La máquina del tiempo vuelve a funcionar en Torrevieja este fin de semana para regresar al año del gran terremoto que asoló la población y gran parte de la Vega Baja en 1829. Con el título de “Torrevieja tiembla”, la Asociación Cultural Ars Creatio programa dos rutas teatralizadas por el centro de la ciudad recordando aquel acontecimiento histórico que sumió a una recién estrenada población en la tragedia. Para asistir es necesario un registro previo a través del código QR del cartel anunciador.

Dos rutas para las mañanas del sábado 16 y el domingo 17 retomarán esta recreación histórica de Ars Creatio tras el obligado paréntesis por las medidas sanitarias covid. La puesta en escena, con salida en el mismo corazón de la ciudad, la popular Glorieta y la Iglesia de la Inmaculada, parte también de la trágica historia porque “...a la puerta de su misma casa, cayendo sobre ellos la torre que fue derribada por el mismo terremoto” fallecieron el cura don José Sánchez, su padre y su madre aquel 21 de marzo.

Cartel anunciador de "Tiembla Torrevieja", ruta teatralizada de Ars Creatio en el que aparece el código QR de registro

A través de varios personajes de la época los componentes de esta dinámica asociación cultural mostrarán a lo largo de su recorrido alguno de los escenarios que en aquellos días de marzo se convirtieron en zona catastrófica. Simón Cánovas, Lázaro Torrijos, el obispo de Orihuela, el capitán Cookie, Josefa Onofre, Don José Galiana, “La Muñosa” o “el ciego Morales” son algunos de los personajes creados o recreados para ofrecer a los espectadores de hoy testimonio directo de las situaciones dramáticas y terribles que se vivieron hace casi doscientos años. Se habla de la tragedia pero también de la enorme resiliencia de los torrevejenses de entonces, por eso tampoco falta a la cita uno de los nombres clave de la reconstrucción de la comarca: el ingeniero José Agustín Larramendi.

Aunque las sacudidas habían comenzado meses antes, el terremoto más violento se produjo el 21 de marzo de 1829, “...sábado al anochecer”, como escribía en su crónica el obispo de Orihuela a Fernando VII “...sobre las desgracias y ruinas de parroquias y pueblos. Los de Almoradí, Benejúzar, Rafal, Formentera, Torrevieja y Torre La Mata han sido totalmente asolados sin que quede en ellos una sola casa habitable”. En su estudio sobre el nuevo urbanismo del Bajo Segura a raíz del terremoto de 1829, Gregorio Canales habla de las terribles consecuencias de seísmo: alrededor de 400 víctimas, pueblos asolados, comunicaciones afectadas, población huyendo de sus casas ante la repetición de los temblores, falta de alimentos y medicinas...los heridos en las poblaciones costeras eran evacuados en barcas hacia Alicante y Cartagena. La prensa se ocupó ampliamente de la tragedia y un movimiento de solidaridad nacional permitió una suscripción en la que colaboraron también españoles residentes en Europa y América, mientras dos juntas creadas para la ocasión se encargaban de evaluar los daños y repartir los fondos solidarios respectivamente.

Los planos de los nuevos trazados fueron realizados por el arquitecto Larramendi, y los vecinos afectados fueron agrupados en categorías en función de sus recursos económicos. Las casas construidas con el planeamiento de la reconstrucción, de planta baja y patio interior, situadas en manzanas de amplias calles, fueron la imagen típica de Torrevieja hasta la década de los 80 del pasado siglo XX cuando el despegue turístico residencial cambió la fisonomía de la población a través de una nueva reedificación a gran escala acorde con los nuevos tiempos.