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Los flamencos echan de menos el confinamiento y evitan Torrevieja para criar

La presión humana, la bajada del nivel del agua y el reinicio de la extracción de sal impiden repetir el histórico anidamiento de 2020

Una bandada de flamencos en las inmediaciones del complejo industrial de las salinas de Torrevieja el pasado mes de marzo. Poco después abandonaron la zona.

En torno a 300 ejemplares de flamencos comenzaron el pasado mes de febrero y marzo a frecuentar el entorno de las salinas de Torrevieja para iniciar el cortejo, emparejarse y criar, tal y como lo hicieron por primera vez en 2020 en la laguna rosa salinera de este espacio natural desde que se tienen registros. No solo fue la primera colonia de anidamiento y cría documentada en Torrevieja. También la más numerosa de la Comunidad Valenciana con 1.200 pollos.

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Imágenes de la histórica nidificación y cria de flamencos en la laguna rosa de Torrevieja este año

Pero lo que han visto los flamencos comunes esta primavera no les debió convencer mucho. Desaparecieron pocos días después para intentarlo en otros puntos de la península donde la cría nunca ha dependido de un confinamiento pandémico de los humanos, caso de la laguna de Fuente de Piedra en Málaga, o la mucho más cercana laguna de Pétrola (Albacete). La relajación de la enorme presión humana que sufre la laguna rosa en los meses de marzo y abril de 2020 no fue tampoco el principal factor que permitió esa reproducción extraordinaria. Se trató más de una conjunción única de factores, desde el descenso de la salinidad de las aguas, que provocó la eclosión de la artemia transportada por el acequión salinero de La Mata a una laguna cuya hipersalinidad habitual no permite normalmente su supervivencia, al aumento del nivel de las aguas que generó islotes en la mota central que atraviesa la laguna, aislando los nidos de los posibles depredadores. Pero sobre todo que durante aquellos meses la salinera tuviera que paralizar su actividad extractiva, no por la pandemia, sino por la altura alcanzada por las aguas después de las fuertes lluvias. Con dos metros de profundidad cuando apenas suele superar el metro y medio la cosechadora y las instalaciones que reciben la sal no pueden trabajar.

Tráfico y avionetas

Claro que el confinamiento ayudó, y mucho. No había visitantes, ni baños de lodo en las orillas, ni paseantes, ni fotógrafos aficionados. Sin el tráfico de la cercana CV-905, situada apenas a doscientos metros de la orilla en la zona donde finalmente anidaron los flamencos y por la que pasan más de 30.000 vehículos diarios, la tranquilidad era máxima. Y otro detalle importante: La laguna no sufrió el paso constante de avionetas sobre la lámina 1.400 hectáreas, totalmente fuera de control en la actual «normalidad», y que no solo alteran el hábitat de la zona de especial protección para la aves (ZEPA) del parque natural, también la acústica de miles de residentes que viven en torno en las urbanizaciones del entorno de las lagunas.

El director del parque natural, Francisco Martínez y el fotógrafo de naturaleza y trabajador salinero, Federico Kenzelmann, explicaron todo el proceso que convergió en el anidamiento y cría del pasado año en una reciente conferencia organizada por la sede universitaria de la UA. Certificaron que 2020 fue único para propiciar un acontecimiento «excepcional», que probablemente no pueda volver a darse de nuevo. Los flamencos ya han buscado otros parajes.

La salinera amplía a este mes la cosecha en las orillas

Las salinas de Torrevieja prolongarán a este mes de mayo la extracción extraordinaria de sal de la orilla este, entre la Punta de la Víbora y el acequión salinero con Los Montesinos. La salinera recurre a esta cosecha alternativa por primera vez para completar una producción muy mermada en los dos últimos ejercicios y sigue recibiendo sal de otras salinas del grupo Salins por vía marítima a través de cargueros.

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