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Admite, con el fin de eludir la prisión permanente, que mató a su madre con un bate en Torrevieja

La Fiscalía y la defensa alcanzan un acuerdo por el que se rebajará la petición a 18 años de cárcel por el crimen tras la confesión del acusado - El Ministerio Público valora la colaboración con la Justicia y los problemas mentales del agresor

El acusado, sentado de espaldas en el banquillo al inicio del juicio. | ANTONIO AMORÓS

Respondiendo con monosílabos y en una declaración que apenas se prolongó más de cinco minutos, Jean Cristophe C., de 41 años y acusado de haber matado a golpes a su madre con un bate de béisbol en el domicilio familiar de Torrevieja, admitió este lunes su crimen ante un jurado popular. Una confesión que le puede ayudar a sortear la petición de prisión permanente revisable por su colaboración con la Justicia y sustituirla por otra de 18 años de prisión. El juicio arrancó en la Sección Séptima de la Audiencia, con sede en Elche, aunque las siguientes sesiones se van a ver aligeradas tras esta confesión.

El asesinato ocurrió a principios de marzo de 2020 en el chalé en el que el acusado convivía con su madre en la calle Leonardo Da Vinci, a pesar de que tenía una orden de alejamiento de ella por otras agresiones anteriores. Hasta en cuatro ocasiones habían tenido que acudir las Fuerzas de Seguridad al domicilio por episodios de violencia del hijo hacia su madre. La madre tenía 81 años y sufría un cáncer terminal que la tenía prácticamente postrada todo el día en la cama, con tan solo 41 kilos de peso. La Fiscalía considera que el acusado mantuvo a su madre en un continuo estado de temor y desasosiego con sus actitudes agresivas.

Entre la tarde y la noche del 2 de marzo del año pasado la golpeó en repetidas ocasiones con el bate en la cara y en la cabeza y después le arrojó encima un armario para tratar de simular un accidente doméstico, versión que mantuvo cuando llamó a los servicios de Emergencias. Hasta ahora había negado el asesinato de su madre. Punto por punto fue confirmando todos los hechos que se narraban en el escrito de acusación, sin ninguna matización o intento por suavizar su implicación en los hechos. Todos y cada uno de estos extremos fueron confirmados con un sí por el procesado durante el interrogatorio.

Durante su alegato inicial ante el jurado, la fiscal ya avanzó que estaría dispuesta a pedir los 17 años de cárcel por el crimen si el procesado admitía los hechos. La situación de especial vulnerabilidad de la víctima, que no pudo hacer para defenderse, determinó que se pidiera para él una de las penas más severas contempladas en el Código Penal: la prisión permanente revisable, que es equivalente a una cadena perpetua. La fiscal explicó al jurado en su alegato inicial que no podía obviar los problemas mentales del acusado. Aunque era consciente de sus actos, tiene un trastorno límite de personalidad que le causa un problema de control de impulsos, agravado por la mezcla de alcohol, medicamentos y antidepresivos. «Son factores que no puedo obviar», explicó la fiscal a los miembros del jurado, a quienes recalcó que ellos no van a tener que pronunciarse sobre las penas que se impongan al acusado. Solo sobre los hechos que han quedado probados o no durante el juicio.

«Rehacer su vida»

Por su parte, la abogada Concepción Ferrández Campillo, defensa del acusado se encargó de anunciar durante su alocución al tribunal popular que éste iba a admitir los hechos. «Para él son momentos muy duros. En prisión ha podido ir recuperándose y recibir tratamiento por sus problemas. Para él es importante, poder pasar página y tratar de rehacer su vida», aseguró.

Durante los días previas, la Fiscalía y la defensa han estado negociando un acuerdo, por el que el Ministerio Público pediría 17 años por el asesinato y otra pena de un año de prisión por el quebrantamiento de la orden de alejamiento a cambio de la confesión. Pese al reconocimiento, el juicio proseguirá este martes, aunque sin buena parte de los testigos que estaban previstos. Para estas conformidades, la doctrina del Tribunal Supremo establece que no basta solo con la mera confesión del acusado. Hacen falta otras pruebas para fundamentar la condena.

Así, el proceso de elección del jurado se prolongó durante más de dos horas. La magistrada tuvo que dar un pequeño tirón de orejas a unos de los jurados que durante un momento se quitó la mascarilla, recordándole los protocolos sanitarias para interiores.

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