Un edificio de dos plantas y casi 200 metros cuadrados de superficie para dos agentes de la Policía Local. Es la surrealista situación que se ha dado durante años en el municipio más pequeño de la Vega Baja, Daya Vieja, donde destacan construcciones millonarias nada acordes con un municipio de 707 habitantes, como un Ayuntamiento, un centro social o un mirador que ya quisieran localidades veinte veces más grandes. Sin embargo, desde hoy, ese edificio policial sobredimensionado se ha convertido en un moderno consultorio médico, mucho más útil y necesario puesto que el anterior está en un estado ruinoso por los daños de la DANA de 2019 y, de hecho, el Consistorio lo va a derribar, junto a los dos locales anexos, por el peligro que supone (se convertirán en un aula multiusos y en un almacén del que carece el municipio).
El Ayuntamiento, gobernado ahora por José Vicente Fernández, el único alcalde de Compromís en la comarca, ha realizado un esfuerzo enorme para acondicionar las instalaciones policiales y transformarlas en un consultorio, dada la deuda financiera que arrastra el municipio y que el regidor estima en 2,7 millones de euros tras haber conseguido rebajarla en más de 600.000 en lo que lleva de mandato, sobre un presupuesto de 680.000 euros. Este miércoles era el primero en madrugar para trasladar el mobiliario al nuevo consultorio auxiliar, junto a otros seis voluntarios, vecinos del municipio y también trabajadores del Ayuntamiento, que se ofrecieron para ayudar dado que el Consistorio no podía pagar a personal para llevar a cabo esta tarea. «Estamos sufriendo la mala gestión de nuestros antecesores y esto llevará años de endeudamiento», explica el regidor de un municipio intervenido por el Ministerio de Hacienda.
La adecuación del consultorio ha costado 13.000 euros (8.000 de ellos en poner en servicio el ascensor que no funcionó nunca). El centro es ahora totalmente accesible y está listo para, desde este jueves, pasar consulta. Tiene sala de espera y dos consultas de enfermería y medicina, que compartirá con pediatría hasta que se ponga en la planta inferior una sala infantil, para lo que se pedirá una subvención. «Hay que ceder en algo al haber hecho ahora este gasto, necesario, y veo difícil que podamos abrir la piscina este verano, por la deuda», lamenta Fernández.