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Orihuela y el Consell buscan fórmulas para una protección más estricta del Palmeral

El marco jurídico está por definir pues no se desarrolla ni revisa desde hace casi 40 años - Las dos administraciones acuerdan estrechar su colaboración para la obtención de recursos destinados a su puesta en valor, conservación y mantenimiento

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Presente y futuro del Palmeral de Orihuela Tony Sevilla

Pocas veces hay una buena sintonía y se da una colaboración entre diferentes administraciones, menos aún cuando tienen distinto color político. Sin embargo, tanto el Ayuntamiento de Orihuela, en manos del PP, como la Generalitat (PSOE, Compromís y Unides Podem) demostraron ayer que existe, al menos, en la puesta en valor de un paisaje y un entorno natural que es patrimonio y seña de identidad del pueblo oriolano.

Así se constató en la jornada sobre la recuperación, presente y futuro del Palmeral, un pulmón verde que convierte a Orihuela en una ciudad oasis. Un espacio único y singular que, con una superficie de 60 hectáreas, es el segundo más importante de Europa.

La suma de esfuerzos se centra ahora en dotarlo de «una protección estricta», afirmó Eduardo Rodríguez, jefe del Servicio de Medio Ambiente del Consistorio. En palabras del biólogo municipal Gonzalo Escudero, «se trata de un trabajo arduo, pero es obligatorio para determinar las actuaciones permitidas».

El Palmeral se encuentra como en un limbo jurídico y normativo. Sus únicas figuras de protección datan de 1963, cuando se declaró Paraje Pintoresco, y de 1985 como Bien de Interés Comunitario (BIC). «Una carencia histórica que hay que paliar para que deje de ser un bien por ahí perdido en los boletines oficiales y pase a ser una joya para el disfrute», advirtió Pablo Martínez, técnico de la Conselleria de Cultura.

Hay dos elementos clave para una tutela adecuada: «Además de la necesidad de aprobar cuanto antes el Plan Especial de Protección del Palmeral, es fundamental sacar adelante el decreto de complementación de su declaración como BIC», recalcó. El objetivo, añadió, es recuperar ese esplendor que fue languideciendo sobre todo a partir de los años 70, cuando «hubo una serie de intrusiones y de desarrollos urbanísticos y de equipamientos».

Hace décadas llegó a albergar 30.000 ejemplares. La última actualización contabilizó el año pasado cerca de 9.000, algunos monumentales y otros selectos por sus características especiales.

De momento, hay en marcha un plan de gestión integral que prevé la plantación de 3.000 palmeras en los próximos diez años, 300 en este último, para un progresivo rejuvenecimiento de la población: «Es un antes y un después», comentó Escudero, que también habló de otras actuaciones que se están desarrollando y las que se harán a través del «novedoso y ambicioso contrato [de 674.000 euros] con la empresa adjudicataria». A juicio del biólogo, «el principal problema son las plagas como el picudo». Además, se están recuperando los cultivos tradicionales con la siembra de trigo, alfalfa y frutales, que a su vez propician la diversidad de aves: «Ya se nota un incremento».

Emilio Bascuñana, alcalde de Orihuela; Antoni Such, de la Generalitat. | TONY SEVILLA

Fondos y recursos

Es una hoja de ruta y un objetivo común que implica trabajar juntos para lograr las inversiones necesarias. Ante la dificultad de conseguir los fondos europeos, el alcalde Emilio Bascuñana propuso a Antoni Such, director general de Administración Local de la Generalitat, «presentar un proyecto conjunto», a lo que este respondió que el Gobierno valenciano tiene «una apuesta clara y un compromiso con la Vega Baja, con recursos y fondos». En este sentido, Such comentó que «está en juego una segunda convocatoria, con una cuantía que se conocerá en dos o tres meses, para poner en valor el patrimonio natural».

Sin duda, un esfuerzo que bien merece «implicar a toda la sociedad para que se sienta partícipe y responsable de su mantenimiento, cuidado, conservación y propagación; de lo contrario, lo tenemos perdido», concluyó el catedrático José Ángel Pérez, director de la Cátedra del Palmeral. Porque, como diría Miguel Hernández, «alto soy de mirar a las palmeras, rudo de convivir con las montañas».

Pablo Martínez, de la Conselleria, y Eduardo Rodríguez, del Ayuntamiento. Tony Sevilla

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