En 2006 fue inaugurado el actual Hospital de Torrevieja bajo la gestión de una unión de empresas privadas: «Ribera Salud» para un plazo de 15 años, para luego pasar al sector público. En febrero de 2020 nacía la plataforma ciudadana «Sanidad Excelente» partiendo de las noticias surgidas sobre la reversión del hospital al sistema sanitario público. Un mes después, llegó la pandemia Covid 19. El Ayuntamiento de Torrevieja, puso en marcha el portal «Torrevieja Resiliente», una ventana abierta para sobreponerse al desastre producido por el Covid para cuanto antes, recuperar la normalidad. Un servidor, participó colgando en la web algunos artículos culturales dentro del apartado «Quédate en casa».

La web era una galería de recursos multimedia para aprovechar el tiempo que debíamos de pasar en casa a causa del confinamiento duradero hasta el mes de junio.

Breve fue la alegría, en septiembre volvió a prenderse la epidemia, un tercer rebrote daba un elevado número de nuevos casos, quizás debido a la movilidad, agrupamiento y desprendimiento en los días festivos de la Navidad. Y aquí empieza mi historia.

En enero de 2021, en número de enfermos de covid había aumentado. Yo fui una de sus víctimas. En la noche del 6 de enero comienzo a tener fiebre alta, lo que comunico a la mañana siguiente -jueves a mi médica de familia que me sugirió telefónicamente que tomara comprimidos de paracetamol durante todo el fin de semana-. El lunes 11, por la mañana la vuelvo a llamar, la fiebre continua y empiezo a tener episodios de fatiga, comunicándome que no había ambulancias disponibles por haber mucha demanda.

El Hospital de Torrevieja se ve obligado a doblar la capacidad de la planta Covid y suspende las cirugías con ingreso. El centro asume 55 hospitalizados y 12 en la UCI con coronavirus, suprimiendo las habitaciones individuales en la planta 0 para acoger más pacientes.

Ante mi empeoramiento decido ir a la Clínica Quirón en donde enseguida, con efectividad y rapidez, me realizan analítica y una placa radiográfica que dio como resultado una neumonía bilateral, síntoma casi inequívoco de tener una infección producida por el coronavirus. Me recomiendan -para evitar gastos elevado que me dirigiera a mi hospital de referencia: el Hospital Universitario de Torrevieja.

En urgencias hospitalarias, en una repleta sala hago espera pacientemente hasta que la «enfermera seleccionadora» que llama y me pregunta por la causa de mi ida allí. Intento explicarle y le enseño el informe y resultado que me habían entregado en la Quirón, no echándole ni siquiera un vistazo. Me toma la presión arterial y la temperatura «instalándome» en la sala de espera general del vestíbulo. Mi disnea iba en aumento, teniendo que solicitar mi mujer que me conectaran unas gafas de oxígeno.

A las 19:48 h me hacen una radiografía de tórax y, a las 8 de la tarde me visita un médico del servicio de Urgencias, al que también le mostré el informe de Clínica Quirón, increpándome que por qué no he ingresado allí. A lo que le contesté que mi hospital de referencia es este y no el Quirón, y que en una semana si hacerme ningún reconocimiento he ido a peor, sin ningún resultado terapéutico con el tratamiento recibid. Me indicó que habría que repetir todas las pruebas, no dignándose a leer nada del informe que llevaba. A las 8 de la tarde no me habían hecho analítica en sangre, ni me han cogido una vía periférica, ni me habían pautado ninguna medicación... Ni por supuesto me habían tomado muestra para PCR que diagnosticara la infección causada por el coronavirus.

No me habían preguntado qué enfermedades crónicas padecía (Diabetes tipo 1, colesterol, hipertensión y obesidad; ni tan siquiera me ha hecho un test de glucosa.

Las cosas no van bien. El 13 de enero me ingresan en la planta de Covid, en la habitación número 035, en el argot del juego llamada «el Infierno», donde paso ingresado hasta el 11 de febrero que recibo el alta médica de manos del jefe de Medicina Interna del Hospital, al que he de calificar de un excepcional médico que llegó a dar su número de teléfono particular a familiares de los allí ingresados para ofrecerles información. Persistió mi gravedad durante muchos días con saturaciones de oxigeno que llegaron a bajar al 82%, el límite de la supervivencia, estando varias veces a punto de ser intubado e ingresado en la UCI. Perdí 18 kilos y masa muscular. No tenía fuerza ni para ponerme de pie. Con grandes esfuerzos he logrado ir recuperándome.

Capítulo aparte es el tema de la vacunación donde se contradicen las indicaciones sobre dosis y tipos de vacuna. Contradiciéndose mi doctora de primaria; que me indicó la Pfizer o Moderna; el enfermero que proponía la AstraZeneca; la Conselleria de Sanitat que, dadas las patologías crónicas que padezco me indica la Pfizer o Moderna. Un médico, el pasado jueves, intentó forzar la administración de AstraZeneca; y, por último, la enfermera coordinadora en el «vacunódromo» instalado en el Centro Municipal de Ocio de la Tercera Edad y miembro del Comité de Empresa del Hospital de Torrevieja me administró la Pfizer.

Juzguen ustedes si no es indecoroso, deshonesto, desvergonzado, improcedente e inmoral en esta «Sanidad Indecente» que no le importa las veces que uno tiene que ir suplicando la necesaria vacuna; y es que digo yo: «Lo que no funciona se cambia».