de los cítricos y productos hortofrutícolas. La población de origen magrebí y subsahariana que se ha quedado a vivir en la Vega Baja y el campo de Elche ha sido vital para mantener la actividad agrícola como sector estratégico durante la fase más aguda de la crisis sanitaria. Algunos empresarios lamentan el escaso interés entre los desempleados por cubrir esos puestos.

En conjunto las zonas regadas por el trasvase en el Sureste español superan las 150.000 hectáreas, y abastece de forma permanente a más de 2,5 millones de personas, superando ampliamente los tres en época estival. Los empresarios coinciden en considerar los recursos que llegan desde el Tajo como difícilmente sustituibles para cubrir estas necesidades. Aunque quienes se alejan del mensaje machacón de grupos de presión y partidos políticos, destacan que la aportación de caudales de aguas residuales tratadas de las depuradoras, la mejora de la gestión del propio Segura y la producción de agua desalinizada, ha permitido mejorar la situación en los últimos años de forma complementaria al agua del trasvase. Con margen para una moderada autocrítica, se reconoce también la necesidad de enmendar errores del pasado, como la consagración del campo a una agricultura intensiva que en los 90 y las dos primeras décadas de este siglo ha puesto por delante, en muchas ocasiones, el beneficio económico, sin que la administración y las grandes empresas del sector en Murcia y Almería calibrasen su impacto ambiental.

José Vicente Andreu, junto a uno de los bancales de producción ecológica de cítricos TONY SEVILLA

José Vicente Andreu: «No se dan cuenta del daño que van a hacer a un sector vital durante la pandemia»

AGRICULTOR

«La llegada del agua al embalse de La Pedrera lo cambió todo hace cuarenta años», señala José Vicente Andreu (56 años), agricultor de Torremendo (Orihuela), mientras recuerda lo «mucho que se sufrió» en los inicios de la transformación del secano con la llegada del agua del Tajo, «no fue fácil» Era 1980 cuando comenzaba a llegar agua «pero la gente la cogía como podía, con tuberías y embalses. La tecnología era cara y mala, algunos se hipotecaron y perdieron las fincas». El trabajo era duro, más todavía en una tierra que necesitaba agua para sacar adelante a su gente. «Ayudaba a mi padre y nos dimos una panchá a trabajar impresionante para tener nuestra primera cosecha de alcachofa. Pero las perdimos entereticas, porque dieron agua y luego la cortaron en febrero». Cuarenta años después los agricultores disponen también de otros recursos como el agua depurada , y el río Segura se gestiona mucho mejor, pero en los 80 -recuerda José Vicente- «si subía algo de agua del río era puro veneno, la desalación ayuda pero es muy cara, por lo que el trasvase es vital. Del agua depende todo lo que hacemos». El trasvase cambió el paisaje de secano duro y a la gente de este campo siempre difícil que mejoró cultivos y cosechas y modernizó sistemas de producción. «Es la base de la economía rural del sur de Alicante, de muchas pedanías de Orihuela y de municipios como Pilar de la Horadada, Los Montesinos o San Miguel de Salinas».

Andreu, que además es el secretario de Asaja en la Vega Baja, dirige una empresa agrícola puntera. Exporta cítricos de alta calidad al norte de Europa (Suiza, Alemania, Dinamarca, países nórdicos) y almendras regadas con goteo a Estados Unidos. Un total de 130 hectáreas de propiedad familiar y producción ecológica. Cada cuatro genera un puesto de trabajo directo.

Habla con claridad de la batalla política. «Con esto se ha hecho chantaje a los agricultores de Murcia, Almería y Alicante y a los de Castilla La Mancha. El famoso "Agua para Todos" ha hecho mucho daño porque lo cogió un sector político como bandera, y engañó a los agricultores porque en el fondo no era agua para todos. Era un señuelo para conseguir votos». El agua como recurso electoral. «Si te vas a La Mancha es una vergüenza y una ignominia lo que han hecho con los habitantes ribereños del Tajo, a los que han mantenido durante décadas sin suministro de agua potable, cuando La Mancha ha recibido más de 400 millones de euros de compensación para la zona cedente». Y concluye: «Los políticos son los grandes culpables. Nos engañaron en el levante y a los manchegos en su estrategia de conseguir votos. Ellos no ven más allá de los cuatro años y no se dan cuenta del daño que van hacer a un sector vital para levantar el país después de la pandemia».

La autocrítica también está presente en su análisis con uno de los ejemplos más polémicos de los últimos años... la agricultura «superindustrial y mecanizada» del Campo de Cartagena, la principal zona dotada por el trasvase. Explotada por grandes empresas -ahí no existe el pequeño agricultor-, con acuerdos cerrados con supermercados, Anfreu recuerda «que necesitan echar un 400% más de fertilizante para sacar adelante una lechuga en invierno. Se han hecho barbaridades, pero también cuenta el urbanismo salvaje y la falta de depuración del agua residual que va al mar».

Y advierte que, todavía con garantía de agua «la única salida que nos queda a los agricultores españoles es esa diferencia de calidad y respeto al medio ambiente que asegura la producción ecológica, para distinguirnos de producciones de países como Egipto, Sudáfrica o Marruecos que crecen a ritmo exponencial y van a lo barato, barato, barato».

Luis Gómez en la alhóndiga de La Redonda de La Campaneta de Orihuela TONY SEVILLA

Luis Gómez: «El recorte hará que nuestros competidores se aprovechen de la merma de producción»

AGRICULTOR Y SUBASTADOR

Son las 16.30 horas y comienza, como cada día, la subasta en la alhóndiga La Redonda de los Huertos, en la pedanía oriolana de La Campaneta. Hasta allí han llegado productos hortofrutícolas de toda la Vega Baja, unos han recibido para su crecimiento el agua del río Segura, los de riego tradicional, otros llegan de explotaciones que se sirven del agua del trasvase Tajo-Segura. Los primeros seguirán llegando a esta subasta, pero en el caso de los segundos su continuidad depende del «tajo» que se le meta al trasvase. «En la zona que riega el trasvase la continuidad de las explotaciones se va a ver muy comprometida», asegura Luis Gómez, regante y subastador en esta reconocida subasta oriolana. Gómez estima que entre el 30 y el 40% de las explotaciones que riegan gracias al acueducto pueden desaparecer, el mismo porcentaje que se pretende recortar en las aportaciones. «Después subirán el caudal ecológico del Tajo por encima de los 400 hectómetros cúbicos actuales y el trasvase se quedará solamente para casos de emergencia hídrica, es lo que nos tememos los regantes, a pesar de que el trasvase es un derecho que hemos adquirido en el sureste», lamenta. En la subasta de hoy no hay sorpresas, las alcachofas siguen manteniendo un buen precio (su riego suele ser el tradicional), y en el caso de los limones, el cultivo más extendido en la Vega Baja y regado en su mayoría por el trasvase, el precio no termina de subir. Sí que se va a elevar, y bastante, según los regantes, los precios de todos los productos hortofrutícolas, regados gracias a esa infraestructura, que consigan sobrevivir a su recorte.

«Al esperarse menos producción, aumentarán los precios por tener más demanda que oferta, el problema es que de eso se aprovecharán nuestros competidores extranjeros para colocar sus productos más baratos en los mercados», explica este regante. No será de lo único de lo que se aprovechen las empresas hortofrutícolas, sobre todo, del norte y sur de África. Al recortarse las aportaciones, los que riegan en esta zona con agua del trasvase se verán obligados a usar pozos de sequía, cuya agua es cara y de mala calidad, lo que conllevará a productos con un peor cuaje, es decir, de menor calidad, además de los que simplemente desaparezcan por no poder regarse. «Por culpa del recorte del trasvase tendremos una merma en cuanto a cantidad y calidad de producción, y de eso se van a aprovechar nuestros competidores extranjeros para entrar más productos a España y al resto de Europa, con lo que esto puede suponer para la economía de esta zona», señala Luis Gómez. Cítricos y frutales van a ser los más perjudicados por la reducción de caudales a Alicante, Murcia y Almería. Los productos de estas tres provincias «de una gran calidad reconocida en todo el continente», incide Gómez, están en juego y, con ellos, miles de familias que viven de la «huerta de Europa». Alhóndigas como la de La Redonda esperan seguir pudiendo elevar la voz cada día para ofrecer el mejor precio también en las frutas y verduras que crecen gracias al agua del trasvase.

Antonio y José Manuel Hernández Saura junto a uno de los cincuenta camiones de la flota de camiones de transporte de productos agrícolas

Antonio y José Manuel Hernández: «Sin garantía de agua no hay seguridad, se frena cualquier inversión»

AGRICULTORES Y TRANSPORTISTAS

La empresa puesta en marcha por los hermanos Hernández Saura es la expresión de uno de los sectores derivados de la actividad agrícola con mayor fortaleza de la provincia: el transporte. Su desarrollo se potenció en los ochenta con la necesidad de hacer llegar los productos de las nuevas zonas regables gracias al trasvase en Alicante y Murcia, a sus principales mercados. Son además empresarios agrícolas: 50 hectáreas plantadas de distintas variedades de limón. «Cada vez se planta menos por falta de agua, porque no la tenemos segura», señala José Manuel, y agrega Antonio: «los campos cojonudos, el problema es que nos falta agua aunque pagamos por ella y por una dotación, no la recibimos». Con 64 y 61 años respectivamente han vivido en primera persona la gran transformación de la comarca con el trasvase, y ahora se enfrentan a su principal reto. «Sin agua no tenemos seguridad y las grandes empresas que nos piden transporte de productos de la Vega Baja empiezan a mirar al sur, a Marruecos».

Sus clientes son grandes distribuidoras y cadenas de supermercados como Coop y Rewe en Suiza, Alemania, Italia, Holanda o Bélgica, que demandan el mejor producto de España. Gerentes de Orcelitrans, los hermanos comenzaron como su familia, trabajando el campo, pero pronto vieron oportunidad en un sector con gran demanda. «No encontrábamos a nadie que transportara lo que producíamos como pedía el mercado, y comenzamos a hacerlo nosotros», explican. Se les dio bien. Muy bien. Y ahora su negocio cuenta con una flota de 50 sofisticados camiones refrigerados. Casi un centenar de trabajadores en plantilla, la mayoría de origen migrante, por las dificultades para encontrar conductores, y una facturación que ronda los 8 millones de euros al año. En el departamento administrativo de su sede en San Bartolomé se habla inglés, alemán y francés.

Orcelitrans, es un ejemplo de las grandes empresas que han crecido gracias a la agricultura regada por el Tajo . Los hermanos muestran orgullos los enormes trailers, relucientes y con sellos de certificación de calidad, imprescindibles para su labor en Europa. «Ahora estamos paralizando las inversiones en fincas a la espera de que se aclare un poco el tema. La inseguridad con el agua nos frena mucho», comenta José Manuel. «Es una pena porque a nivel europeo cada vez nos piden que trabajemos más con Marruecos, más competitivo en precios porque la mano de obra es más económica . Ya cargamos mucha fresa y arándano desde Huelva que viene de Marruecos», señala Antonio mientras José Manuel desgrana la cadena necesaria para que una hortaliza llegue a su destino. Está claro: a cada paso un puesto de trabajo.

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